En virtud de una flexibilización decidida sobre todo ante la necesidad de reactivar la economía, este lunes se reanudaron oficialmente las clases de secundaria en todo el territorio. | Foto: AFP

EDUCACIÓN

Coronavirus: Sudáfrica reanuda las clases entre la alegría y la angustia

Desde esta semana los estudiantes de secundaria retornaron a los colegios, que estuvieron cerrados casi tres meses. No obstante, el ambiente escolar está lejos de ser normal.

AFP
9 de junio de 2020

Son las 07h00 del lunes 8 de junio, el sol brilla pero aún no ha entibiado al polvoriento municipio sudafricano de Tembisa. Sin embargo, decenas de estudiantes de secundaria, en uniforme y portando mascarillas sanitarias, se apiñan en una larga fila frente a su colegio, que por fin reabre sus puertas.

"¿Ha visto cuántos hay? La escuela les faltaba", comenta Eddie Kekana, director del instituto público de secundaria Winnie Mandela, ubicado en un suburbio grande y pobre de Johannesburgo. "La escuela es su única esperanza", añade. 

Desde el 19 de marzo, fecha en la que comenzó del confinamiento estricto decretado por el presidente Cyril Ramaphosa para combatir la pandemia de la covid-19, las escuelas sudafricanas han estado cerradas.

En virtud de una flexibilización decidida sobre todo ante la necesidad de reactivar la economía, este lunes se reanudaron oficialmente las clases de secundaria en todo el territorio.

"Estoy muy feliz, pero también tengo mucho miedo de volver", señala Lefa Ramoroka, de 21 años, vestida con pantalones grises muy cortos y chaqueta azul, colores de su instituto. "Nunca pensé que volvería a ver a mis amigos", añade con los ojos brillantes y nariz y boca cubiertas por una mascarilla colorida.

"Con frecuencia no hay agua en la escuela", dice justificando sus temores. "¿Cómo podemos así respetar las reglas de higiene contra covid-19?", se inquieta. El director se contenta: al menos el saneamiento funciona.

Cursos por audio   

Dos grandes cisternas verdes proveen el agua necesaria, y aún deben conectarse otras dos de color amarillo en las instalaciones sanitarias de estos edificios prefabricados, pero para ello falta dinero.

A la entrada, los profesores toman la temperatura a cada estudiante, que debe responder a un rápido cuestionario sanitario: "¿tienes tos?", "¿te duele la garganta?", "¿has perdido el sentido del olfato?"

Cada alumno dispone de un pupitre en el aula, pero han sido distribuidos en 14 salones en lugar de los seis habituales para mantener las distancias. En cada uno hay unos veinte alumnos contra más de cuarenta, normalmente.

"Finalmente podremos enseñar con estándares satisfactorios", dice Steve Shaku, profesor de matemáticas, quien se coloca una visera protectora sobre su mascarilla. 

"Ahora tenemos que recuperar el tiempo perdido", advierte su colega Noko Matloa. Durante casi tres meses, intentaron enseñar a distancia. Pero era imposible hacerlo por videoconferencia. "Los videos consumen mucho espacio y crédito en Internet", dice Steve Shaku, quien enseñó vía WhatsApp con mensajes de audio y documentos escaneados.

Una nueva manera de vivir" 

Pero, Eliza Manasse "no podía ver todo". "Tengo un móvil muy pequeño", explica la joven, quien vive junto a su madre soltera y hermanos. A Lefa Ramoroka, cuando podía, un vecino le prestaba su celular.

A las 09h30 ya se desarrollan todos los cursos. Sobre 263 inscritos, 234 dijeron presente en el liceo Winnie Mandela. Dos alumnos fueron devueltos a sus casas, uno por un resfrío y otra por estar embarazada.

Todo comienza con consignas higiénicas. "Hoy aprenderán una nueva manera de vivir", dice el director a los alumnos. "Nada de abrazos, ni darse la mano, ni besos", resume un profesor.

"En tanto alumnos, no somos buenos para el distanciamiento social. Nos gusta tocarnos", explica Delin Walend, mientras otras chicas conversan con las mascarillas bajas.

Algunos estudiantes están sorprendidos: "Cuando los casos (de coronavirus) eran pocos, no teníamos clases, ahora que son muchos sí...".