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Ramos fue incluido por la Revista Time como uno de los 25 hispanos más influyentes de Estados Unidos. | Foto: jorgeramos.com

ENTREVISTA

“Mi principal miedo es que Trump empiece una guerra”: Jorge Ramos

SEMANA habló con Jorge Ramos, uno de los periodistas más influyentes del mundo. La FNPI acaba de anunciar que el mexicano ha sido merecedor del Reconocimiento a la Excelencia del Premio Gabriel García Márquez de Periodismo que le será otorgado el próximo 29 de septiembre.

25 de julio de 2017

"No me toques", eso le dijo el periodista Jorge Ramos al guardia que lo intentaba sacar de la rueda de prensa que daba Donald Trump cuando todavía estaba en campaña presidencial. Ahora que el magnate llegó al poder, el periodista de Univisión se ha convertido en una referencia en el periodismo después de plantar posición ante el hombre más poderoso del mundo. Su estilo agudo y riguroso, así como su profesionalismo, lo hizo merecedor del Reconocimiento a la Excelencia del Premio Gabriel García Márquez de Periodismo que le otorgará el próximo 29 de septiembre la FNPI.

SEMANA habló con Ramos sobre Trump, el periodismo, el poder y los poderosos.

SEMANA: En esta época de posverdad y fake news, ¿cómo cree que ha cambiado el periodismo y cómo se debería hacer?

Jorge Ramos: El rey de las noticias falsas es Donald Trump. Lo que ha cambiado es la preponderancia de los medios digitales, esto le permite a Trump, y a otros políticos, saltarse a los medios y comunicarse directamente con sus audiencias. La gente sabe a quién creerle, hay periodistas que no son periodistas y hay periodistas a los que se les puede creer siempre. Entonces mi respuesta ante las fake news es hacer más reportajes, más investigación, más entrevistas y preguntas más duras. Eso es lo único que debemos hacer: ante cada noticia falsa hay que responder con más periodismo.

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Foto: Scott Olson/Getty Images/AFP

SEMANA: Ya que entramos al terreno de Trump, ¿le parece que la forma como Álvaro Uribe se ha referido a periodistas nacionales tiene comparación con las maneras de Donald Trump?

J. R.: No he seguido tanto lo que ocurre en Colombia, pero los ataques a la prensa no son únicos de Donald Trump, ocurren en toda América Latina. Creo que nuestra respuesta deben ser más cuestionamientos, nunca callar. Hay presidentes y expresidentes que no quieren contestar, pero hay que obligarlos a contestar, y si no lo hacen nuestro trabajo es seguir insistiendo.

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SEMANA: Durante la campaña política, Donald Trump prometió concederle una entrevista. ¿Espera que el presidente de los Estados Unidos cumpla ese compromiso?

J. R.: No le creo a Trump. El New York Times acaba de sacar un reportaje sobre cuántas mentiras dice Trump cada día, dice en promedio 4.6 mentiras diarias. Entonces no creo que quiera hablar conmigo ni que le convenga, pero si él quiere yo estoy listo.

SEMANA: Y si le concediera la entrevista, ¿qué le preguntaría?

J. R.: Hay que empezar con lo básico: ¿Es usted un racista? ¿Por qué discrimina a inmigrantes musulmanes? El tema central es su racismo, su intolerancia. Trump es un bully de la política, y a los bully hay que tratarlos como tal. Si tú dejas que un bully se te trepe y abuse de ti lo va a seguir haciendo, la única forma de evitar que eso ocurra es parándose y diciendo “no”, creo que esa es la palabra más poderosa.

SEMANA: Cuando ya han transcurrido los primeros seis meses del Gobierno de Trump, ¿qué opinión tiene de él?

