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El presidente Nicolás Maduro anunció una emergencia energética ante las sanciones a Rosneft. Sin embargo, nadie sabe en qué consiste ni qué medidas vienen. | Foto: fotos: afp

PETRÓLEO

¿Por qué PDVSA entró en crisis?

Las sanciones de Trump a la comercializadora rusa Rosneft ponen nueva presión al gobierno de Maduro. La empresa vende la mitad del petróleo venezolano y por eso representa un duro golpe a las finanzas del régimen.

22 de febrero de 2020

Estados unidos sigue apretando el torniquete contra el régimen de Nicolás Maduro. Esta vez el turno le llegó a un sector ultrasensible para las finanzas venezolanas: el petróleo. El Departamento de Estado anunció sanciones contra Rosneft Trading, filial de la poderosa petrolera rusa encargada de comercializar la mitad del petróleo que exporta Petróleos de Venezuela (Pdvsa) al mundo.

El gobierno Trump acusa a la firma rusa de apoyar al gobierno de Maduro y le dio plazo hasta el 20 de mayo para que cese los negocios con el régimen. De lo contrario, congelará los bienes e intereses de Rosneft Trading en Estados Unidos.

La compañía rusa rechazó las acusaciones y las calificó de injustas, argumentando que desarrolla actividades meramente comerciales. Pero esta decisión de Trump tiene la pinta de un “hagámonos pasito”, ya que Rosneft tiene 90 días para frenar sus negocios con Venezuela. Todo indica que este periodo busca que Rusia “entre en razón” y tenga un acercamiento con Estados Unidos para negociar una eventual transición en el vecino país.

En Venezuela el anuncio cayó como una baldado de agua fría, pues deja sin oxígeno político y sin dólares a Maduro para mantenerse en el poder. Por medio del comercializador Rosneft, el año pasado Venezuela vendió casi la mitad de los 16.000 millones de dólares que exportó Pdvsa en petróleo. Con estos recursos Maduro ha financiado las importaciones de bienes básicos como alimentos y medicinas.

Ante la alarma de quedarse sin quién le venda el petróleo, Maduro declaró la “emergencia energética” del sector hidrocarburos y anunció “medidas urgentes y necesarias” para protegerla de una “agresión imperialista”, según AFP.

Pero nadie sabe a ciencia cierta qué tipo de medidas tomará o qué implicaciones tiene una emergencia energética. Por ahora solo se conoce que habrá una comisión encargada de revisar el tema, en la que participarán el ministro de Defensa, general Vladimir Padrino, el vicepresidente del área económica, Tareck El Aissami, y varios ministros del régimen.

Las sanciones de Estados Unidos a Venezuela no son nuevas, pero cada vez golpean más al gobierno de Maduro. Desde 2017, Washington prohíbe a las empresas estadounidenses hacer negocios con Venezuela, salvo que tengan una licencia, como las petroleras. También sanciona a empresas venezolanas “que apoyen el régimen corrupto de Maduro”; por ejemplo, el 7 de febrero bloqueó a la aerolínea Conviasa. Incluso congela bienes de funcionarios cercanos al régimen y a sus familias, y hasta les quita la visa.

Las sanciones han aumentado paulatinamente, pero todavía podrían agudizarse para presionar un cambio democrático en Venezuela. El secretario de Estado Mike Pompeo dijo que van apenas en el 50 por ciento.

Pero las presiones contra el negocio petrolero son el principal dolor de cabeza para Maduro y su entorno. porque se sostiene con esa caja. La presión ha reducido los recursos que ingresan por petróleo e impide a Pdvsa modernizar su infraestructura. Por eso las cifras están en niveles históricamente bajos.

En enero, según el reporte de la Organización de Países Exportadores de Petróleo, Opep, la producción diaria estaba en 882.000 barriles, aunque empresarios bien enterados insisten que la cifra no superó los 733.000 barriles diarios. Esto ha llevado al gobierno de Maduro a buscar medidas desesperadas como liberalizar los precios, el sistema de cambios —hoy la economía está dolarizada— e incluso pensar en transferir al sector privado las empresas petroleras. Se trata, irónicamente, de un claro desafío al modelo chavista de estatizar el petróleo.

Todo indica que con Rosneft no se acaban las sanciones y los días duros para el gobierno de Maduro continuarán. Por ahora, la administración de Donald Trump espera que la presión sobre empresas chinas y rusas, cuyos gobiernos son los principales aliados del régimen venezolano, termine por llevarlas a negociar con Estados Unidos algún tipo de transición que termine con la horrible noche que atraviesan la economía y la política venezolanas.