Ruinas de la ciudad de Éfeso, en la antigua Asia Central. | Foto: iStock

HISTORIA

¿Qué tanto sabe usted de la historia de Turquía?

En este artículo se resumen siglos de guerras, sultanes, migraciones, arte y cultura. Así nos lo cuenta el catedrático, filólogo e hispanista, Mehmet Necati Kutlu.

Mehmet Necati Kutlu*
24 de diciembre de 2018

El Estado Selyúcida

Encontramos la palabra turco (Türk) por primera vez en las Inscripciones de Orjón, la muestra escrita más antigua de las lenguas túrquicas, que usaban el antiquísimo alfabeto Köktürk y datan de los años 732 y 735. Estas se hallan en el Paisaje Cultural del Valle de Orjón, que es patrimonio de la humanidad y hoy forma parte de Mongolia.

Esta evidencia nos permite decir que el pueblo turco no es originario de las tierras donde vive actualmente. Es, más bien, oriundo de Asia Central y su idioma es una lengua ural-altaica, es decir, sus parientes lingüísticos más cercanos son el coreano, el mongol, el japonés, en la parte altaica; y el finés y el húngaro, en la rama urálica.

Aunque hubo distintas oleadas migratorias, la fecha más aceptada de llegada y asentamiento de los turcos en Anatolia es el año 1071, cuando se produce la Batalla de Malazgirt. En esta se enfrentaron los turcos selyúcidas contra las fuerzas bizantinas, así, los primeros se abrieron las puertas de Anatolia.

El Estado Selyúcida fue establecido por la dinastía turca-musulmana descendiente del príncipe Selchuk, que dominó el Oriente Próximo desde el siglo X, periodo durante el cual aceptaron el islam. Los selyúcidas de Asia Menor conquistaron Persia, Mesopotamia y algunas zonas periféricas, y luego se desmembraron en varios reinos.

Este imperio estuvo en pie durante casi 200 años. Trajo orden y seguridad a la región, consolidó la existencia y la supremacía turcas, y protegió el comercio en la península, que en aquel entonces era el final de las rutas de la seda y las especias. De esta manera se enriqueció el Estado y aumentó el bienestar del pueblo; así mismo, comenzó un periodo de esplendor en el arte y el pensamiento.

El Imperio Otomano (1299-1922)

Fue una de las grandes potencias de la historia del mundo. Incluía toda la península de Anatolia, el Oriente Medio, extensiones del Norte de África, como Egipto, parte de Sudán, Libia, Túnez y Argelia; y la mayoría de los territorios enclavados en la franja que se extiende desde el sudeste de Europa –Balcanes, Grecia, Bulgaria, Rumanía– hasta el Cáucaso en el norte. Era un área aproximada de 5,5 millones de kilómetros cuadrados. Las posesiones del imperio se hallaban en el este y el oeste y, durante sus más de seis siglos, sus relaciones internacionales estuvieron influenciadas por esta singular dicotomía. Así, desde su etapa imperial, Turquía fue una nación euroasiática que adquirió su condición de puente cultural y político entre el pensamiento occidental y el oriental.

Estambul era la capital del Imperio Otomano que extendió su territorio bajo el reinado de distintos sultanes, como el conquistador Mehmet II (1432-1481), Selim, el Feroz (1467-1520); y Solimán, el Magnífico (1494-1566). Todo el conocimiento de ese cruce de civilizaciones, de grupos étnicos y religiosos, que habitaban las inmensas fronteras imperiales, quedó reflejado en la cultura, la arquitectura, el arte, la cocina, el ocio y la política de esos años.

Era difícil mantener la cohesión en un territorio tan vasto. Durante el siglo XIX algunas de las regiones del imperio comenzaron a pedir su independencia. Las provincias europeas fueron las primeras en notar esta desazón. Las sucesivas derrotas en las guerras y el auge de los nacionalismos llevarían a la decadencia del poder imperial. Su participación en la Primera Guerra Mundial y el surgimiento de movimientos revolucionarios darían el golpe mortal al imperio que ya en aquella época era llamado “el hombre enfermo de Europa”.