J. R.: La verdad es que Trump está destruyendo muchas familias que durante décadas han vivido en Estados Unidos sin ningún problema y ahora corren el riesgo de ser deportados, hay niños que se van a la escuela sin saber si van a encontrar a sus papás en la noche. Yo creo que Trump será recordado como una las peores épocas del sentimiento antiinmigrante que existe es Estados Unidos. Yo llegué en 1983 y nunca había visto algo parecido. Pero Trump no es para siempre, Estados Unidos ya está cambiando, hay más bebés menores de un año de grupos minoritarios –incluyendo los hispanos- que de blancos, eso quiere decir que Estados Unidos es un país multirracial aunque Trump lo quiera convertir en uno solo de blancos. Yo me estoy preparando para cuatro años de Trump, pero lo que quiere lograr es imposible, él no puede revertir la revolución demográfica.

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SEMANA: ¿Cuando termine el periodo de Trump qué tipo de mandatario van a querer los estadounidenses?

J. R.: Estados Unidos es un país muy predecible en cuanto a sus ciclos, suele ocurrir que después de ocho años de un partido otro llega al poder, y que cuando hay olas antiinmigrantes son seguidas por olas donde abrazan a los inmigrantes, entonces no me queda la menor duda de que Trump será recordado como uno de los momentos más ridículos y peligrosos de la historia moderna de Estados Unidos.

SEMANA: ¿Cuál es el mayor peligro que encarna Trump?

J. R.: A nivel personal el mayor peligro de Trump es que destruya nuestras familias. A nivel nacional son las deportaciones masivas, y mi principal miedo es que Trump empiece una guerra. Cuando alguien como él, con poca información, de reacciones rápidas y poco pensadas tiene en sus manos los códigos nucleares a mí me parece peligrosísimo.

SEMANA: Ha entrevistado a presidentes y expresidentes de América, de izquierda y de derecha, autoritarios y demócratas. ¿Puede describir un rasgo que los identifique a pesar de sus diferencias?

J. R.: Al poder no se llega por coincidencia, sino con mucha voluntad. Tanto presidentes como expresidentes tienen –casi todos- la característica de poderse concentrar casi 100 por ciento en el presente. Algo muy común es que, independientemente de sus personalidades, a los pocos meses de estar en palacio se sienten todopoderosos, pero unos meses después se dan cuenta de que los presidentes no son tan poderosos como creían.

SEMANA: En sus programas  ‘Al punto‘, ‘Fusion‘ y el ‘Noticiero Univision‘ se ha caracterizado por realizar entrevistas muy agudas, ¿esa debe ser la línea periodística frente al poder?

J. R.: Yo creo que esa es la única línea frente al poder. Nuestra posición como periodistas es estar del otro lado de quienes tienen el poder, nuestra labor es ser contrapoder, es una palabra maravillosa y muy difícil para el periodista, pero tenemos que ser así. El periodismo lo entiendo como un servicio público, después de cumplir con lo básico: contar la realidad como es y no como quisiéramos que fuera, nuestra labor social es cuestionar.

SEMANA: A mediados de los noventa usted entrevistó a Ernesto Samper, entonces presidente de Colombia, en tiempos del Proceso 8.000, pero buena parte de sus preguntas fueron más planas. ¿Desde cuándo y por qué adoptó esa línea de hacerle preguntas incómodas a los poderosos?

J. R.: Desde que pude. Desde que me recuerdo he entendido el periodismo como un cuestionamiento de los poderosos. Pero crecí así, con un padre autoritario, estudié en un colegio de sacerdotes católicos muy autoritarios, viví en un país muy autoritario como México, no tuve más remedio que revelarme contra todo eso y ser periodista.

SEMANA: Justamente, este tipo de entrevistas le han traído inconvenientes con políticos y presidentes como Evo Morales, que se levantó de la silla cuando usted lo estaba entrevistando...

J. R.: Cuando hago una entrevista con alguien de mucho poder y que se encuentra en un momento histórico importante llego con dos ideas claras. La primera es que si yo no hago las preguntas difíciles nadie las va a hacer, y la segunda es que hago la entrevista pensando en que nunca más voy a volver a ver a esa persona. Eso me da una cierta tranquilidad, porque si no estoy buscando quedar bien es mucho más fácil. Ya me ha ocurrido con Fidel Castro, Evo Morales, Hugo Chávez, incluso Barack Obama.

