l coordinador de la Misión, Clemente Forero, leyó algunas líneas de la proclama 'Por una sociedad del conocimiento para la próxima generación' durante la entrega del informe. | Foto: Andrés Felipe Castaño Jiménez-vicepresidencia

EDUCACIÓN

Los niños y científicos soñamos cosas parecidas para el futuro de Colombia: la proclama de la Misión de Sabios

La proclama 'Por una sociedad del conocimiento para la próxima generación', que da introducción al informe que entregó la Misión de Sabios al presidente, incluye la visión de los niños sobre el futuro del país. Semana Educación replica el contenido de este texto en el que los 47 sabios proponen cuál debe ser el rumbo de desarrollo de Colombia.

12 de diciembre de 2019

Tras diez meses de trabajo, la semana pasada la Misión Internacional de Sabios 2019, conformada por 46 expertos y académicos, entregó al presidente Iván Duque el informe que contiene sus propuestas para repensar el país en los próximos años.

El presidente Duque describió el documento de 300 páginas como un “sueño” que se “cristalizó” en una “creación colectiva de 300 días, pensada no en el próximo día, sino en la próxima generación”.

La visión de país de esa próxima generación a la que hizo referencia el presidente Duque es la que da inicio al informe. Durante el evento en el que se entregó el documento, el coordinador de la Misión, Clemente Forero,  leyó algunas líneas de la proclama ‘Por una sociedad del conocimiento para la próxima generación‘, la cual incluye la visión de los niños y niñas sobre el futuro del país. Semana Educación replica el contenido de este texto en el que los 46 sabios proponen cuál debe ser el rumbo de desarrollo de Colombia, basándose en lo que esa próxima generación quiere para el país.

Proclama: Por una sociedad del conocimiento para la próxima generación

Un país en donde todas las niñas y los niños puedan estudiar; en donde podamos tomar agua del río; en donde las personas sean alegres y vivan en paz; un país libre de violencia y en donde se pueda salir de la casa sin miedo; en donde haya convivencia entre las personas y se cuiden los animales, no haya hambre y recibamos bien a los inmigrantes; un país de todos los colores, en donde la tecnología se use para el bien, todas las basuras se reciclen o se conviertan en abonos, y la ciencia nos permita descubrir cosas fantásticas; en donde se respete a los indígenas y a los afrocolombianos, y haya oportunidades para los campesinos y las personas de bajos recursos; en donde todos tengan los mismos derechos, y los colegios no pongan problema para recibir a niños discapacitados; en donde la educación no se sienta como obligación y todos puedan aprender muchas cosas para lograr lo que quieren hacer en su vida; en donde los pobres y los inmigrantes tengan donde dormir; un país en donde se logren hallazgos científicos que le sirvan a todo el mundo; en donde todos nos respetemos y se crea en las ideas de los niños y de los adultos. 

Lo anterior es el sueño combinado de muchos niños y adolescentes sobre lo que esperan que sea nuestro país dentro de 20 años. Es el sueño de Isabela, Carlos y Andrés de Mocoa, en el Putumayo; el de Angie de Pereira y Valeria de Puerto Concordia en el Meta; el de Tomás en Rionegro y Valentina en Manizales; el de Samantha, Samuel, Santiago y Diego de Buinaima, en Bogotá, y el de varios centenares de niños y jóvenes que viven en las ciudades y campos de nuestro territorio, quienes nos contaron sus sueños de país y lo que esperan de la ciencia en textos y poemas, o dibujados sobre banderas, árboles, montañas verdes, metros amarillos y ríos azules. 

Pero este también es el sueño compartido de los investigadores y científicos colombianos y de otros países que conformamos la Misión Internacional de Sabios 2019 por la Ciencia, la Tecnología, la Innovación y la Educación. Los niños de las grandes ciudades y de las pequeñas poblaciones de nuestro país y los científicos soñamos cosas parecidas. Los niños y los adolescentes tienen la capacidad de imaginar un futuro para Colombia; los investigadores, que trabajamos en los laboratorios o que nos desplazamos por el país, tratando de entender a las personas, las comunidades, las riquezas naturales o los mares nacionales, luchamos para conservar la curiosidad y la capacidad de soñar el futuro que tuvimos en nuestra infancia. 

