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  Alfonso Herrera, como Ignacio de la Torre y Mier, el yerno del presidente que organizó el baile. Él y su amante, Evaristo Rivas, encarnado por Emiliano Zurita, protagonizan osadas escenas de sexo.
Alfonso Herrera, como Ignacio de la Torre y Mier, el yerno del presidente que organizó el baile. Él y su amante, Evaristo Rivas, encarnado por Emiliano Zurita, protagonizan osadas escenas de sexo. | Foto: netflix

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El baile de los 41, la película gay mexicana de la que todos hablan

La cinta El baile de los 41 evoca el escándalo homosexual que estremeció a México hace 120 años y en el cual se vio implicado un yerno del dictador Porfirio Díaz. Se puede ver en Netflix ahora que comienza el mes del orgullo LGBT.

5 de junio de 2021

En México, el número 41 fue por años tan aborrecido como lo suele ser el 13. Se le asociaba con la homosexualidad, pues esta era vista como lo más execrable del mundo. La cifra no tenía ninguna validez y era ofensiva para los mexicanos, comentó el escritor Francisco L. Urquizo, a tal punto que se pasaba por alto en el Gobierno y el Ejército (no había regimientos con ese número). Tampoco se usaba en la nomenclatura de las casas ni en las habitaciones de hoteles u hospitales. “Nadie cumple 41 años, de los 40 se salta a los 42”, escribió Urquizo.

Todo por los hechos que evoca ahora la cinta El baile de los 41, sucedidos en el México de 1901, momento en el que el país vivía bajo la mano fuerte de Porfirio Díaz, quien ya iba por las dos décadas de las tres que duró su régimen. La floreciente capital reflejaba el progresismo del mandatario, pero también su apego a la moral católica, al machismo, a la relegación de la mujer y a la heterosexualidad como única manera de ser ‘normal’.

La cinta, dirigida por David Pablos, se introduce en el seno mismo del hogar de don Porfirio, o “la familia real”, como se la conocía, cuando él casa a su hija ilegítima, Amada, fruto de su romance con la soldadera indígena Rafaela Quiñones. Es un matrimonio de conveniencia, en el cual el novio, Ignacio de la Torre y Mier, acepta darle la prestancia social que ella necesita, en tanto que el presidente promete colmar sus ambiciones políticas.

   Mabel Cadena es Amada Díaz, la hija predilecta del presidente Porfirio Díaz (derecha). Arriba, los verdaderos Ignacio y Amada. De una hermana de él, Susana, descienden Carolina y Alberto de Mónaco.
Mabel Cadena es Amada Díaz, la hija predilecta del presidente Porfirio Díaz (derecha). Arriba, los verdaderos Ignacio y Amada. De una hermana de él, Susana, descienden Carolina y Alberto de Mónaco. | Foto: Dominio público/Wiki Commons / Harlingue-Roger Viollet vía-getty images

Pero resulta que Ignacio lleva una doble vida. De día es el rico hacendado del azúcar, petulante, gran jinete y “el yerno de la nación”. De noche, se junta con los otros 41 miembros de una hermandad homosexual que se funde en fiestas, operetas, travestismo y orgías.

Ignacio encuentra el amor en un compañero del Congreso, Evaristo Rivas, dandi como él, y lo introduce en la cofradía. La pareja protagoniza candentes escenas de homoerotismo, que le han valido a la cinta el rótulo de escandalosa.

Amada no es feliz en el matrimonio. Ignacio no la complace sexualmente, mientras el dictador los presiona para que le den un nieto. Ante las llegadas de su marido al amanecer, ella sospecha, lo descubre todo y confronta a su rival en su propia casa. Prefiere callar ante las fuertes represalias que podría tomar su padre si se entera de la vida que él le da. Además, las relaciones políticas entre suegro y yerno se agrietan. De la Torre deja la habitación matrimonial y se instala en otro cuarto de la casa, hasta donde su mujer lo persigue para seducirlo. Desesperada porque no le suscita el mínimo deseo, intenta encerrarlo.