SEMANA: ¿Cuál ha sido el personaje más difícil de entrevistar?

J. R.: Mientras más malos, más difíciles y mejores entrevistas. Hay muchos, Fidel Castro fue muy complicado de entrevistar; Evo Morales se paró y no siguió; Hugo Chávez me llevó cerca de la frontera con Colombia, puso unas sillas en una cancha de basquetbol, nos rodeó con cientos de sus simpatizantes, de manera que cada vez que yo preguntaba me abucheaban y cada vez que él contestaba lo aplaudían. Y nunca es fácil hablar con el hombre más poderoso del mundo en la Casa Blanca, me ha tocado hablar con los presidentes Bush, Bill Clinton, Barack Obama, y creo que esa larga lista va a terminar porque no creo que Trump me dé una entrevista.

SEMANA: En ese sentido, ¿cuál ha sido la respuesta más inteligente que un poderoso le ha entregado?

J. R.: Los presidentes pocas veces se dan la oportunidad de ser transparentes, por eso las mejores entrevistas son cuando se quitan esa careta de poderosos y en un nivel muy humano te dicen: yo quería pero no pude. Una cosa fascinante de los presidentes latinoamericanos es que se creen todopoderosos y tarde o temprano se dan cuenta de que no es así.

SEMANA: ¿Tiene alguna anécdota de sus entrevistas con presidentes?

J. R.: Suelo ir a los baños presidenciales antes de las entrevistas, ahí aprendes mucho, los baños dicen mucho de nosotros. En el baño del presidente de México encontré dos cepillos de dientes cuando el presidente estaba negando una relación. En Chile me tocó ir al baño con un militar que me seguía. Solía hacer eso, pero desde que se enteraron que lo hago debo ir a un baño público.

SEMANA: ¿Desde cuándo se enteraron?

J. R.: Después de que lo publiqué en uno de mis libros me piden ir a otro lugar.

SEMANA: Colombia ha estado dividida casi en las dos últimas elecciones por los que están con el expresidente Uribe y los que no, apoyando de lleno otras causas como el proceso de paz, ¿qué opina de un expresidente que opta por otros cargos para seguir en el poder?

J. R.: Los expresidentes son siempre un dolor de cabeza. Hay expresidentes como George W. Bush que se han quedado calladitos, pero hay otros a los que nadie les ha dicho que ya no son presidentes. A mí me parece que es totalmente legítimo que los expresidentes quieran participar de la vida política de un país, yo no creo que el hecho de dejar el poder signifique que no pueden hablar, pero tienen que ser conscientes de que si se quedan en el mundo político van a estar sometidos a los mismos cuestionamientos y presiones que si estuvieran en el poder. Tiene que aguantar las preguntas difíciles y responder con responsabilidad antes sus palabras. Twitter y las redes sociales han hecho que esta participación sea mucho más fácil.

SEMANA: Para terminar, ¿usted qué opina de la situación de Venezuela, cree que va a salir de la crisis en la que está?

J. R.: Estoy absolutamente asombrado de lo que está ocurriendo, especialmente de la pasividad de los gobiernos de América Latina, se nos está desmoronando un país y sus vecinos no están haciendo nada al respecto. Estoy asombrado de la fuerza de estos jóvenes opositores que llevan más de 100 días protestando y no se han dado por vencidos, y de la capacidad de resistencia de la dictadura de Nicolás Maduro, esto lo que indica es que los tentáculos del poder durante 15 años han llegado a todos lados, y hay muchos cómplices que no quieren que Maduro deje el poder. Lo más grave de todo es que no llegamos a la hora cero, no sé cómo van a salir de la crisis, es doloroso porque cada día cuesta muertos y heridos.