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En su propio planeta, Caifanes, leyendas que viven y vibran, compartieron su planeta con Bogotá una vez más. Foto: Guillermo Torres

CONCIERTO

Caifanes en Bogotá: el eterno ritual que explota

Cuando hablaban de comunión, los músicos parecían saber lo que les esperaba en este regreso a Colombia. En su primera fecha de dos, la banda demostró su emotivo peso histórico en un concierto en el que el público fue uno más entre virtuosos.

Alejandro Pérez
16 de junio de 2019

Seguramente los conciertos de Caifanes siempre tienen ese ingrediente que inspiró la bandera que colgaba de la tribuna más alta y decía Caifanes Bogotá / Eterno ritual, una que no pasó desapercibida para ellos, tamaños músicos, personas, artistas.

Es posible que la noche del domingo sea tan o más especial que ésta, tiene todo para serlo menos el 2-0 propinado a la selección argentina. Pero esta primera, y primera vez para mí, tuvo algo de religiosa. Se hizo sentir el conjuro de una banda que comparte con pocos el lugar más genuino y relevante de la música en español. Navegó sus muchos matices, sus cantos heridos y poéticos, sus cadencias que van de rock al tumbado de la Negra Tomasa. El público colombiano la conoce de memoria y de corazón, y le demostró su absoluta fe, devoción y entrega.

 La gente en éxtasis y allá, muy arriba, la bandera que ratificaba el "eterno ritual". Foto: Guillermo Torres

Pensamos que después de 30 años, no nos podíamos sentir como cuando tocamos por primera vez, y eso estamos sintiendo. El aplauso es para ti, Bogotá. Dios te bendiga y te cuide siempre, siempre”, dijo en su primera intervención el ícono que es Saúl Hernández, que tuteó a Bogotá y añadió un toque de reconocimiento futbolístico al país entero: “Su selección ganó, grandes goles, grandes guerreros, felicidades”, añadió. El público estalló. No había pierde.

 Su voz, su personalidad, su guitarra y sus mensajes por los niños, por cuidarlos y cuidarnos. Saúl Hernández estuvo gigante. Foto: Guillermo Torres

Hernández luego soltó: “A la vida nunca le tengas miedo, sino coraje, pero al amor... Al amor nunca le tengas miedo”. Esto para introducir uno de los tantos himnos de la noche, este del disco El nervio del volcán. Pero tocaron de todos, y de todo. Aquí la lista de canciones.

Llovió emoción, Sabo Romo y su bajo sumaron su enorme cuota. Foto: Guillermo Torres

Parte esencial de todo es Saúl, claro. Había dudas sobre su voz, pero la llevó a esos lugares familiares para su rebaño. Respondió a la atura en la altura y, en contados momentos mágicos, cedió la voz a quienes llenaron el Movistar Arena y le corearon todo. Fue ESE líder y esa voz y guitarra, pero estuvo lejos de hacerlo por su cuenta. Diego Herrera pintó virtuosismo atmosférico desde sus teclados, saxofones y onda. Sabo Romo, quizás el más contenido, expresó desde su sonido de bajo y sus palabras una notable alegría de hacer parte de esto. Por último, mención y aplauso extra para Alfonso André, que desde la batería comparte el ritmo vital, una pulsación equiparable a la voz de Hernández.

 Saúl y, atrás, la figura fundamental de Alfonso André en los tambores. Foto: Guillermo Torres

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Caifanes sigue Caifanes. La ejecución fue excepcional, el público estuvo más que a la altura y el escenario se graduó en rock en español legendario con muy buenas notas. Sí, la versión de "Afuera" sonó algo curiosa, con una cadencia radicalmente distinta que quizás cargaba la necesidad de borrar la huella de Alejandro Marcovich, que también se llegó a extrañar en algunos solos, pero esto era de esperarse. No hace ya parte hace mucho. Y no es que no haga falta, es que no hizo falta. Solo mencionarlo es necedad.

 Diego Herrera derrochando saxo. Obvio, también lo hizo desde los teclados. Foto: Guillermo Torres

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La banda nos ustedeo a todos y luego nos tutéo individualmente. Le habló a la juventud, la que va a mover el destino y la historia de Colombia. “Ustedes han vivido historias duras, difíciles... y sin embargo aquí estás, al pie del cañó, luchando por tus derechos, y merece respeto y un aplauso. Esta canción es para ti, para arriba, abajo, medio, lados, para todos”. Este concierto fue para todos, arriba, abajo, medio, lados, para Caifanes y para las bandas colombianas como Telebit, que en esta noche supo calentar la atmósfera con su entrega sentida y espacial, y contó con una participación  del principal Fella de los ‘Petit’ hacia el final de su presentación.

Todos, todos sumaron a esta confirmación que, para algunos como yo, fue primera comunión.

*Esta crónica va para Andrés, amigo del alma, aliado de música y vida, luz y puya, quien perdió hace días a un ser de su entraña.

Y el domingo en la noche, esto sucedió...

Andrea Echeverri y Saúl Hernández compartieron tarima para cantar Mántenme que me muero. Caifanes revalidó su amor por Colombia y recordó la historia común que comparte con la banda. Fotos: Alejandra Mar