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| Foto: Reuters / A.F.P.

CANDIDATOS

Argentina se prepara para ir a las urnas. ¿A qué se enfrenta?

La segunda vuelta electoral del domingo entre el opositor Mauricio Macri, candidato de Cambiemos, y Daniel Scioli, del oficialista Frente para la Victoria, no solo definirá la Presidencia.

14 de noviembre de 2015

Argentina por primera vez enfrentará una segunda vuelta electoral, entre los dos candidatos más votados el 25 de octubre, en una batalla de todo o nada, con la virulencia que esto implica. Lo más dramático es que Daniel Scioli, gobernador de la provincia de Buenos Aires, quien se impuso en la primera vuelta por escasos tres puntos sobre Mauricio Macri (34,5 por ciento), jefe de gobierno de la ciudad de Buenos Aires, ahora está en desventaja.

Con la salvedad de que ninguna encuesta previó el resultado de la primera vuelta, en esta ocasión, casi todos los estudios de opinión pública pronostican el triunfo de Macri, del partido Podemos. Según Poliarquía, Macri obtendría el 48,7 por ciento contra el 40,2 por ciento de Scioli. Así, Macri crecería 14,6 puntos y Scioli apenas sumaría 3,2 sobre los 37 que obtuvo en la primera vuelta.

“Por el momento, Macri está recibiendo un mayor caudal de votos, pero en un escenario que no podemos definir porque hay indecisos. Seis de cada diez votantes de Sergio Massa (el tercero en la primera vuelta, que obtuvo 21,4 por ciento) votan por Macri, y solamente un poco más de dos de diez votan por Scioli. Habrá que ver qué pasa después del debate presidencial de este domingo”, dice a SEMANA el analista Ricardo Rouvier.

La magra victoria de Scioli en la primera vuelta tuvo sabor a derrota, pues todas las encuestas lo ubicaban casi diez puntos por encima de su contendor. Lo más grave fue la derrota del candidato oficialista a gobernador en la estratégica provincia de Buenos Aires, que tiene el 38 por ciento del electorado del país. Aníbal Fernández, actual jefe de gabinete, perdió frente a la joven opositora María Eugenia Vidal en el bastión del peronismo desde hace más de medio siglo.

Fernández, que había sido denunciado en un programa televisivo por sus supuestas relaciones con el narcotráfico, se convirtió en una piedra muy pesada colgada del cuello de Scioli.

El estupor ante la derrota bonaerense y el mínimo triunfo nacional abrió una dura pugna interna en las filas kirchneristas con acusaciones abiertas por los malos resultados. El ministro del Interior, Florencio Randazzo, criticó en público a Cristina Kirchner por haber elegido a Scioli y dijo que “los resultados están a la vista”. Eduardo Jozami, uno de sus principales teóricos, señaló que “muchos sostuvimos que Scioli no era el candidato más adecuado para representar los intereses nacionales y populares”.

Todo o nada

En estas semanas, los militantes del Frente para la Victoria salieron a jugarse el todo por el todo, al advertir los males que se vendrían si gana Macri. “Va a ser devastador”, señaló Scioli, pues “piensa dejar todo librado a la lógica del mercado”. “Si gana Macri se viene el garrotazo”, advirtió Aníbal Fernández, alertando de una “megadevaluación”. “No son Cambiemos, son Volvamos a los noventa”, dijo el ministro de Economía, Axel Kicillof.

“¡No al pasado! Salgamos a explotar la calle”, “Amor sí, Macri no”, “No es miedo, es amor”, “No da lo mismo”, dicen las consignas de los partidarios de Scioli. Científicos, investigadores y docentes convocaron a una jornada “Dos modelos de ciencia y educación, dos modelos de país”, con un texto en el que señalan que “los argentinos deberemos tomar la decisión más importante de las últimas décadas: elegir entre la propuesta neoliberal de Cambiemos, que promueve el endeudamiento externo, el desmantelamiento del Estado, la reducción salarial y la reprimarización de la economía; y la propuesta de desarrollo social inclusivo del Frente para la Victoria”.

“La campaña del oficialismo es más agresiva, mientras Macri ha venido desarrollando la estrategia de no responder golpe por golpe, sino de presentarse como una alternativa del diálogo, de la armonía, de la no crispación, de no ponerse nervioso”, señala el analista Rouvier. Para él, “ese mensaje de que se viene un futuro negro si gana la alianza opositora ha tenido alguna repercusión en los sectores medios y bajos, pero Cambiemos, por más que aparezca como de centroderecha, tiene muchos votos populares en el gran Buenos Aires y el interior del país, y además ganó en provincias con una gran concentración de clase media, como Mendoza, Córdoba y Santa Fe”, agrega Rouvier.

Frente a la campaña de Scioli, los macristas han respondido con ingeniosas frases por Twitter y Facebook: “Si Macri gana, a Lassie se lo lleva la perrera”; “Si Macri gana, le restarán 10 puntos a Gryffindor”, “Si Macri gana, los huevitos Kinder vendrán sin sorpresa”.

Por si las dudas, en ministerios y dependencias nacionales trabajan sin parar las máquinas cortadoras de papeles, arman cajas, y se preparan para un fin de ciclo.

En América Latina, el resultado electoral en Argentina tendrá amplias consecuencias. “Si ganara la segunda vuelta, que tendrá lugar el 22 de noviembre, el candidato opositor Mauricio Macri, cabe la posibilidad de que el hecho se transforme en un punto de inflexión hacia el cambio regional”, dice a SEMANA el analista Rosendo Fraga, del Centro para la Nueva Mayoría.

Desde el cambio de siglo, una oleada de presidentes llamados progresistas, como Hugo Chávez, Rafael Correa o Néstor Kirchner, reemplazó a los líderes de derecha o neoliberales de los años noventa. En década y media, mucho se hizo para reducir la pobreza, aumentar la clase media, castigar a los militares culpables de crímenes de lesa humanidad durante las dictaduras, y conseguir leyes más igualitarias para las mujeres y las minorías. Pero no fue suficiente. Con el fin de la bonanza de las materias primas de los primeros años de este siglo, salieron a la luz los escándalos de corrupción y el desgaste de estos gobiernos.

Por eso, un importante sector de la población ve con inquietud el posible triunfo de Macri, un empresario que hasta hace poco proclamaba a voz en cuello privatizaciones y ajustes, y muchos se preguntan qué salió mal.

Macri logró “tomar sectores de clase media baja, incluso populares”, reconoció Ricardo Forster, uno de los principales ideólogos del kirchnerismo, en entrevista al diario español El País.

“Luego de avances muy significativos de los gobiernos de izquierda y progresistas de la región en los últimos 12 años, con el mantenimiento de los principios democráticos, la actual desaceleración económica nos obliga a reflexionar sobre dificultades y nuevos desafíos. Se siente que no hay pensamiento estratégico, que no hay estrategias de desarrollo, que no se han dado los cambios necesarios en la estructura de la producción, que en este mundo del conocimiento no se han renovado adecuadamente sus bases programáticas”, reflexiona, desde el Frente Amplio de Uruguay, el exsenador Alberto Couriel.

A su vez, los presidentes latinoamericanos “perciben que un triunfo de Macri en Argentina puede impulsar a sus respectivas oposiciones”, agrega Rosendo Fraga. “La combinación de su victoria en la Argentina, con la posibilidad de una derrota del chavismo en las elecciones legislativas del 6 de diciembre y la crisis política que sufre el Partido de los Trabajadores en Brasil, analizados en conjunto, pueden marcar una tendencia de cambio político en América del Sur”, concluye.