Pensar, diseñar y construir ese país posible es una tarea a la que todos los colombianos estamos convocados. Lo que ha hecho este grupo de investigadores, desde el científico que recorrió durante un mes las costas de nuestro país para pensar la Misión, hasta el premio Nobel que nos acompañó en nuestro ejercicio propositivo, fue simplemente señalar una ruta para llegar a ese país de los sueños compartidos. Conscientes de los planes que desarrollan los gobiernos para sus períodos de cuatro años, tratamos de partir de una visión de lo que puede ser la Colombia de la próxima generación, la que vivirán estos niños dentro de 20 o 30 años. Quisimos anticipar los logros y los problemas que vivirán, y pensar en lo que se debe hacer para prepararnos y para que las nuevas generaciones, a partir de la próxima, cosechen los frutos de esta reflexión. 

En la búsqueda de esos caminos, encontramos que el conocimiento científico, la investigación guiada por la curiosidad, los desarrollos tecnológicos, la innovación y la creación, sostenido por una educación a la que todos puedan acceder, de calidad, y que forme no solamente las mentes sino el carácter de las personas, abre las puertas de ese país que esperan vivir los niños y los jóvenes de Colombia; un país en donde los niños puedan no solamente soñar sino imaginar, crear, experimentar y descubrir; un país en donde también los adultos y los adultos mayores tengan amplias oportunidades de aprender a lo largo de sus vidas. 

Por ello, la Misión propone, como primera gran tarea de nuestra sociedad, que el Estado, las familias, las empresas grandes y pequeñas, nuestros maestros y, nosotros los investigadores entre ellos, permanezcamos vigilantes para que todas las niñas y niños, desde el momento de su concepción hasta los cinco años, accedan a una educación diseñada para ellos, con nutrición adecuada, acceso a la salud, afecto, respeto y atención. Esta sería la manera de romper las brechas, para que todos puedan aspirar a llegar a las escuelas, los colegios y las universidades e institutos con que sueñan; y luego a los laboratorios de investigación, a los talleres, estudios y empresas, con igualdad efectiva de oportunidades y con las capacidades necesarias para aprovecharlas. 

Cuando se piensa en el país de esa nueva generación, la educación integral de cero a cinco años se convierte en la más alta prioridad. Allí empieza todo. En ese corto espacio de tiempo se establecen más del 90 % de las conexiones neuronales del cerebro humano, se aprenden la empatía y la convivencia, la ética, la aceptación de la diversidad, la creatividad y se desarrolla la capacidad de ser felices. El Estado y la sociedad han dado pasos para avanzar en este sentido, y han logrado avances durante décadas, pero es indispensable llegar más allá y más pronto. 

También estamos pensando en nuestros adolescentes. Queremos verlos estudiando, desarrollándose, abriendo opciones de vida, construyendo su libertad a partir de una educación media diversa, que aproveche los potenciales de la economía local y de la cultura y las tradiciones de la comunidad. Queremos que continúen soñando con la libertad de escoger sus destinos que les ofrece una educación de calidad. Esperamos que todos tengan las bases científicas y culturales necesarias, la comprensión de sus contextos local y global, para enfrentar los cambios de actividad que les esperan en sus vidas por cuenta de los avances de la ciencia y de la tecnología, cualquiera que sea el camino que hayan escogido. Abrirles este abanico de opciones y darles la posibilidad de elegir quiénes serán, no sólo es un sueño compartido sino una tarea urgente en un país que aspira a derrotar la violencia, la inseguridad y la frustración. 

Nuestros jóvenes están demandando que las universidades, los centros de investigación, los empresarios, los trabajadores, los maestros, los investigadores, las instituciones del Estado y los innovadores sociales asuman nuevos roles. Una concertación de todos ellos es necesaria para avanzar, porque para ello se requieren recursos, empezando por los del Estado que se ha comprometido en este gobierno a hacerlo, y que tiene que ganarse la confianza del sector privado en esta apuesta por el futuro. 

