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Viaje por los Andes

Un memorable viaje por la región andina con fotos de Pablo Corral y textos de Mario Vargas Llosa.

Luis Fernando Afanador
18 de diciembre de 2003

Mario Vargas Llosa Pablo Corral Guerrero
Andes
National Geographic, 2002
159 paginas El monte Fitz Roy en la Patagonia Argentina. Los rayos del sol iluminan sus picos y en el primer plano de la foto, que muestra las partes más bajas de la montaña, ya ha caído la noche. No obstante, dice Mario Vargas Llosa, lo que carga de dramatismo y significado a la imagen no es la potencia abrumadora de aquel mundo natural, sino lo frágil e insignificante que, comparado con ella, resulta el ser humano, ese reguero de viviendas casi invisibles -el pueblo de Chaltén-, más parecidas a copos de nieve rodados desde lo alto. El contraste, no sólo es de un gran efecto estético, sino una precisa descripción de la voluntad tenaz y el heroísmo silencioso que se necesitaron para que la gente habitara los Andes. Porque, a pesar de los avances del mundo moderno, vivir en ciertas regiones andinas, "sigue siendo un combate cotidiano". El protagonista de las fotografías andinas de Pablo Corral -insiste Vargas Losa- no es nunca la naturaleza, ni la historia pasada, sino el ser humano y la actualidad, "la historia que se va haciendo". El entorno natural aparece, por supuesto, en todo su esplendor, y también la grandeza de los ancestros que muchos años atrás, venciendo indescriptibles obstáculos, consiguieron erigir imperios. Pero naturaleza e historia sólo importan al lente de Corral "en función de la vida presente". Es decir, no se esconde la marginación ni el abandono en que para millones de hombres y de mujeres transcurre allí la vida -no se escamotea la miseria- pero, en sus imágenes, aun en las más desoladas, hay siempre una esperanza, una afirmación de vida. "Y, acaso, estas imágenes donde es patente la capacidad de resistir, de no doblegarse ante las condiciones de vida elementales y terribles en que se vive, sean las de mayor fuerza persuasiva de la colección". No son, entonces, unos Andes idílicos: como en cualquier lugar del mundo coexisten lo bello y lo horrible. Y acercarse a la realidad en sus aspectos más repulsivos o sórdidos sin renunciar a una vocación de belleza -transformarla sin falsearla- es el deber de todo verdadero artista. Es lo que consigue la mirada atenta de Pablo Corral que inspira la fantasía de Vargas Llosa: a partir de algunas de sus fotos éste escribe textos que no son descripciones objetivas sino recreaciones bastante libres -como cualquiera de sus ficciones- enmarcadas, sin embargo, en el contexto social que las nutre. Así, el escritor peruano lo acompaña en su larga travesía desde la Patagonia hasta las orillas del Caribe colombiano. Una emocionante experiencia que muestra la profunda unidad que sostiene a la América andina, a pesar de las arbitrarias divisiones fronterizas y su diversidad cultural.