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"Picasso era un genio, pero irregular"

Uno de los artistas más importantes de Latinoamérica estuvo de paso por Colombia para presentar dos libros. Fernando de Szyszlo habló con SEMANA sobre su obra.

29 de julio de 2002

El peruano Fernando de Szyszlo pudo ser un gran arquitecto pero optó por el arte. Su padre le advirtió que se moriría de hambre y que nadie podía vivir de pintar. Sin embargo tomó la decisión y rápidamente se convirtió en uno de los artistas más importantes de los últimos 50 años. Gran lector, admirador de la poesía y también del cine, Szyszlo ha tenido un contacto permanente con Colombia. "Los mejores grabados que he hecho los he hecho en Colombia en el Taller de Arte Dos Gráfico. Yo he trabajado grabados en Barcelona, en San Diego, en México, y encuentro que los de Colombia son los mejores. No porque yo haya puesto algo especial sino porque el taller es sobresaliente", dice.

Szyszlo vino a Colombia, después de casi seis años, a presentar dos libros. El primero es una entrevista que le hizo la periodista Mariella Balbi y el segundo sobre el poeta peruano César Vallejo, con prólogo suyo y poemas de Juan Manuel Roca. En la Galería Sextante de Bogotá se están exponiendo algunas de las serigrafías que trabajó en Colombia. SEMANA habló con él.

SEMANA: Ultimamente se habla de la decadencia de la pintura ante el surgimiento de nuevos medios. ¿Qué opina al respecto?

Fernando de Szyszlo: Con frecuencia la gente que inventa cosas nuevas, con técnicas nuevas, le da por decir eso. Pero basta con ir a cualquier museo, no sólo de arte antiguo sino de arte contemporáneo, para darse cuenta de que ese medio de expresarse sobre una superficie plana de dos dimensiones, con colores, siempre va a existir. Yo en una época experimenté con la computadora, pero me doy cuenta que no es mi mundo. Hace poco vi una instalación que fue filmada en video. Eran 12 hombres masturbándose y eran pagados de acuerdo con lo que se demoraran en eyacular. No sé si eso tenga mucho que ver con arte. Pero cuando usted piensa en Bonard, por ejemplo, quien sólo tenía esa tela blanca para expresarse, uno sabe lo que es arte realmente. Hay artistas que le dieron rostro a su sociedad, a Venecia, a Egipto. Eso es en lo que yo creo.

SEMANA: Muchos artistas hablan de sus respectivas influencias. ¿En qué momento las dejan para crear su propio arte?

F. de S.: Yo creo, como decía Malraux, que un pintor nace apoyado en otro pintor y al mismo tiempo estimulado por otro pintor. Digamos que uno nace en la pintura admirando a Rembrandt. Eso en un primer momento nos impulsa a imitar y luego nos estimula a encontrar una cosa propia. Malraux también dice, y también estoy de acuerdo, que "un pintor es la voluntad de oponer a cuadros que existen cuadros que no existen". Es el viejo problema de tratar de dejar una huella.

SEMANA: Usted trabajó en el cubismo, en el surrealismo, pero ¿cómo llegó finalmente al arte que lo ha caracterizado?

F. de S.: Son muy arbitrarias esas clasificaciones. Por ejemplo, yo me formé dentro de los postulados del surrealismo y el cubismo pero también he trabajado en el arte primitivo, en lo precolombino. Para mí el problema siempre ha sido usar todos los elementos que la pintura pone a su disposición. No me cansaré de repetir lo que Ortega y Gasset decía: "Yo soy yo y mi circunstancia". El hecho de ser latinoamericano, de haber nacido en un país de la costa del Pacífico, donde hubo culturas milenarias, donde el hombre desarrolló su propia cultura, todo eso se tiene que contar. Lo mismo sucede con las circunstancias actuales.

SEMANA: ¿En qué momento comenzó a sentir atracción por lo precolombino?

F. de S.: Cuando uno comienza a pintar todo sucede muy rápido. Antes de vivir en París yo no había visto nunca un Rembrandt, un Van Gogh o un Picasso. Descubrí que el arte peruano era el único arte original que estaba a mi alcance. Aquí tuve contacto con ese arte en el Museo de Arqueología, y todo eso produjo una mezcla que me fue llevando a buscar un lenguaje. Otro descubrimiento capital fue el de la obra de Rufino Tamayo. Todo eso, sumado a mi llegada a París, por los años de mi primera exposición en el año 47, produjo un choque en mí que el resultado fue un replanteamiento de lo que quería hacer.

SEMANA: Su pintura también parece tener cierta afinidad con la de Alejandro Obregón.

F. de S.: Con Alejandro fuimos grandes amigos. Coincidimos en París e hicimos nuestra primera exposición en el mismo mes. Desde entonces no paré de verlo y admirarlo hasta el día de su muerte. Su muerte fue muy dolorosa para mí y creo que sí tuvimos muchas cosas en común.

SEMANA: Usted dice que Matisse y Bonard fueron los artistas más importantes del siglo que acaba de terminar ¿Aun por encima de Picasso?

F. de S.: Picasso era un genio, pero era irregular. Hacía cosas diferentes y al final estaba tan aplastado por su propia gloria que mucho de lo que hizo en sus últimos 20 años se puede discutir. En cambio Matisse y Bonard siempre trabajaron con la misma calidad. Son pintores que van creciendo, yo creo que Matisse es el más grande pintor del siglo XX.

SEMANA: ¿Cuando comienza a pintar piensa que cierto tema puede dar para una serie?

F. de S.: No. Yo nunca hago series. Si me salen en algunos casos es porque trato de hacer un cuadro que represente cierta sensación, y cuando lo termino me doy cuenta de que no lo he alcanzado del todo. Y entonces lo vuelvo a intentar y a intentar, y en realidad una serie en ese sentido no es más que la suma de todas las derrotas que he tenido frente a la pintura. Todavía sigo intentando buscar una cosa que sea equivalente al cuadro que oscuramente siento dentro de mí.