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| Foto: Gage Skidmore - Flickr

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Steve Bannon, el evangelista de Trump en Europa

La idea de que un solo hombre puede poner en jaque el proyecto europeo puede sonar exagerada. Pero Steve Bannon, exestratega del presidente Trump, tomó esa bandera para materializarla. Desde 2014 puso un anzuelo en el que los peces más gordos del populismo europeo han caído. Su cruzada nacionalista no ha hecho sino crecer.

7 de junio de 2018

Meses después del referendo que determinó la salida del Reino Unido de Europa (brexit), dos altos funcionarios del Viejo Continente lanzaron una alerta. Primero lo hizo Guy Verhofstadt, diputado del Parlamento europeo, quien dijo a finales de enero de 2017 que en los enemigos de Europa se debería incluir a Donald Trump, debido a “la enorme influencia de su principal asesor político, el señor Steve Bannon”. Por esa misma época Donald Tusk, presidente del Consejo Europeo, envió una carta a los Estados miembros en la que enumeraba a tres enemigos de Europa: la administración de Trump, las políticas de Rusia y el islam radical. “Estados Unidos no es más el amigo incondicional de la Unión Europea, sino una amenaza”, escribió Tusk en la misiva.

Ambos sabían que más allá de las retorcidas ideas ‘trumpianas’ en política exterior, estaba la mano invisible de Steve Bannon, quien desde 2014 había abierto en Londres una sucursal de Breitbart, sitio web de noticias y comentarios políticos de extrema derecha. “Las reglas más molestas de la Unión Europea” o “Europa está muerta pero se rehúsa a aceptarlo” eran titulares que los europeos veían con frecuencia en internet. El editor del portal terminó asesorando a Nigel Farage, líder del Partido de la Independencia del Reino Unido, quien buscaba la salida de ese país del bloque europeo.

Contra las recomendaciones de varios organismos internacionales, los británicos votaron por la salida de la Unión el 23 de junio de 2016. Al día siguiente, Bannon recibió a Farage en un programa de radio y le dijo “es un gran logro, felicitaciones”. Trump secundó esa idea cuando recibió a la primera ministra del Reino Unido, Theresa May, en la Casa Blanca. “Creo que el brexit va a ser algo maravilloso para su país, podrá hacer sus propios negocios sin que la vigilen", le dijo el magnate.

Las diferencias personales entre Trump y Bannon terminaron por separarlos. “Perdió la cabeza” dijo Trump sobre su asesor. Sin embargo, eso no le impidió a Bannon continuar con un trabajo que había dejado inacabado. En países como República Checa, Hungría y Francia, han organizado mítines en los que Bannon sale aplaudido después de predicar su evangelio, el de la “revolución populista”, como él le llama.

“Gran pensador”, dijeron de él antes de subir a una tarima en Budapest. Allí calificó de “alianza histórica” a la coalición que dio forma en Italia a un nuevo gobierno populista de extrema derecha. Ninguna de sus apreciaciones llamó tanto la atención como la que hizo en Lille, ciudad al norte de Francia. "Dejen que los llamen racistas, xenófobos, homofóbicos, misóginos: usen eso como una insignia de honor", dijo acompañado de Marine Le Pen, líder del derechista y antieuropeísta Frente Nacional francés.

Una Europa vulnerable a los nuevos vientos populistas es terreno fértil para la cruzada de Bannon. Las estructuras financieras europeas tambalean cada vez que una de las economías del bloque amenaza con salir del euro. La incertidumbre económica y el malestar que produce en algunos la llegada de miles de refugiados que cruzan el Mediterráneo, disparan como cohetes a los candidatos de los partidos nacionalistas, hostiles hacia la Unión Europea. El bloque no es perfecto, pero al menos ha llevado prosperidad económica a los países que lo integran y ha evitado los conflictos en una región acostumbrada, por siglos, a las guerras entre sus países.

Sin embargo, en la mente de Bannon, el bloque es una amenaza que desdibuja la identidad nacional y que permite la entrada del extremismo musulmán a Occidente a través de los refugiados. Por eso busca “una confederación de estados libres e independientes” comandada por la ya mencionada Marine Le Pen en Francia, Frauke Petry en Alemania, Beppe Grillo en Italia, Geert Wilders en los Países Bajos, entre otros.

Mientras el Viejo Continente ve cómo las nubes cargadas de nacionalismo, que causaron tanto dolor en el siglo XX, regresan a sus cielos, pocos recuerdan a Charles Kupchan, delegado para Asuntos Europeos de Barack Obama, cuando advirtió que “cualquiera que quiera derribar a Europa corre el riesgo de ponernos de nuevo en el siglo XIX o principios del siglo XX”. Bannon quiere protagonizar ese regreso.