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Charles Manson congregó a un grupo de jóvenes y los llevó a cometer crímenes atroces. | Foto: A.F.P.

ESCÁNDALO

Charles Manson y su familia vuelven a las primeras planas

Leslie van Houten, parte de la 'Familia' que protagonizó el crimen más macabro de los Estados Unidos en el siglo XX, está cerca de salir libre. Esta es la historia de ese aterrador episodio.

23 de abril de 2016

La actriz Sharon Tate tenía ocho meses y medio de embarazo cuando, en la noche del 9 de agosto de 1969, Tex Watson, Susan Atkins, Patricia Krenwinkel y Linda Kasabian irrumpieron en su casa de Los Ángeles. Hasta ese momento la vida le sonreía. La hermosa rubia gozaba de una carrera exitosa y estaba casada con el director de cine Roman Polanski, quien estaba en Londres trabajando. Todo se derrumbó en minutos. Sharon presenció con horror cómo los asaltantes golpearon y acuchillaron brutalmente a sus tres acompañantes en la casa de 10050 Cielo Drive. Entre ellos había un famoso peluquero, un amigo de Polanski y su pareja, la heredera del emporio cafetero estadounidense Abigail Folgers. Ella murió al final, de 16 puñaladas. Los asesinos usaron la sangre de las víctimas para escribir en la puerta de la casa y las paredes la palabra “pig”, o “cerdo”. Los cuerpos tenían sogas en el cuello, heridas profundas. Por eso las imágenes de la escena del crimen redefinieron lo macabro.

Fue el primer golpe mediático del culto liderado por el demente Charles Manson, al cual este llamaba su ‘familia’. Pero no fue el último. La noche siguiente, del 10 de agosto, el propio Manson y cinco personas más emprendieron la caza por nuevas víctimas. En la casa ubicada en 3301 Waverly Drive. Manson ingresó, ató a Leno LaBianca y a su mujer Rosemary, y antes de partir le ordenó a Watson, Krenwinkel y, esta vez, a Leslie van Houten, asesinarlos a sangre fría y “sin desórdenes” como había pasado la noche anterior. Van Houten, de apenas 19 años, había sido tesorera en su escuela, reina de belleza de su generación y miembro del coro de la iglesia. Ella sumó las últimas 16 puñaladas de las 41 que acabaron con la vida de la señora. Los asesinos se ducharon juntos y comieron la patilla que sus recientes víctimas tenían en la nevera. En esta escribieron “Helter Skelter” con la sangre de los LaBianca y “death to pigs” en las paredes.

Tras meses de investigación y búsqueda, las autoridades dieron con los criminales. Los encontraron en el rancho Spahn, un lugar antes usado para filmar películas que la ‘familia’ de Manson llamaba hogar. Tras un juicio marcado por la locura, las miradas socarronas de las inculpadas y las afrontas de Manson a su defensor y al juez, Watson, Atkins, Krenwinkel, Van Houten y Kasabian recibieron penas de muerte en la cámara de gas. Manson, quien hábilmente se había separado de los crímenes y enfrentaba cargos menores por incendio provocado y robo de autos, solo fue hallado culpable de los siniestros gracias al testimonio de Linda Kasabian. Ella detalló los hechos, ilustró la influencia directa de Manson y a cambio recibió inmunidad. Empezó una nueva vida años después en el noroeste de Estados Unidos. Al resto le esperaba la muerte, el ‘ojo por ojo’.

¿Segunda oportunidad?

Van Houten y el resto de sus compinches evitaron la sentencia original pues la Corte Suprema californiana tumbó la pena de muerte en 1972. Por eso quedaron ligados a cadenas perpetuas con la posibilidad de libertad condicional. Manson y Watson (hoy un pastor en prisión) siguen encerrados, Susan Atkins murió en 2009, Patricia Kernwinkle sigue recluida en la prisión de Corona, California, y Van Houten, desde esa misma prisión, acaba de volver a las primeras planas.

En efecto, la junta de libertad condicional le otorgó ese beneficio, tanto por haberse arrepentido como por haber demostrado un comportamiento ejemplar en sus años de reclusión.

Los familiares y conocidos de las víctimas, que cargan con la eterna pena de la pérdida, no se han quedado callados. En redes sociales y en medios elevaron sus voces indignadas.

La primera fue Cory LaBianca, hija de la pareja de la segunda noche. Aseguró que “quizás Leslie ha sido una prisionera modelo. Pero ¿saben algo? Nosotros todavía sentimos la pérdida. Mi padre nunca tendrá la posibilidad de libertad condicional, mi madrastra no recuperará su vida. No hay manera en la que pueda estar de acuerdo con la decisión”. LaBianca también insistió en que hará fuerte lobby para evitar que el gobernador de California, Jerry Brown, apruebe la propuesta y la haga oficial. En manos del gobernador reposa la decisión final y este no se ha expresado aún al respecto.

