Luz Stella Espitia

Opinión

Liderar desde el ser, una acción que perdura con el tiempo

Los líderes que dejan huella son los que transforman la experiencia de los colaboradores a través de la escucha, la disposición, la empatía y el apoyo.

Por: Luz Stella Espitia
5 de septiembre de 2025

¿Qué es más complejo de olvidar: los resultados obtenidos en una campaña o el líder que marcó nuestro paso por una empresa? A lo largo de mi experiencia profesional, he encontrado que lo que perdura en la memoria de los colaboradores no son los proyectos ni las cifras alcanzadas, sino las figuras de liderazgo que dejan una huella. Más allá de las metas cumplidas, lo que realmente influye en el imaginario de quienes integran un equipo son las acciones y actitudes que marcan la forma en que transcurren sus jornadas laborales.

Aunque los estilos de liderazgo son diversos, he comprobado que aquellos líderes que dejan huella no buscan protagonismo ni pretenden llamar la atención, son los que transforman la experiencia de los colaboradores a través de la escucha, la disposición, la empatía y el apoyo. Esto se refleja en cómo enfrentan una dificultad, abren una conversación no tan cómoda o reconocen un límite, generando un efecto más profundo que cualquier herramienta técnica.

Según una encuesta de Gallup, empresa estadounidense de análisis y consultoría reconocida por sus estudios de opinión pública, el 70% de los casos de falta de compromiso en los equipos se debe a situaciones de falta de liderazgo. Además de incrementar el estrés y las intenciones de renunciar, el informe advierte que este tipo de actitudes deteriora la confianza dentro del equipo, lo que puede impactar directamente en la productividad de la empresa.

En mi experiencia en el sector tecnológico, he confirmado la importancia de contar con líderes que sean referentes desde el ser y no únicamente desde el hacer, especialmente por las dificultades y la rapidez que caracterizan a esta industria. En DXC, por ejemplo, hemos acompañado procesos de transformación digital complejos en los que el factor decisivo para el éxito no ha sido la tecnología en sí misma, sino la manera en que los líderes de las organizaciones han escuchado a sus equipos, han gestionado la incertidumbre y han conectado cada reto con un propósito común.

El liderazgo no se sustenta en el cargo, sino en la capacidad de inspirar y movilizar a otros, manteniendo coherencia entre lo que se piensa, se dice y se hace. Para las mujeres que ocupamos roles de liderazgo en tecnología, esto implica también abrir camino para que más mujeres lleguen a posiciones estratégicas, demostrando que se puede liderar con firmeza y empatía, y que la diversidad de perspectivas enriquece los equipos y las soluciones que ofrecemos.

Si aspiramos a convertirnos en esos referentes y generar un impacto positivo en nuestros equipos, necesitamos reflexionar sobre si nuestras acciones nos conducen hacia un propósito que esté planteado más allá de lo operativo. Un camino para evaluarlo es revisar las metodologías que se aplican bajo la mirada del liderazgo ontológico, que invita a liderar desde la esencia y no únicamente a través de los logros.

Este enfoque orienta a observar cómo se gestionan las conversaciones, qué emociones predominan en el equipo y de qué manera influyen en la colaboración y los resultados. También impulsa a identificar creencias o supuestos que puedan limitar las decisiones y a formular preguntas que propicien la reflexión y la generación de ideas. Al poner atención en estos aspectos, se fortalece el desempeño colectivo y se crean las condiciones para un crecimiento sostenible de los entornos corporativos.

En la práctica, esto implica acciones concretas: un gerente de ventas que escucha de manera activa antes de fijar objetivos; un CEO que conecta el trabajo diario con un propósito más amplio; o un líder de proyecto que mantiene la calma en situaciones críticas, transmitiendo seguridad. Por eso, invito a los líderes a detenernos y revisar cómo estamos ejerciendo nuestro rol. Escuchar la percepción de nuestros equipos y evaluar nuestras prácticas no es un ejercicio para señalar errores, sino una oportunidad para alinear nuestro liderazgo con el impacto que buscamos.

Liderar desde el ser implica actuar con integridad, empatía y una intención genuina. No requiere fórmulas sofisticadas, se trata de llevar a cabo una presencia, escucha y compromiso. Puede que su impacto no sea inmediato, pero es el que deja huella, inspira a otros y, con el tiempo, transforma de forma profunda la cultura y los resultados de una organización.

Por Luz Stella Espitia, Country Manager de DXC Technology Colombia & Centro América