Díaz se entera de la vida licenciosa de Ignacio y duda de su lealtad, así que manda a espiarlo. En uno de esos seguimientos, se descubre que asiste al que llegaría a ser conocido como “el baile de los 41”, en una redada de la Policía. Hay que ver la cinta para saber lo que sucede a continuación, pero se acerca mucho a la realidad.

No se tiene constancia de la existencia de la hermandad gay, pero sí se sabe que en el México de ese momento no eran nada raros los convites de solo hombres o solo mujeres, muchos de ellos travestidos, que eran en realidad reuniones de homosexuales, a veces camufladas como fiestas de disfraces.

El baile sí es totalmente verídico y tuvo lugar la noche del 17 de noviembre de 1901. Si se tiene conocimiento de él hoy es porque la batida también ocurrió, según registros de la época. Un policía se percató del festín en una casona en la colonia Tabacalera, en los extramuros de la ciudad.

Al tocar la puerta, un travesti le abrió y se encontró con la peculiar escena que narró un periódico de entonces: “Entre algunos de esos individuos fueron reconocidos los pollos (dandis) que diariamente se ven pasar por Plateros. Estos vestían elegantísimos trajes de señoras, llevaban pelucas, pechos postizos, aretes, choclos (zapatos) bordados y en las caras tenían pintadas grandes ojeras y chapas de color. Al saberse la noticia en los bulevares, se han dado toda clase de comentarios y se censura la conducta de dichos individuos. No damos a nuestros lectores más detalles por ser en sumo grado asquerosos”. Entre esos pormenores se cuenta “la rifa de Pepito”, cuyo premio era acostarse con un prostituto.

   Aunque el régimen trató de silenciar el escándalo, la prensa lo registró en páginas satíricas, como esta del periódico Hoja Suelta, en la que aparecen los 41, mitad vestidos de frac, y mitad, de travestis.
Aunque el régimen trató de silenciar el escándalo, la prensa lo registró en páginas satíricas, como esta del periódico Hoja Suelta, en la que aparecen los 41, mitad vestidos de frac, y mitad, de travestis. | Foto: netflix / Dominio público/Wiki Commons

Los organizadores de la velada fueron Antonio Adalid, alias Toña la Mamonera, ahijado de los emperadores Maximiliano y Carlota, y el propio Ignacio de la Torre, cuya posición le valió que las autoridades le facilitaran la huida a través de los tejados. Por eso se habla de los 41 y no de los 42.

El solo allanamiento fue ilegal, lo mismo que la detención de los participantes y otras violaciones a sus derechos, como ponerlos a barrer un cuartel con sus trajes femeninos. En ese momento, la homosexualidad no era castigada como tal en México, pero sí se perseguía como una ofensa a la decencia. El Gobierno censuró la información sobre el escándalo en la prensa (nunca dejó ver a los festejantes) y se valió de la defensa de las buenas costumbres para que se hicieran más frecuentes las redadas, que escondían una índole política. Aun así, algunos medios alcanzaron a registrar el incidente, la historia se insertó en la cultura popular y nació la mala fama del 41.

Los detenidos que carecían de dinero e influencias fueron condenados a trabajos forzados en Yucatán. Algunos se enrolaron en el Ejército para mejorar sus condiciones, y casi un siglo después, escarbando en los archivos, se conocieron sus nombres. De resto, la identidad de los demás sigue siendo un misterio.

Para el gran intelectual Carlos Monsiváis, el baile marca el surgimiento de la identidad sexual moderna en México y es equiparable con la marcha del orgullo gay que se repetirá este mes en todo el planeta.

Alfonso Herrera, famoso en la adolescencia por su actuación en la telenovela Rebelde e intérprete de Ignacio, afirmó en una columna para The Washington Post que la cinta “nos cuestiona y restriega la deuda que tenemos con la comunidad (LGBT)” y que es la historia de “una resistencia social que necesitaba llegar a las nuevas generaciones”.

El dictador cayó en 1911 tras el estallido de la revolución, liderada, entre otros, por Emiliano Zapata, quien había sido peón en las fincas de Ignacio de la Torre y Mier. El destino de este último, muerto en 1918, fue ingrato: su vida política se derrumbó, cayó en la ruina y fue despreciado siempre por el fuerte rumor de su homosexualidad. Amada jamás lo abandonó.