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El déficit de Estados Unidos con el gigante asiático se hace más evidente.

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Armagedón comercial: el impacto de las medidas de Trump contra China

Los mercados financieros y de valores miran impávidos el desastre generado por las medidas de Estados Unidos contra China y otros países. La factura podría ser muy costosa para el crecimiento de la economía global y para los consumidores.

23 de junio de 2018

El mundo está hecho un caos en materia comercial. Desde que en marzo el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anunció un aumento en los aranceles a los productos de acero y aluminio por supuestas razones de seguridad nacional, el respeto por las reglas comerciales que rigen los acuerdos multilaterales se quebró, el proteccionismo retornó, el papel de la Organización Mundial del Comercio se desdibujó y la incertidumbre se ha convertido en la nueva normalidad.

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Lo que comenzó como una medida del gobierno de Trump por reducir el abultado déficit comercial con algunos socios –y promover la negociación bilateral– se está convirtiendo en un verdadero armagedón que amenaza al comercio mundial. En 2017 las exportaciones de China a Estados Unidos superaron los 506.000 millones de dólares, mientras que las ventas de productos estadounidenses a China alcanzaron solo 130.000 millones. Esto representa un déficit de Estados Unidos con el gigante asiático de 376.000 millones.

Dos recientes anuncios de Trump han exacerbado la crisis del comercio global. Hizo el primero el 15 de junio, cuando fijó una tasa de impuestos de 25 por ciento para bienes de capital e intermedios importados de China hasta por unos 50.000 millones de dólares, que entrará en vigencia el 6 de julio. Tres días después anunció que habrá impuestos del 10 por ciento para otro grupo de bienes por 200.000 millones de dólares provenientes de China y anunció que gravará con un mayor arancel la importación de vehículos hasta por 200.000 millones de dólares, lo que afectará a las grandes automotrices europeas y asiáticas. Aunque no se conoce la fecha de vigencia de las dos últimas decisiones, la alerta es general y ya la automotriz alemana Daimler anunció que revisará a la baja sus previsiones de resultados para este año; mientras tanto las acciones de las automotrices se desplomaron.

De acuerdo con Bloomberg, la ronda inicial de aranceles de Estados Unidos sobre 50.000 millones de dólares en importaciones chinas podría restar al crecimiento económico del gigante asiático cerca de 0,1 puntos porcentuales en el primer año. Y si se hace efectiva la amenaza de Trump de imponer aranceles del 10 por ciento a 200.000 millones adicionales de importaciones de China, el crecimiento de ese país podría reducirse hasta medio punto porcentual. No solo Beijing sentirá el impacto: también las empresas de Estados Unidos que compran bienes intermedios y finales tendrán que pagar más, y esto terminará por afectar sus inversiones, sus ganancias y a sus clientes. Se trata de una mala noticia para el empleo, pues ante las bajas utilidades las empresas tendrán que hacer recortes.

Fuente: Casa de bolsa

Los países que aparecen en las odiosas listas de mayores aranceles creadas por Trump ya han dicho que aplicarán medidas retaliatorias. El gobierno de China dijo que aplicará tasas similares a las importaciones provenientes de Estados Unidos, e incluso el jueves anunció que reducirá las compras de su petróleo a partir de septiembre próximo, un golpe importante, ya que podría acudir a proveedores como Rusia.

Canadá por su parte anunció aranceles a productos que compra de su principal aliado comercial hasta por 12.800 millones de dólares. México hizo lo propio, mientras que la Unión Europea puso en vigencia nuevas tasas aduaneras a productos importados de Estados Unidos hasta por 2.800 millones de dólares. Esto motivó a Trump a anunciar aranceles del 20 por ciento a los vehículos europeos.

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En otras palabras, están apagando con gasolina el incendio creado por Trump y, mientras tanto, la estabilidad de la economía global ha quedado en llamas. La semana pasada las bolsas del mundo cayeron durante varias jornadas, alarmadas por el cruce de amenazas, y los precios del petróleo han mostrado un comportamiento errático.

El Dow Jones, el principal índice de valores de compañías industriales de Estados Unidos, ha caído 2,4 por ciento desde el 15 de junio, y tuvo su peor racha de descensos desde hace dos años, mientras que el Standard &Poors borró las ganancias de lo corrido del año. Por su parte, la Bolsa de Shanghái cayó 7 por ciento durante las últimas dos semanas. La reacción de los mercados ante las crecientes tensiones comerciales demuestra el temor de los inversionistas por un deterioro mayor en las perspectivas de crecimiento mundial.

