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TATIANA, LA LESBIANA

Una colombiana de 33 años llamada 'Tatiana de la Tierra', es la líder de las lesbianas latinas en Miami.

7 de noviembre de 1994

SI LAS COSAS SAlen como están planeadas, el próximo congreso de lesbianas latinas en los Estados Unidos estará presidido por una colombiana. Su nombre de combate es Tatiana de la Tierra. Esta llanera de 33 años, está empeñada en que Miami, "una ciudad de lesbianas tímidas y conservadoras" -según ella-, sea el lugar de reunión de las mujeres que en Estados Unidos son discriminadas no sólo por ser latinas sino por sus preferencias sexuales.

El sueño de Tatiana es que escritoras, artistas, poetisas y productoras de cine lesbianas de Suramérica se alienten mutuamente con las que viven en Estados Unidos para continuar con ha dura batalla de ser reconocidas en todos los sectores de la vida social. "Para la comunidad lesbiana en Estados Unidos no existimos", dice en su apartamento del norte de Miami, donde comparte una estable relación con su amiga Carmen, también colombiana.

Si la cosa es difícil en un país que se ha visto forzado a aceptar el avasallante poder del movimiento gay, en América Latina, sostiene Tatiana, "la batalla es triple, pues hay que lidiar con la familia y los valores". Y en un artículo que escribió sobre su más reciente viaje a Colombia sostiene: "Yo aprendí a respetar el miedo. Aprendí a cogerme de la mano en las carreteras sólo cuando no había luces. Aprendí a amar en áreas designadas. Y aprendí que yo puedo ser una lesbiana en Colombia y ser respetada por eso. No necesito un permiso legislativo para estar orgullosa".

Tatiana, que llegó a Estados Unidos a los ocho años, tuvo su primera experiencia homosexual a los 11 con una amiga. "Yo nací para ser lesbiana, no fue algo aprendido -dice-. "No sabía cómo actuar, pero no sufría". A los 21 años, siendo estudiante de sicología de la Universidad Internacional de la Florida, se enamoró de una bruja llamada Flash Silvermoon, que la introdujo en el mundo del lesbianismo y la hechicería diánica del cual nunca salió. Después de un año la relación terminó y Tatiana, que había finalizado sus estudios y un curso de masajes, empezó una tempestuosa amistad con una mujer que luego la rechazó.

Despechada, metió su mesa de masajes y sus trastos en un viejo Volkswagen y se fue a rodar por Estados Unidos, asistiendo a todos los festivales de lesbianas. Entonces descubrió que el lesbianismo parecía propiedad de las gringas. "Vi que había mucho racismo y que lo hacían a uno no-existir. Para lo único que se mencionaba a las latinas, era para resaltar sus fogosas cualidades en la cama, el mismo estereotipo que existe en las relaciones heterosexuales". Como no estaba dispuesta a guardarse ese sentimiento, Tatiana empezó a enviar sus artículos a decenas de publicaciones gay de Estados Unidos, los cuales, después de un tiempo, empezaron a ser publicados.

A su regreso a Miami fundó, con otras amigas, el grupo las 'Salamandras de Ambiente', de donde fue expulsada por unas pudorosas lesbianas de la ciudad que la consideraron demasiado atrevida. "Me pidieron que me fuera, por decir y escribir la cosas de frente. Yo no me ponía con rodeos y en más escritos decía exactamente lo que una mujer le hace a la otra". Pero no se amilanó. Hace unos meses fundó la revista 'conmoción', con minúscula, porque aborrece las mayúsculas. La revista se define como una 'red revolucionaria de lesbianas latinas'.

Aunque nació en Villavicencio, los recuerdos más intensos de su infancia están en el Tolima. "Mi alma es Colombia" dice Tatiana mientras muestra su colección de discos de música colombiana, los afiches de frutas y los balcones coloniales de cerámica. El apartamento con vista al mar es como un baúl oloroso a incienso, donde Tatiana guarda todos los recuerdos de sus oficios de activista lesbiana, folclorista, curandera y masajista.