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| Foto: Diana Rey

ANÁLISIS

¿Qué hay detrás de la crisis de las basuras en Bogotá?

La ciudad no solo se inundó de basura, sino que empezó a encarar las consecuencias del cambio de esquema de aseo. De un lado están los trabajadores de Aguas Bogotá y del otro el Distrito. Todo permeado por el ambiente político.

6 de febrero de 2018

El caos comenzó el jueves pasado cuando 3.200 trabajadores de Aguas Bogotá entraron en paro porque el nuevo sistema de aseo dejaba su futuro laboral en el aire. Lo que en un inicio había sido una protesta pacífica, terminó en el enfrentamiento de la comunidad y el Esmad que dejó varios heridos, entre ellos el gerente de Aguas Bogotá, Juan Manuel García. La Secretaría del Hábitat reportó que 200 trabajadores se tomaron el parque taller de la empresa pública y la afectación a 67 vehículos, de los 95 que se necesitan para recoger 6.300 toneladas de basura que la ciudad produce al día. El secretario de Hábitat, Guillermo Herrera, denunció a los trabajadores por violación al derecho de libertad de trabajo y sabotaje.

Esa misma noche el alcalde Enrique Peñalosa declaró a la ciudad en estado de emergencia sanitaria y ambiental, e hizo un llamado a la comunidad a reciclar la mayor cantidad de residuos posibles. Mientras tanto ellos desarrollaban un plan de contingencia hasta el 12 de febrero, cuando empezaría a funcionar el nuevo sistema de aseo.

Pero como los habitantes de la capital no tienen el hábito de reciclar, el sábado pasado la ciudad amaneció atiborrada de bolsas de basura que se iban acumulando con el pasar de las horas. 12 localidades, de las 20 que tiene la ciudad, estaban en crisis. Era tal el caos que empresas privadas, las futuras operadoras del servicio de aseo y hasta conductores del Ejército y de la Policía han estado trabajando para reducir el impacto del paro. Para el domingo se tenían 122 vehículos recolectando casi 10.000 toneladas que se reposaban en cada esquina. El Distrito informó que se había recogido el 70 por ciento y que seguirán trabajando hasta terminar de recolectar el 100 por ciento.

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Tras la emergencia sanitaria de Bogotá, las redes sociales se han inundado de mensajes que tratan de buscar a los posibles culpables de la crisis de las basuras por la que atraviesa la capital. Unos piden la revocatoria del alcalde Enrique Peñalosa y el mismo Peñalosa señala al exalcalde Gustavo Petro de ser el responsable. Hay quienes se preguntan por qué la licitación de aseo quedó en manos de los privados, por qué Aguas Bogotá no prestará más el servicio de recolección de basura y por qué no se pensó antes en las miles de personas que quedarían desempleadas con este proceso.

¿Por qué se quedan sin trabajo 3.200 personas?

Durante la alcaldía de Gustavo Petro, a través del Decreto 564 de 2012, se tomó la decisión de que el servicio de aseo fuera prestado por la empresa pública del Acueducto de Bogotá y su filial Aguas de Bogotá. Durante el cambio, la ciudad amaneció llena de basuras durante tres días. Esto fue denunciado por el exprocurador Alejandro Ordóñez, quien destituyó e inhabilitó al exalcalde porque no se habían tomado las precauciones y disposiciones necesarias para hacer la transición. Además, supuestamente se habían encomendado a entidades del Distrito sin la experiencia y la capacidad para cumplir con la tarea. Y que, al parecer, se había violado el derecho de libre competencia para que otras empresas pudieran participar.

En ese mismo decreto quedó especificado que el servicio de aseo que prestaría Aguas de Bogotá sería limitado: La transitoriedad del esquema adoptado en el presente decreto se extiende hasta la fecha en la cual se adjudiquen, mediante licitación pública, contratos de concesión del servicio público de aseo según lo dispuesto en el artículo 40 de la Ley 142 de 1994. Se pensó en ese entonces que el proceso licitatorio podría tomar seis meses máximo, pero tomó cinco años.

