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¿Quién parará a Le Pen?

Las primarias de los conservadores tienen a Europa en vilo. El ganador, seguramente François Fillon, será la última barrera entre la ultraderecha populista y el poder.

26 de noviembre de 2016

El expresidente Nicolas Sarkozy ya se veía de regreso al Elíseo, reclamado y coronado por el mismo pueblo que lo había expulsado del palacio presidencial en 2012 para ungir al socialista François Hollande. Su certidumbre se chocó aparatosamente con la victoria sorpresiva del guerrerista François Fillon y con el segundo lugar del moderado Alain Juppé en la primera vuelta de las elecciones primarias de la derecha francesa. Sus ministros cometieron la mayor traición política: aplastaron las ambiciones de su antiguo presidente. Pero tendrán la más grande oportunidad de redención: salvar a Francia de las manos de la ultraderecha populista de Marine Le Pen.

El mejor posicionado para esta misión es Fillon, gracias a su excelente resultado en la primera vuelta de las primarias del partido conservador Los Republicanos, el pasado domingo. El ex primer ministro de Sarkozy comenzó en las encuestas con tan solo el 10 por ciento de intenciones de voto, pero obtuvo casi un 45 por ciento de los sufragios, mientras que el favorito durante toda la campaña, Alain Juppé, logró tan solo el 28,6 por ciento. Sarkozy fue humillado con un escaso 20,7 por ciento de las papeletas, lo que acabó con su sueño de volver al poder. Y todo indica que la victoria de Fillon se repetirá, pues los sondeos dicen que tiene dos de tres votos en la segunda vuelta, lo que explica en parte por qué casi todos sus oponentes derrotados (incluido Sarkozy) votarán por él.

Sin ningún candidato sólido en la izquierda, la principal pregunta de los franceses es cuál de estos dos políticos podrá detener a Marine Le Pen. Según todas las previsiones, la presidenta del partido Frente Nacional pasará a la segunda vuelta de las elecciones presidenciales de abril y mayo del próximo año. Lo que en plata blanca significa que podría llevar a cabo su proyecto ultranacionalista que incluye cerrar las fronteras, salir de la Unión Europea y expulsar a los inmigrantes indocumentados.

Los proyectos políticos de Fillon y Juppé se parecen, pero tienen diferencias fundamentales. El primero es tan austero, severo e implacable como sus propuestas para reparar la economía que Francia sobrelleva desde la crisis de 2008. Para este político, admirador de Margaret Thatcher, que lo llamen neoliberal es un elogio. El hombre de hierro francés promete eliminar 500.000 empleos públicos, suprimir las 35 horas máximas de trabajo semanal y aumentar el tiempo laboral de los funcionarios. En pocas palabras, quiere poner a sudar a los franceses para recuperar la competitividad del país. En el plano social, los progresistas no están muy tranquilos: católico convencido, el diputado es el favorito de quienes todavía luchan por abrogar el matrimonio homosexual, autorizado en 2013. Aunque afirma que no modificará ese derecho, prevé limitar las adopciones de las parejas del mismo sexo. 

Por su parte, Alain Juppé, alcalde de la ciudad de Burdeos, es un conservador de la vieja escuela francesa, paternalista, culto y mesurado. Heredero natural del presidente Jacques Chirac, este excanciller de Sarkozy propone reformas neoliberales prudentes y la reconciliación de los franceses alrededor de lo que él llama “la identidad feliz”, el antónimo de la identidad nacionalista de la extrema derecha. Para sus detractores conservadores, su proyecto político es ingenuo e insuficiente para salvar al país.

Si Fillon gana las primarias, Le Pen deberá enfrentar a un candidato apreciado por los conservadores y los nacionalistas que no gustan del populismo del Frente Nacional. Además, él lograría seducir a los extremistas con sus proposiciones de instaurar cuotas anuales de inmigrantes que entren al país, con su posición crítica contra el aborto y su rechazo a aceptar los crímenes que el Estado francés pudo haber cometido en el pasado. Juppé, al contrario, es demasiado consensual para seducir al electorado de Marine Le Pen.

En el fondo, poco importa si el ganador es un ultraliberal o un conservador moderado, lo importante para muchos franceses es que Le Pen no tome las riendas de la quinta potencia del mundo. Este domingo se sabrá cuál de los dos derechistas será escogido para defender la divisa histórica que esos galos claman ante el Frente Nacional: ¡No pasarán!