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Las buenas condiciones de precios internacionales del petróleo y la recuperación de la economía generan optimismo sobre los resultados de Reficar, dice su presidente Amaury de la Espriella.

INDUSTRIA

Reficar: Despertó un gigante

Después de los cuestionamientos Reficar se puso a toda marcha y este año proyecta alcanzar un ebitda de 500.000 millones de pesos. Además, exportó 36 por ciento de su producción y vienen tiempos mejores.

10 de marzo de 2018

No siempre lo que mal comienza, mal termina. Así lo confirman las cifras que acaba de divulgar la Refinería de Cartagena (Reficar) de su gestión al cierre de 2017. No es para menos, pues hizo ventas por 9,1 billones de pesos, utilidades por 48.000 millones de pesos, le aportó un 0,9 por ciento al crecimiento a la industria y logró una sustitución de importaciones por 1,7 billones de pesos.

Las cifras sorprendieron al mercado porque la empresa obtuvo resultados positivos muy pronto en un sector en el que pueden pasar varios años en rojo. Además, por ser un proceso operativo tan complejo, los desajustes y fallas tienden a retrasar aún más los buenos registros.

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Los expertos financieros se sorprendieron sobre todo por el margen ebitda –ganancias antes de intereses, impuestos, depreciaciones y amortizaciones–, que llegó a 9.000 millones de pesos, cuando la meta presupuestada era de cero. Para este año, Reficar se propone llegar a un ebitda de 500.000 millones de pesos debido a factores positivos, que van desde haber logrado una operación más estable hasta los buenos precios internacionales del petróleo y sus derivados.

Varios astros se alinearon para lograr esos resultados. Luego de enfrentar una dura tormenta en 2016 por las denuncias de sobrecostos en la construcción de la refinería, en los primeros meses de 2017 los problemas de falta de acople en la operación se hicieron evidentes. De hecho, la empresa no lograba estabilizar el funcionamiento de las 34 unidades, lo que le impedía trabajar al máximo de su capacidad.

La calma apareció a partir de agosto, cuando acoplaron las unidades y los productos procesados comenzaron a alcanzar los niveles de calidad exigidos por los clientes del país y el exterior. Esto motivó a los directivos de la compañía a programar fecha para el proceso denominado prueba global, examen exigido por la banca que financió buena parte de la construcción de la refinería, que consiste en evaluar que todo esté funcionando bien.

El proceso se convirtió en una verdadera prueba de fuego durante los 60 días que duró, pues exigía que en ese periodo no se registrara ningún tipo de falla. Comenzó el 6 de octubre y terminó el 5 de diciembre. Amaury de la Espriella, presidente de Reficar, recuerda que en ese lapso cada día resultaba más desafiante que el anterior por la presión para lograr que todo el engranaje funcionara perfectamente. Por eso, el 5 de diciembre, cuando terminó la prueba global, la celebración no se hizo esperar entre los 180 colaboradores de Reficar y los 975 empleados de Ecopetrol que trabajan en la refinería.

Impacto industrial

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El año pasado la refinación logró el mayor crecimiento real de los sectores industriales: según cifras del Dane, tuvo una variación de 4,9 por ciento y aportó 0,9 puntos porcentuales al crecimiento total de la industria. Cuatro productos representaron el 95 por ciento de la producción el año pasado: el diésel de ultrabajo nivel de azufre –menos de 20 partes–, la gasolina, los combustibles jet de aviación y la nafta. La mayor producción correspondió al diésel, seguido por la gasolina. El 5 por ciento restante fue de otros cuatro productos: propileno, cuyo principal comprador es Essentia –antes Propilco–; propano, para los distribuidores de gas; azufre, que va principalmente a la industria de fertilizantes; y carbón coque, que un comercializador vende principalmente a China.

De la Espriella destaca que los combustibles producidos en 2017 alcanzaron un alto nivel de calidad reconocido en los mercados internacionales. Incluso, asegura que la puesta en vigencia a partir de 2020 de nuevos estándares de los combustibles que utilizan los barcos, conocida como Marpol, abre nuevas oportunidades a Reficar, pues pocas refinerías latinoamericanas pueden ofrecerlos.

La compañía logró vender en el país 64 por ciento de sus productos refinados y exportó el 36 por ciento restante. “La mayoría de nuestra producción la destinamos al consumo nacional, lo que nos ha permitido dejar de importar”, asegura De la Espriella. Esto la convirtió en una de las protagonistas de la reducción en el déficit comercial por la vía de la sustitución de importaciones. Al producir buena parte de los combustibles que consume el país, logró sustituir compras en el exterior por casi 8 millones de barriles de gasolinas y 16 millones de barriles de diésel, lo cual representó 1,7 billones de pesos.

También tuvo enormes eficiencias. Hasta 2016 Reficar utilizaba para elaborar sus productos 50 por ciento del crudo nacional –más pesado– y el 50 por ciento restante de crudos livianos importados. El año pasado esa ‘dieta’ cambió y lograron alcanzar un promedio de 55 por ciento de crudo nacional en el año completo, aunque en diciembre lograron incluso cargarlo en un 70 por ciento.

Esto fue posible, dice el directivo, porque esta refinería es una de las más modernas del hemisferio y sus condiciones tecnológicas especiales le permiten desarrollar productos con unas condiciones muy especiales que el mercado valora. De hecho, esperan que este año la carga de crudo nacional esté en promedio por el orden del 65 por ciento.

En términos financieros, también es una de las más eficientes, pues alcanza un margen de 13 dólares. Esta cifra es la diferencia entre lo que le cuesta a Reficar procesar el crudo pesado y lo que obtiene con la venta de sus productos refinados –ya sea gasolina o diésel–. Un margen nada despreciable.

También es una de las que logra aprovechar mejor sus materias primas. Por ser una refinería de alta conversión, logra que el crudo procesado se convierta en un 97,5 por ciento en productos de valor, lo que implica un desperdicio mínimo. Las refinerías de baja conversión solo logran un 50 o 60 por ciento de productos de valor y las de mediana conversión llegan hasta un 80 por ciento –como Barrancabermeja–. El porcentaje restante destruye valor ya que hay que vender esos subproductos en el mercado a un precio inferior a la cotización Brent.

Los planes para 2018 siguen siendo muy auspiciosos, según el presidente de Reficar, quien asegura que “el compromiso es muy grande, no nos podemos dormir y después de un 2017 muy bueno, lo que viene para este año es más retador”. Además de aumentar las ventas y exportaciones y de alcanzar un mayor ebitda, la compañía comienza a soñar con expandirse.

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Actualmente, puede procesar 150.000 barriles de petróleo al día, pero avanza en los planes para reactivar la operación de una antigua unidad de crudos de la Refinería de Cartagena e integrarla a la nueva. Esta unidad podría sumar unos 45.000 barriles adicionales de capacidad, ya que pese a que su capacidad total es de 80.000 barriles, presenta algunos problemas logísticos que disminuyen su operatividad.

Esta cifra de producción la acercaría a los niveles de la refinería de Barrancabermeja, que tiene la mayor capacidad en el país con 240.000 barriles. Pero los planes de Reficar comienzan a recortarle terreno.