Esa decisión de la administración de Petro tuvo dos efectos importantes. Se dieron cuenta que el Acueducto no podía atender a toda la ciudad. De modo que la empresa privada Ciudad Limpia estaría a cargo del 20 por ciento del área urbana y el Acueducto del 80 por ciento. Este último subcontrató a Aguas de Bogotá para que tomara el control del 52 por ciento de la ciudad. Es entonces cuando la Superintendencia de Industria y Comercio denunció que se trataba de una violación a la libre competencia y multó a las entidades públicas con cifras millonarias por haberse apropiado del mercado. La Unidad Administrativa de Servicios Públicos, Uaesp, por 17.864 millones de pesos, el Acueducto por 61.600 millones y a Aguas de Bogotá por 2.215 millones de pesos.

Para ese momento el Acueducto ya había comprado 277 vehículos recolectores para tener la capacidad de recoger el 100 por ciento de los residuos de la ciudad. Pero tuvo que acceder a que funcionaran otros operadores, Ciudad Limpia, Aseo Capital, Lime y Aguas de Bogotá. A esta última le entrega 170 vehículos recolectores, que son mucho más de los que se requieren para recoger el 52 por ciento de las basuras. Estas inversiones y las multas que tuvo que pagar Aguas de Bogotá hicieron que esa empresa empezara a perder dinero. Según la información del gerente García, a diciembre de 2015, habían perdido la mitad del patrimonio que era de 15.000 millones de pesos.

Cuando se hicieron públicos los pliegos de licitación en la administración de Peñalosa, Aguas de Bogotá quedó inhabilitada para participar porque tener más de la mitad de su patrimonio comprometido la ponía en la lista de las posibles empresas que se podrían disolver en el futuro. Sin embargo, para mediados de abril del 2017, les permitieron presentar nuevamente sus estados financieros y para entonces Aguas de Bogotá había recuperado su patrimonio y tenía utilidades por 9.300 millones de pesos.

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Según cuentan los trabajadores de Aguas de Bogotá, el gerente los animó para que siguieran trabajando pues podrían presentarse a la licitación y quizás su vida laboral ya no estaría en riesgo. Sin embargo, en septiembre del año pasado el Tribunal Superior de Cundinamarca inhabilitó al Acueducto de Bogotá —principal socio de Aguas de Bogotá— porque durante la administración de Petro se modificaron los estatutos del Acueducto para que pudiera tener dentro de sus misiones ser prestador del servicio de aseo. Como eso debía pasar por el Concejo de Bogotá, se encontró que los estatutos habían sido intervenidos de forma irregular.

Al quedarse sin el respaldo del Acueducto, Aguas de Bogotá no logró convencer a ninguna aseguradora para garantizar el cumplimiento del servicio. Los analistas de riesgo encontraron que sin un socio y un pasado de pérdidas, Aguas Bogotá no era confiable. Y al no tener la póliza aseguradora, uno de los requisitos más importantes de la licitación, esta empresa pública quedó maniatada para competir por un lugar en el servicio de aseo de la ciudad.

Es así como Aguas de Bogotá se enfrentó a dejar de prestar el 100 por ciento de los servicios que tienen que ver con la recolección de residuos. Eso dejó en el aire a 3.200 trabajadores, que han protagonizado las últimas protestas. El gerente García aseguró que no es la primera vez que esto sucede, que en la alcaldía de Petro muchos se quedaron sin trabajo, cuando la empresa privada dejó de operar: “La crisis laboral se preveía desde entonces pues ya estaba claro que la continuidad de Aguas de Bogotá como prestadora del servicio de aseo no estaba garantizada.”

Cuando se dieron cuenta del fin inminente de este proceso, Aguas de Bogotá inició una campaña para que sus empleados, que ya tienen experticia en el tema, fueran contratados por las empresas que ganaron la licitación (Promesa de Sociedad Futura Promoambiental Limpieza Metropolitana, Ciudad Limpia, Futura Bogotá Limpia y Promesa de Sociedad Futura Área Limpia). Pero para pasar la hoja de vida de sus empleados, la empresa necesitaba un permiso del trabajador en habeas data. Muchos de los trabajadores estuvieron renuentes.