El ídolo del pueblo

Este “hombre enfermo” se involucra en la Primera Guerra Mundial y se alía con Alemania, el Imperio austro-húngaro y Bulgaria. Del otro bando preparan sus armas Francia, el Reino Unido, Rusia, Italia, Bélgica, Serbia, Japón, Estados Unidos, Grecia y Portugal. La contienda será la debacle para los otomanos.

Durante el conflicto, el militar Mustafa Kemal (1881-1938) se convertirá en el nuevo héroe de la nación por su participación en varias batallas decisivas, como el combate marítimo y terrestre de los Dardanelos, muy recordado por el pueblo turco. Los enfrentamientos duraron un año (1915-1916). La pérdida humana total por parte de los aliados fue de unos 214.000 soldados. El bando local tuvo casi la misma cantidad de bajas.

El 30 de octubre de 1918 se confirmó la derrota y Turquía tuvo que firmar el armisticio de Moudros con las potencias vencedoras. Había llegado la hora de repartirse los bienes imperiales y los aliados empezaron a ocupar distintas regiones de su territorio. Kemal regresó a Estambul y con gran angustia vio a los acorazados franceses e ingleses paseándose en el propio Bósforo y amenazando con sus cañones el palacio de Dolmabahçe. Fue inolvidable la respuesta que le dio a su fiel edecán cuando este le preguntó qué debían hacer: “¡Se irán tal como han venido!”.

El valiente líder turco fue nombrado inspector del III ejército con la misión de restablecer el orden en la zona norte y oriental de Anatolia. Acompañado de su plana mayor de 18 hombres abandonó Estambul en el pequeño barco Bandirma con rumbo a Samsun, un importante puerto en el mar Negro. Allí llegaron el 19 de mayo de 1919, fecha que constituye el inicio de la resistencia nacional organizada que culminaría con la Guerra de Liberación. En esa ciudad, Mustafa Kemal hizo un llamamiento a todo el país para salvar la integridad y la soberanía.

Mientras tanto, en Estambul se tomaban toda clase de medidas para impedir los planes del militar. El 7 de agosto de 1919, en el Congreso de Erzurumse, se anunció la decisión del pueblo de defender el territorio nacional. Al final del proceso, se hizo un llamado a todas las provincias para un nuevo congreso que se realizaría en Sivas. Algunas de las resoluciones importantes que se tomaron en este fueron la unificación de todas las sociedades de resistencia nacional, y la ruptura de las relaciones con el poder central, que había tomado medidas militares para impedir dicho encuentro.

Aquel 23 de abril

Con el pueblo en su contra, el gobierno de Estambul, encabezado por Damat Ferit Pachá, tuvo que dimitir. El nuevo gabinete formado por Ali Riza Pachá que reanudaría las relaciones con el Comité Representativo de Anatolia, encabezado por Mustafa Kemal, convocó la reunión de un nuevo órgano legislativo en la capital imperial. El héroe del pueblo se movilizó hacia Ankara y esta ciudad se convertiría en su fortín. Entonces les solicitó a todos los diputados del país que se reunieran previamente con él ahí, antes de acudir a la capital.

El nuevo Parlamento se inauguró en Ankara el 23 de abril de 1920 (este día se celebra la fiesta de Soberanía Nacional en Turquía). Las primeras resoluciones tomadas fueron las que anunciaban que el supremo órgano del Estado era este Parlamento y que no se admitía ningún poder superior. Tras estos sucesos, el gobierno de Estambul decidió despedir a Mustafa Kemal del servicio militar imperial y condenarlo a muerte.

Sin embargo, el avance de las tropas griegas que habían desembarcado en Esmirna continuaba y el hábil ídolo del pueblo decidió utilizar a las bandas populares que mostraban resistencia en diversas regiones, uniéndolos al ejército regular. Este método dio resultado y el 10 de agosto de 1920 el Imperio Otomano firmó el tratado de Sevres mostrando una resignación total.

