La quebrada la Ayurá es transversal a Envigado. Uno de los retos para sus ciudadanos es proteger este recurso natural. | Foto: Manuela Henao

OPINIÓN

El municipio conocido como el rincón verde Antioquia

Envigado siempre ha tenido en el desarrollo sostenible una de las prioridades. Sin embargo, como dice la autora de este texto, se requiere un mayor esfuerzo para lograr la convivencia integral entre sus pobladores y el entorno natural.

Lía Isabel Alviar Ramírez*
1 de agosto de 2018

Por los cuentos que narraban los abuelos se sabe que en las montañas de un sector del sur del Valle de Aburrá crecían árboles tan grandes y rectos que parecían vigas. De hecho, los usaban como envigado para las construcciones. Y en medio de este exuberante escenario natural nació el municipio. Hasta aquí viajaba la gente de Medellín cuando estaba de paseo y quería disfrutar de un verde rincón de Antioquia.

Para Envigado ha sido una prioridad tener un desarrollo sostenible y seguir las directrices que en ese sentido se definieron en 1991 durante la Cumbre de la Tierra, que consistían en blindar el 40 por ciento del territorio rural para su conservación, proteger la biodiversidad, preservar las fuentes de agua y sembrar más árboles para mejorar la calidad del aire. Todo esto es evidente en espacios del municipio como El Salado, Chorro Azul, la vereda Pantanillo, el sector Arenales, los caminos antiguos, la Reserva Natural Carriquí, La Heliodora, el Parque La Guayacana y la Reserva Ecológica La Morena.

Pero, aunque estos esfuerzos han sido valiosos, no son suficientes. Es necesario conciliar cómo habitar el territorio afectando lo menos posible el ecosistema. Quienes ocupan y administran el municipio deben retomar las experiencias vividas, y olvidadas, quizá por las presiones del esquema de desarrollo que confunde el tiempo humano con el tiempo en que la naturaleza se desenvuelve.

En la esfera urbana ojalá se impulsara la concepción arquitectónica de ciudades para la gente, urbes donde el ser humano sea más importante que el cemento, los autos y el despilfarro energético. La Agrupación de Vivienda Las Brujas demostró que sí es posible establecer una convivencia armónica entre las personas y la naturaleza: casas económicas, dinámicas y singulares; senderos arborizados donde la vegetación acoge la diversidad animal; vehículos motorizados fuera del ámbito habitacional para atenuar la incidencia directa de la contaminación; acuerdos implícitos o explícitos de respeto mutuo, de cordialidad, de convivencia pacífica.

En el ámbito rural, si bien es cierto que Envigado cuenta con un buen territorio y un porcentaje legalmente protegido, no ha sido posible lograr el engranaje entre la comunidad y la naturaleza, especialmente por el modelo de la agricultura convencional que privilegia el rendimiento económico sobre la capacidad productiva del suelo. Sin embargo, las laderas envigadeñas vivieron una experiencia pionera: La Estelaria.

Hasta el primer quinquenio de la década del ochenta, aquí había terrazas en curvas a desnivel para la producción de hortalizas; pastaban cerdos y cabras, funcionaba un biodigestor para las excretas de los porcinos que serían transformadas en gas metano, un combustible con el que se elaborarían quesos; había una letrina seca que transformaba en abono la materia fecal humana. Todo esto generaba un excelente manejo del suelo de ladera, clave para el funcionamiento óptimo del ciclo del agua y de los nutrientes.

En 2014, para dolor de quienes comprendemos el rol del suelo en el ecosistema, un texto oficial del municipio de Envigado reseñaba que en La Estelaria se estaban presentando procesos erosivos debido al sobrepastoreo, con un nivel de amenaza media y alta.

Todo lo anterior nos permite concluir que Envigado avanza en términos de responsabilidad administrativa y social de sus recursos naturales, pero podría abanderar un desarrollo que permita que sus áreas urbana y rural tengan una relación que permita construir un nuevo paradigma sobre esa estrecha cercanía que existe entre la naturaleza y la especie humana.

*Profesora de la Escuela Ambiental, Facultad de Ingeniería de la Universidad de Antioquia.