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“No despedimos a nadie, los contratos de trabajo de todos los empleados estaban sujetos a la ejecución del proyecto. Y cuando hicimos la campaña, muchos líderes de sindicatos persuadieron a otros asegurándoles que al firmar ese permiso estarían renunciando a sus derechos laborales”, dijo el gerente García. Con todo, 500 personas ya están contratadas por las empresas privadas, 111 fueron empleadas en otras líneas de servicio de Aguas de Bogotá, como la limpieza de humedales y canales, y otras 1.200 estaban en proceso de selección. Aunque por el momento no se sabe qué va a pasar con estos últimos después del paro.

Lo que se ha dicho desde el Distrito es que después del paro, el diálogo con algunos de sus funcionarios quedó roto, y que asegurar la contratación de las personas que participan en sindicatos se hace más difícil.

Por su parte, los trabajadores están indignados por ser señalados de vándalos por el Distrito. Pero además dentro de sus principales temores está no solo quedarse sin trabajo sino ser contratados por un tiempo y después despedidos.

José Raúl Pulido, representante de uno de los sindicatos, asegura que no fueron ellos quienes dañaron los vehículos sino que los estragos se produjeron cuando las Policía intentaba sacarlos a punta de gases y bolillo: “Si alguien tiene que responder por el daño de esos vehículos es la Policía”. Pulido también afirma que nunca supo que su contrato estaba condicionado al funcionamiento de Aguas de Bogotá y que no es muy cierto que estén contratando a personas de esta empresa.

Nayibe León, quien lleva cinco años trabajando con la empresa y antes trabajó 12 años en Ciudad Limpia y 12 en Lime, dice que se ilusionaron cuando el gerente les dijo que iban a participar en la licitación y que le preocupa qué pasará con las madres cabeza de familia, con las personas que estaban a punto de pensionarse, con personas de tercera edad o que en otro tiempo eran habitantes de calle.

Pero aun si los contratan teme que sus condiciones laborales cambien. “Yo lo digo por experiencia propia —afirma Nayibe— . En Aguas Bogotá el trato era diferente, era prioridad la población vulnerable y se tenía un mejor salario. Las rutas de las empresas privadas son más largas, más pesadas y las garantías laborales no son las mismas”.

Nayibe también pide que no se estigmatice a todos los funcionarios de Aguas de Bogotá ni a todos los que hacen parte de un sindicato. Para ella si hubo alguien de la empresa que participó en los daños al parque automotor, no representa a la mayoría de los trabajadores. “Esta situación me da tristeza. ¿Así es como nos pagan cinco años de trabajo en que sacamos adelante una empresa que era un caos?”.

La puja política

El hecho de que la ‘Bogotá Mejor para Todos y Todas‘ amaneciera inundada de basura al estilo de la ‘Bogotá Humana‘ puso el dedo en la llaga. Sirvió para que el alcalde Peñalosa y su antecesor Petro volvieran a la puja política justo en plena campaña electoral.

Lo primero que hay que decir es que volver público el servicio de aseo en Bogotá fue una de las apuestas más ambiciosas de Petro. Quería probar que dejar más de la mitad de la recolección de basuras en manos de un operador público y convertirla en una gran empresa que incluyera a los menos favorecidos, no solo era una decisión viable, sino una apuesta social.

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Petro ha aprovechado la crisis que ha desatado la protesta de los funcionarios de Aguas de Bogotá para criticar las decisiones de Peñalosa, sin recordar que él dilató durante su mandato la licitación sabiendo que se podría desatar una tormenta con los trabajadores. "Si el interés de la actual administración era cuidar la estabilidad laboral de los trabajadores de Aguas de Bogotá ¿por qué no pusieron esa condición en los pliegos de la licitación y los contratos firmados? Debería responder el secretario de Hábitat ficha de Vargas Lleras", cuestionó el exalcalde en Twitter.