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Para Juan David Ballén, director de Investigaciones Económicas del Grupo Aval, un incremento generalizado de los aranceles podría traer aumentos en los precios, con efectos inflacionarios. Con esto, las expectativas de incrementos de tasas de interés a nivel global podrían acelerarse. Hasta el momento, la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed) no ha tenido en cuenta los efectos de esta guerra comercial en sus decisiones, pero esto podría acelerar el tránsito hacia mayores tasas, lo que llevaría a un menor consumo y a un crecimiento mundial más reducido.

El jefe de la Fed, Jerome Powell, dijo durante la conferencia de bancos centrales en la ciudad portuguesa de Sintra que “los cambios en la política comercial podrían forzarnos a cuestionar el panorama”. El estallido de una guerra arancelaria podría minar la confianza de los inversionistas y forzar a las autoridades monetarias a recortar más agresivamente sus tasas.

Consumidores, en la mira

Pero las medidas comerciales de Estados Unidos podrían ser un verdadero tiro en el pie porque tendrán impacto en la inflación, en la capacidad de compra de sus consumidores, en la rentabilidad de sus empresas y hasta en la inversión que estas han hecho alrededor del mundo durante las últimas décadas, cuando la apertura comercial se había convertido en su credo.

El estadounidense promedio no ha sentido aún el impacto de los aumentos arancelarios, en parte por los recortes en impuestos de enero pasado que lo benefició, pero la inflación será la gran afectada. Solo el alza de aranceles a las lavadoras adoptado por el gobierno de Trump a comienzos de año provocó un aumento del 18 por ciento en el precio de estos productos al cierre de mayo, según el diario Financial Times. Y la escalada de aranceles a productos chinos encarecerá muchos bienes de consumo en el mercado de Estados Unidos. Si bien Trump ha insistido en que los consumidores no sentirán el efecto, las consecuencias son innegables para la producción de empresas estadounidenses Unidos que tenían en China a sus grandes proveedores.

La reacción de los mercados ante las crecientes tensiones comerciales demuestra el temor de los inversionistas por un deterioro mayor en las perspectivas de crecimiento mundial.

También es una señal nefasta para la inversión, pues en ese país asiático funcionan muchas filiales de empresas de Estados Unidos. Financial Times destaca que el 55 por ciento de las exportaciones de alta tecnología de China provienen de compañías de propiedad extranjera.

El panorama de la economía mundial se ha deteriorado y las perspectivas ya no lucen tan favorables como a comienzos de año. La probabilidad de que el ciclo más largo de crecimiento en Estados Unidos llegue a su fin crece a medida que pasa el tiempo. Los riesgos externos son cada vez mayores y Colombia tiene que preparar su economía para un entorno internacional cada vez más complicado. Un escenario que para nadie luce favorable.

Impacto local

Las empresas colombianas han podido paliar hasta ahora el impacto de los aumentos en los aranceles al acero y al aluminio impuestos en marzo. Las amenazas provienen de varias fuentes: que sus clientes de Estados Unidos reduzcan sus compras; que prefieran comprarles a Brasil, Argentina, Australia y Corea del Sur, que están por fuera de estos cobros arancelarios; y que otros países que vendían sus productos a Estados Unidos ahora lleguen a mercados como el colombiano (desviación comercial) dice María Juliana Ospina, directora de la Cámara de Productores de Acero de la Andi.

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El impacto de estas medidas se siente en cinco compañías de metalmecánica: Acesco y Corpacero, que exportan rollos de lámina galvanizada; Tenaris, que vende tubería petrolera; y Alúmina y Tecnoglass, de productos de aluminio. Juan Manuel Lesmes, de la Cámara Fedemetal de la Andi, dice que en el caso del aluminio las compras de empresas estadounidenses se han mantenido porque el arancel no es tan alto.Lo cierto es que Colombia tiene razones de sobra para ser excluido de este tratamiento arancelario. Por un lado, es uno de los principales aliados en el hemisferio y, por el otro, las ventas colombianas de estos productos a Estados Unidos representan apenas el 0,12 por ciento. Además, Colombia ha expedido normas para evitar la triangulación de productos de China y combatir el dumping. Estas medidas solicitadas por el gobierno de Trump y cumplidas por Colombia serán las cartas que presentará la ministra María Lorena Gutiérrez este 25 y 26 durante la reunión del comité administrador del TLC vigente, al que asisten funcionarios del Departamento de Comercio de Estados Unidos y de la Oficina Comercial (USTR, por sus siglas en inglés), que se encarga de negociar estos acuerdos.