La Misión de Sabios, que convocó en febrero de 2019 el señor Presidente de la República y cuya orientación le encargó a la señora Vicepresidente, hace un llamado al Gobierno nacional, a las regiones y a la sociedad colombiana a hacer esfuerzos, que van más allá de lo planeado hasta ahora, para fortalecer las ciencias básicas naturales, sociales y humanas, y la creación artística. Sin el concurso de las ciencias y las artes, ningún país ha logrado desarrollar tecnología ni procesos continuados de innovación y de diseño, y por ende de fortalecimiento sostenido de su productividad y su competitividad. Cuando Colombia haya desarrollado suficientemente estas ciencias, será más fácil estimular la demanda de las empresas por el conocimiento que les asegurará su supervivencia. 

Los esfuerzos que se requieren implicarán contratación de créditos, reorientación de presupuestos y propuestas de actos legislativos reformatorios de la Constitución, para que las regiones destinen 25% de las regalías a la educación de la primera infancia, la creación de centros regionales de innovación, y el impulso a la investigación y a las redes de centros comunitarios de innovación. 

Para aprovechar esos recursos de la mejor manera posible, la Misión de Sabios se desdobla a partir de hoy en cinco misiones, que tienen la virtud de combinar la investigación básica y la creación con los procesos innovadores y las acciones para transformar los procesos productivos y la vida de las ciudades y de las comunidades. 

  1. Colombia tiene hoy la oportunidad de desarrollar el conocimiento necesario para aprovechar el valor del agua y para prepararse para el cambio climático global. Las metas de esa búsqueda de conocimiento apuntan a que en 2030 todos los colombianos tengan acceso al agua potable, mantengan la calidad de sus cuerpos de agua y protejan a la sociedad frente a eventos extremos. 
  2. Nuestro país necesita conocer, potenciar y aprovechar los recursos de su diversidad biológica y cultural para construir una bioeconomía y una economía creativa que liderarán la transición a un nuevo modelo productivo. Con este conocimiento se podrán transformar los sectores que producen alimentos, productos farmacéuticos, textiles, cosméticos, energía, contenidos para las industrias creativas, etc. Pero especialmente se preservará la diversidad, se fortalecerán las identidades culturales y se generará un sentido de pertenencia muy necesario para el país. 
  3. Colombia puede adoptar un nuevo modelo productivo, sostenible y competitivo como el que le ofrecen la revolución industrial en ciernes, la producción integrada, la convergencia de tecnologías y disciplinas, y la transición hacia una energía más amigable con el medio ambiente. Si ello ocurre, podremos tener industrias verdes, usar materiales inteligentes y sostenibles, aprovechar inmensas posibilidades de energías renovables, recoger los frutos de estar todos conectados y disminuir las brechas entre la vida rural y la de las ciudades.
  4. Estos caminos deben converger hacia una Colombia más equitativa. Muchos países del mundo enfrentan hoy riesgos de fragmentación social por la exclusión histórica de grandes capas de su población. Por ello pensamos que el crecimiento económico sólo es sostenible si se acompaña de equidad e inclusión, con políticas sociales que incorporen conocimiento interdisciplinar para trascender una mirada asistencialista. El 14 papel de la ciencia y la innovación social en el diseño de soluciones para cada contexto es esencial para alcanzar los objetivos de una Colombia con oportunidades para todos. 
  5. Colombia requiere crecer y ser más equitativa. Estos no son objetivos incompatibles, como lo muestran variadas historias de países que han logrado avanzar simultáneamente en el logro de esos propósitos cuando han optado por ofrecer acceso a la educación a amplias capas de su población. Conscientes de ello, todos los miembros de la Misión hicimos reflexiones y propuestas sobre las tareas en las que debemos avanzar para que muchos más puedan acceder a una educación de calidad que contribuya a cerrar las brechas y que abra el camino hacia una Colombia que progresa por el conocimiento y el trabajo de su gente. 

Cuando las naciones se proponen objetivos grandes, transformaciones significativas, metas ambiciosas pero posibles, definen misiones. En las misiones convergen las decisiones y los esfuerzos de ministerios, entidades, organizaciones y empresas con los aportes y anhelos de los ciudadanos. Hoy, los miembros de la Misión de Sabios estamos proponiéndole al Gobierno nacional que, en representación de la Nación entera, dé los pasos definitivos hacia la ruta que nos llevará a la Colombia del conocimiento, para que ese sea el legado que le dejemos a la próxima generación.