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El desempleo es el principal problema del país en estos momentos. | Foto: ISTOCK

ECONOMÍA

El rompecabezas económico de Duque que el coronavirus desarmó

Van dos emergencias económicas y podría haber una tercera. Se han emitido más de un centenar de decretos, la mayoría con impacto financiero. Desempleo y pobreza son los mayores retos para el presidente en los años que vienen.

8 de agosto de 2020

Más allá de la turbulencia política que ha rodeado al gobierno del presidente Iván Duque, lo que ha ocurrido en la economía, en los dos años de mandato que se cumplen el próximo 7 de agosto, podría equipararse a un rompecabezas que se deshizo y que ahora hay que empezar a armar con otras fichas.

Durante el primer año se celebró con alborozo el resultado en el Producto Interno Bruto (PIB) del 2019, que cerró en 3,6 por ciento. El número fue bueno en comparación con los países vecinos, pero regular si se tiene en cuenta que Colombia es una nación en desarrollo, que no ha logrado aún crecimientos sostenibles de su economía. Claro está, no se puede desconocer que los avances alcanzados, tras escalar peldaños, la llevaron a reducir la pobreza a 29,8 por ciento y aumentar la clase media.

La inflación se ubicó en 3,8 por ciento en el año pasado. Las personas seguían comprando muchos productos, lo que daba la señal de que tenían ingresos, por su trabajo o porque les enviaban remesas del exterior, o provenientes de otras múltiples fuentes. Por eso, al comenzar el 2020, había un ambiente de confianza en que las cosas iban a seguir por ese buen camino. En consecuencia, en ese primer trimestre, antes de la hora cero que marcó la llegada del coronavirus, el PIB creció en 1,1 por ciento.

Pero todo cambió

Con el segundo trimestre del año, entre tanto, que es el de la mayor crudeza de la pandemia, con un confinamiento casi total, establecido en la primera (de dos) emergencia sanitaria y económica que tuvo que ser decretada, las cuentas dieron un giro.

La expectativa con el crecimiento de este periodo del año es nefasta. Los analistas creen que será el peor de toda la historia del país. El Gobierno Nacional espera que la desaceleración sea de -5,5 por ciento, pero el Banco de la República le apuesta a una caída de -8,5 por ciento, mientras organismos internacionales como el Fondo Monetario Internacional vaticinan una recesión gigantesca en América Latina. 

Por el lado de la inflación, el pronóstico del Banco de la República es que Colombia va a llegar este año a 1,5 por ciento. Si ese indicador, que se calcula a partir del Índice de Precios al Consumidor (IPC), se acerca al piso, está mostrando la debilidad de la demanda de productos. Es decir, los colombianos no están teniendo para comprar bienes y servicios, por falta de poder adquisitivo y porque no se atreven a tomar créditos debido a la incertidumbre con lo que viene. En consecuencia, los productores tampoco se arriesgan a producir más y demandar así mano de obra nueva. 

El hueco se agranda

Otra cifra que daba signos de una economía vital era la proyección del déficit fiscal, que se estimaba en -2,4 por ciento para el 2020 antes de la pandemia. El país se acogió a una ley, la de la regla fiscal, para manejar las finanzas públicas con un criterio que los economistas llaman `saludable´, es decir, se le pone un techo al hueco que puede manejar un país entre lo que le ingresa y lo que gasta.

El coronavirus llegó y fue necesario quitar la barrera que pone la regla fiscal, la cual está suspendida por este y el próximo año, mientras las necesidades financieras, apuntaladas en el crédito interno y externo, requieren un déficit que ya va en -8,2 por ciento, según lo ha mostrado el Gobierno en sus informes recientes.

En cuanto al desempleo, muchos expertos señalan que las condiciones del mercado laboral ya venían en deterioro, pero nada comparado con lo que está sucediendo desde que llegó la pandemia. La tasa de desempleo a nivel nacional durante el 2019 fue de 10,5 por ciento, después de una cifra de un solo dígito en el 2018: 9,7 por ciento.

Entre tanto, 2020 registra ya estadísticas históricas de desocupación, como la que se vio en mayo, del 21,4 por ciento, que llevó a que 5,3 millones de colombianos perdieran el empleo, puesto que los ciudadanos ocupados pasaron de 21.896.000 en el quinto mes del 2019 a 16,5 millones en mayo del año del coronavirus.

La expectativa es mejor

Aunque hay muchos críticos del Gobierno frente al optimismo que tiene con los pronósticos para el 2021, en medio de una pandemia que ha demandado más de 117 billones de pesos adicionales que no estaban previstos en ninguna de las cuentas públicas, lo cierto es que el Ministerio de Hacienda cree que el país va a crecer por encima del 6 por ciento (6,6 por ciento) en el otro año, mientras el Banco de la República, más moderado en su expectativa, estima que la expansión de la economía será del 4,1 por ciento.

Entre los analistas hay voces que no ven con claridad las razones por las cuales economías como la de Estados Unidos se contrajeron en el segundo trimestre de este año en un 32 por ciento y la de Alemania en 10 por ciento, mientras los pronósticos para Colombia hablan de un decrecimiento menor al 10 por ciento para todo el 2020.

Es por eso quizás que todos los vaticinadores se cuidan de advertir que la pandemia apenas está en el pico, sin la certeza de cómo seguirá su curso. Por lo tanto, los vaticinios en torno a las variables económicas están atadas al comportamiento de la covid-19.

El plan financiero para el próximo año contempla un presupuesto de 314 billones de pesos. La mayor parte está en el recaudo tributario, pese a que en el 2020, vigencia por el cual aportarán los contribuyentes el próximo año, es el de la debacle de las empresas y los ciudadanos.

De hecho, en materia de impuestos, ya se estima una reducción en el recaudo de al menos 15 billones de pesos, y los impuestos representan casi el 80 por ciento de la plata que maneja el Estado. 

Estos son algunos de los retos que le esperan al Gobierno en el tercer año de la administración Duque, de cara a seguir moviendo la batuta de la economía en una coyuntura de la que nadie había recibido cátedra.