Finalmente, el 26 de agosto de 1922 la ofensiva turca terminó en la Batalla del Generalísimo. Para los griegos el incidente se llamaría la catástrofe de Asia Menor. La lucha duró una semana y media. Comenzó en Afyonkarahisar y acabó en Esmirna. Fueron diez días y 325 kilómetros de persecución y lucha continuas que darían como resultado el exterminio casi total del ejército heleno, fueron más de 50.000 bajas. Tras la victoriosa batalla, Kemal dictó la siguiente orden del día, “Ejércitos: ¡su primer objetivo es el Mediterráneo! ¡Adelante!”.

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El inicio de la República

El 11 de octubre se firmó el armisticio de Mudanya que entraría en vigor días después. Con este se acordó el repliegue de las tropas griegas. También se pactó que las negociaciones de paz se realizaran en la ciudad de Lausana, en Suiza. Tras la maniobra aliada de invitar a los gobiernos de Estambul y de Ankara, el Parlamento de esta última resolvió separar el califato del sultanato, aboliendo la era de los sultanes el primero de noviembre de 1922.

Este paso de facto era la primera gestión hacia la creación de una república. Tras estos aconteceres, el gobierno de Tevfik Pachá tuvo que dimitir y un tiempo después, el 17 de noviembre, el sultán Mehmet Vahidettin VI abandonó el país en un barco inglés, la hegemonía de esta dinastía había concluido para siempre.

Cientos de miles de ciudadanos otomanos de origen heleno, que habían recibido a las fuerzas invasoras con júbilo, habían abandonado a Anatolia, marchándose junto a las tropas griegas. La invasión había creado muchos odios que imposibilitaban el entendimiento entre estos pueblos que habían convivido durante siglos. La situación era compleja porque aún quedaban comunidades griegas cristianas, en Anatolia; y turco-musulmanas, dentro de las fronteras de Grecia.

Este tema se trataría en la conferencia de Lausana, que concluyó con el tratado del mismo nombre, firmado el 24 de julio de 1923. Con este se consolidaba la existencia jurídica del nuevo Estado turco con sede en la ciudad de Ankara que, el 13 de octubre, sería proclamada como la nueva capital. Dos semanas después, el día 29 de octubre, se anunció el inicio de la República.

La modernidad y el legado

Con la proclamación de este nuevo periodo, Kemal emprendió la dura tarea de rehacer por completo la sociedad turca. El primer paso se dio en 1924, con una nueva Constitución, inspirada en las instituciones de Occidente. El derecho penal se basó en los códigos del sistema italiano; el civil, seguía el modelo suizo; el comercial, tomaba el ejemplo de Francia. Se hizo obligatorio el matrimonio civil (no así el religioso). El islam dejó de ser la religión del Estado y el sistema numérico fue sustituido. Además, el alfabeto árabe dio paso al latino, con unas nuevas vocales y consonantes para satisfacer las necesidades de la lengua turca, tan rica en sonidos.

Fue una época de transformaciones. En 1925 se reformó el calendario. En 1931 se cambió el sistema de pesos y medidas. En 1934 se aprobó la ley para que los turcos tuvieran apellido, hasta ese momento no lo usaban, después de su nombre de pila los ciudadanos llevaban el de su padre, y esa era una manera confusa de identificación. La Gran Asamblea Nacional Turca otorgó a Mustafa Kemal el apellido de ‘Atatürk’ que significa “padre de los turcos”. Y el 8 de febrero de 1935 las mujeres votaron por primera vez y 18 escaños del Parlamento fueron ocupados por figuras femeninas. Así, aquella nación que algunos llamaron “el hombre enfermo de Europa”, se convertía en un Estado fuerte, soberano y prestigioso.

Las guerras, el turbulento ambiente político y los grandes esfuerzos por rehacer su país habían debilitado la salud de Atatürk, quien se enfermó gravemente en mayo de 1938 y en el verano fue diagnosticado con cirrosis. El padre de los turcos falleció el 10 de noviembre de ese año en el Palacio de Dolmabahçe, en Estambul.

En las reformas de la época republicana se hallan las bases legales y sociales de la Turquía de hoy, que es uno de los pocos países democráticos y seculares dentro del mundo musulmán. No es una sorpresa que su sistema, que se rige por normas modernas, ayude al país a tener una estructura sólida, consecuente y estable en su administración y economía.

*Catedrático, filólogo e hispanista.