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El policía Carlos Rubio, asesinado cuando hacía guardia en una estación eléctrica. | Foto: SEMANA

ORDEN PÚBLICO

Perra Flaca y Caliche, los capturados por el cruel asesinato de un policía en Bogotá

SEMANA conoció las investigaciones que los incriminan como los sospechosos que dispararon contra un agente, le robaron su fusil y le implantaron explosivos que al estallar hirieron a siete uniformados.

8 de febrero de 2018

Entre 2015 y 2017, Bogotá vivió una seguidilla de atentados con explosivos que pusieron en alerta a las autoridades y la ciudadanía sobre una estrategia sistemática para infundir miedo en la capital, desplegada por el Eln y otras células urbanas afines a ese grupo. Uno de los ataques letales se perpetró al norte de la ciudad, en una zona rural cercana al humedal de Torca, que causó impacto por la crueldad con que fue ejecutado y porque tuvo dejó como saldo la muerte de un policía y heridas en otros 7 agentes.

Lo que no conoció la opinión pública es que tras ocho meses de investigaciones, las autoridades capturaron a dos hombres señalados de ser perpetradores de ese ataque. Para la Fiscalía y la Dijín que asumieron las pesquisas, Dumar Alberto Abril, alias Perra Flaca, y Carlos Pastrana Mosquera, alias Caliche, fueron los encargados de ejecutar el atentado por encargo del Eln.

Los investigadores establecieron que el 28 de diciembre de 2016, minutos antes de las 10 de la noche, Perra Flaca y Caliche llegaron en una motocicleta negra hasta la garita de la subestación eléctrica de Torca, en inmediaciones de la carrera Séptima con calle 200, donde el policía Carlos Andrés Rubio hacía guardia. Se acercaron hasta su puesto de control y, aprovechando que estaba solo, le dispararon y lo asesinaron.

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Luego arrastraron el cuerpo hasta un contenedor cercano y le implantaron explosivos. Robaron el fusil Galil del uniformado y huyeron del lugar. Instantes después, los compañeros de Rubio llegaron a auxiliarlo. Cuando se acercaron a su cuerpo, la carga se activó, estalló y le causó heridas a otros 7 policías.

Al parecer, a Perra Flaca y a Caliche no les bastó con esa cruel acción. Horas después, a 1.500 metros del lugar de los asesinatos, la Policía encontró otro artefacto explosivo sin detonar, que fue finalmente desactivado y que ellos habrían instalado.

Entonces comenzó la búsqueda de los responsables del crimen. Los investigadores adelantaron 30 entrevistas, consultaron bases de datos, verificaron cámaras, analizaron los explosivos. Los hallazgos los condujeron hasta Perra Flaca y Caliche, quienes fueron capturados el pasado 1 de julio. El primero fue enviado a una prisión en Bogotá, y el segundo a Zipaquirá, donde permanecen mientras afrontan un juicio por homicidio y terrorismo.

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Para las autoridades, Caliche se dedicaba a cometer asesinatos ordenados por distintas organizaciones criminales, incluído el ELN. Además, se habría especializado en extorsionar a comerciantes, especialmente en la localidad de Suba, haciéndose pasar como miembro del Clan del Golfo. En su prontuario hay 7 procesos por delitos como homicidio, tráfico y porte de armas y lesiones personales.

Sobre Perra Flaca, los hallazgos indican que también se dedicaba a extorsionar comerciantes en Bogotá. En su expediente aparecieron 6 procesos por hurto, porte y tráfico de armas y falsedad personal. Las autoridades también encontraron relaciones de los acusados del atentado en Torca con varias personas condenadas por otros delitos. Dos hombres con ese perfil le habrían servido al Eln para ejecutar el ataque que acabó con la vida del agente Rubio.