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José Miguel Santamaría Uribe

ECONOMÍA

Cero y van diez

Esto no es la primera vez que pasa. Es más, parece ser la historia de los diálogos de paz.

José Miguel Santamaría
20 de septiembre de 2024

El Estado colombiano ha tratado de buscar la anhelada paz durante años. Muchísimos procesos de conversaciones fallidos. Muy pocos exitosos. Pero, eso sí, todos entregando una gran impunidad a los maleantes.

Es que hacer las paces aceptando todo y entregándose a la contraparte termina siendo relativamente fácil, aunque en el caso del ELN ni así se ha podido llegar a acuerdos.

La mayoría de grupos narcoguerrilleros han utilizado los procesos de paz y de negociación con el Estado colombiano para fortalecerse, nunca para lograr un verdadero acuerdo. Sé que es políticamente incorrecto pensar en la guerra, pero la realidad es que poco ha servido tanta conversadera.

Cuando estaba en la universidad tuve la oportunidad de ver clase de historia de Colombia con el general Alváro Valencia Tovar. Era una clase que parecía más de estrategia militar que de historia, ya que nos mostraba cómo en la Batalla de Boyacá se organizó el ejército patriota y las razones por las cuales se ganaban las batallas. Adicionalmente a estos relatos, tener enfrente a un protagonista de la historia es interesante.

El general nos relató cómo en el gobierno de Alfonso López Michelsen, en el año 1976, el ejército tenía totalmente acorralado al ELN en la cordillera de San Lucas, en un cañón, que no tenían escapatoria. Esta iba a ser la derrota final de este movimiento que tanto daño le ha causado al país. Pero en ese momento llegó desde palacio la orden de retirada, porque se iniciaban diálogos con ese movimiento.

Esto no es la primera vez que pasa. Es más, parece ser la historia de los diálogos de paz.

Las personas que verdaderamente conocen al ELN siempre han manifestado que esta guerrilla nunca ha tenido una verdadera voluntad de paz. Los avances de todos los intentos de diálogo han sido pocos y siempre se han caído por incumplimientos de la guerrilla y, lo peor, de ataques inmisericordes contra la población.

El gobierno de Petro, por el hecho de venir de la insurgencia, parecía ser que podría con su idea de paz total y, como lo expresó él, podía llegar a un acuerdo de paz con el ELN en tres meses. Pero han sido más de dos años de incumplimientos que terminaron el 17 de septiembre de 2024 con un ataque de este grupo de bandidos a una base militar en Arauca. Vuelve y juega y hacen lo mismo. ¿Cuántas más oportunidades se le van a dar a este grupo?

Hoy la paz total de Petro debería más bien llamarse el fiasco total: muchas conversaciones con toda clase de delincuentes y, hasta ahora, cero pollitos.

Siempre he pensado en las grandes dificultades que cabecillas al mando de estos grupos terminen firmando estos procesos. Ellos son demasiado poderosos en los territorios donde delinquen. Tienen armas. Y, como manejan el negocio de la droga, tienen mucha plata. No les interesa terminar pensionados, sin mando y sin poder.

No creo que haya habido procesos exitosos de paz en el país. Siempre han quedado por fuera de estos los que verdaderamente hacen daño. El proceso de Santos no sólo no acabó con las Farc (ahora hay tres nuevas Farc delinquiendo), sino que entregó a los pocos que firmaron una impunidad aberrante; hasta les creó una justicia para perseguir a los que los combatieron por años. Da grima ver a estos personajes caminar orondos por el país haciendo juicios morales con esos expedientes criminales intactos. No podemos seguir creando la cultura en Colombia que ser bandido paga.