A esta voz se ha sumado enérgicamente la familia Tate. Debra, hermana de Sharon, abrió una petición online para que la gente le demuestre al gobernador que “la sociedad no puede confiar en alguien que cometió un crimen de tal sevicia y sin mostrarse arrepentida por años”. Al cierre de esta edición, 15.000 personas habían sumado su firma. Pero esta lucha no es nueva para esa familia. Desde 1978, cuando Tex Watson enfrentó a la junta de libertad condicional, y en tiempos en los que ni fiscales ni familiares de víctimas podían asistir a las reuniones de la junta, Doris Tate, madre de Sharon, emprendió una campaña frente a la opinión pública para que le fuera negada la libertad y lo logró. Hoy sus familiares confían en que su misma causa vuelva a surtir el mismo efecto.

La defensa de Van Houten, a quien ya le habían rechazado la libertad condicional 19 veces, asegura que si bien es evidente que su rol y sus acciones fueron nefastas, poco se habla de lo bueno que ha logrado en estos años. Su abogado Richard Pfeiffer resalta que Van Houten se volcó a estudiar, consiguió graduarse de una maestría tras las rejas. También anotó que ha sido clave en crear y liderar varios grupos de autoayuda para las reas que les presta un apoyo invaluable. La agencia AP reveló declaraciones de Van Houten a la junta: “No dejo de culparme por lo que hice”, y añadió, “Nada sobre lo que sucedió me hace sentirme bien conmigo misma”. Según el diario LA Times, tras cinco horas de reunión, Ali Zarrinnam, uno de los comisionados que dieron luz verde a su salida, hizo eco de la defensa: “Su comportamiento habla por sí solo, 46 años sin sumar una sola violación a las reglas”.

Para Alisa Statman, quien publicó el libro Restless Souls (Almas inquietas) basándose en el testimonio de la familia Tate, el caso pone en evidencia que con el paso del tiempo se pierde de vista el horror. Statman dijo a SEMANA: “Hasta la propia Leslie ha asegurado en varias ocasiones que no existe restitución para el asesinato. Y también hay que entender que el sistema carcelario en California se enfoca en la penitencia, no en la corrección. Por eso, las víctimas creen que la rehabilitación no debería ser tomada en cuenta”.

Rancho ‘Helter Skelter’

“Charlie es amor, ¿sabías que es Jesús?”, expresaban varias de sus seguidoras en el rancho Spahn. Allá, en un escenario desfasado de sexo entre todos, en el que se consumía LSD en copiosas cantidades y en el que las mujeres solo comían después de los perros, Manson congregaba a su rebaño de psicodelia retorcida y predicaba la importancia de Helter Skelter a su culto de muerte disfrazado de iluminación.

El lunático, cuya madre aseguró que la asustaba con su mirada desde los 5 años, pretendía desencadenar una guerra de razas con sus crímenes. Bautizó su causa como la canción de los Beatles (lanzada en el White Album, en 1968), y aseguraba que la banda apoyaba su causa y le hablaba a través de sus canciones. Luego de desencadenar la guerra entre negros y blancos que depuraría la población de color, Manson planteaba llevar a su rebaño al desierto, desde allá dominaría el mundo. Pero la acción de la Policía truncó sus planes.

La ‘familia’ protagonizó quizás la saga de asesinatos con más repercusiones culturales en la historia. Manson, como apellido, todavía es sinónimo de maldad, demencia contagiosa, multiplicable y de consecuencias nefastas. Grupos de rock como Marilyn Manson y Kasabian se inspiraron en ese apellido para sus nombres, mientras fanáticos, escritores, guionistas y periodistas perpetúan el efecto del misterio de toda esta demencia. Para Statman, con el paso del tiempo esta atención glorifica los asesinatos y “hace sentir más pesar por los victimarios que por las víctimas”, concluye.

Se dice que en los años setenta Manson alcanzó a tener 700 seguidores. Hoy, en su página de Facebook, suma miles de likes y fanáticos siguen resaltando su cruzada contra el sistema. Statman no ve cómo contrarrestar el efecto del mundo en red. “Hoy tienen páginas web, cuentas en redes sociales y publican libros y pueden expresar lo buenos que son”. El año pasado una mujer de 26 años, Star Afton Burton, amagó con casarse con Manson y, si bien muchos la tildaron de usar la imagen del criminal para darse un baño de notoriedad, dejó al descubierto que, por más macabro que sea, ese demente sigue contando con una ‘familia’.