Peñalosa no se quedó atrás y le contestó que fue precisamente una decisión "caprichosa e ilegal" de la anterior administración por la que la Alcaldía tuvo que pagar multas de $ 95.000 millones "con dinero de los bogotanos". Agregó que las pérdidas financieras que tuvo la empresa entre 2013 y 2015 fueron las causantes de que no le expidieran póliza para presentarse a la licitación.

La adjudicación es un hecho, el 12 de febrero los cinco nuevos operadores se encargarán del servicio. Lo que estaba en juego eran 4,8 billones de pesos, un negocio muy atractivo.

La pelea ha llegado tan lejos que los detractores de Petro han dicho que sus fuerzas políticas y las Farc han permeado la protesta de los funcionario de Aguas de Bogotá. "Detrás del saboteo que han hecho con la recolección de basura están intereses politiqueros de las Farc y el petrismo, como lo han asegurado los mismos sindicalistas", dijo a esta revista la concejala Lucía Bastidas, de la Alianza Verde, asidua defensora de las apuestas de la administración Peñalosa.

Quien aparece en la foto es Andrés Camacho, aspirante a la Cámara por las Farc. SEMANA lo contactó para saber cómo llegó a la protesta. "Tengo relación con algunos de los voceros de los trabajadores. Después de la licitación amañada muchos de ellos empezaron a buscar contactos políticos y jurídicos para ver cómo se podían defender", aseguró Camacho.

El líder político asegura que su intención no ha sido hacer campaña aprovechando la coyuntura: "No hemos hecho campaña electoral ni siquiera entregado propaganda, solo hemos acompañado la manifestación desde el 31 de enero cuando fueron sacados del parqueadero. Consideramos que es nuestro compromiso acompañar a este tipo de luchas de la gente".

También se ha dicho que Petro está capitalizando políticamente la crisis, justo en un momento en el que encabeza la gran encuesta realizada por Invamer para SEMANA, Caracol Televisión y Blu Radio. Tiene una intención de voto del 23,5 por ciento, tuvo un aumento de 9 puntos desde la última medición. Representa una opción de cambio. Así lo perciben, sobre todo, los estratos bajos y los grupos más jóvenes a quienes atrae también por sus propuestas sobre causas como educación, medioambiente y defensa animal. La oposición al alcalde Peñalosa, así mismo le ha resultado rentable, sobre todo en momentos en los que coinciden los aumentos en el predial, más inseguridad y crisis en las basuras.

Pero las críticas no han venido solo del lado de Petro. El concejal Manuel Sarmiento asegura que hay que pensar en los trabajadores a quienes en lugar de estigmatizar por protestar se les debería dar una solución. "Los problemas de los trabajadores de Aguas de Bogotá son de esta y de la anterior administración, porque fue la que decidió que el Acueducto asumiría la operación del servicio. Tercerizó a los trabajadores a través de Aguas de Bogotá quitándoles todas las garantías a las que tenían derecho. Ahora Peñalosa empeora la situación negandoles que se le garantice su derecho al trabajo", aseguró el cabildante del Polo Democrático.

Pero como bien dice Alberto Uribe Jongbloed, experto en el tema, las circunstancias no son las mismas. “En la administración anterior se dejó de usar el modelo y no se dio tiempo suficiente para hacer la transición de lo privado a lo público. En este caso (el de Peñalosa) es porque los mismos empleados prácticamente se declararon en huelga, no están haciendo su trabajo. Pero digamos que el escenario para cualquier ciudadano es parecido porque no se está recogiendo la basura", aseguró el docente de Ingeniería de la Universidad EAN.

Hay que recordar que en el caso de Peñalosa la empresa privada está ayudando a solventar la crisis, mientras que cuando ocurrió con Petro se retiraron y dejaron el problema a lo público.

Los retos

El nuevo modelo de recolección funcionará siempre y cuando los ciudadanos reciclen. Ahora habrá un grupo de recolectores de material aprovechable y otro de recolectores de residuos ordinarios. Esto genera preocupación entre los analistas. Las cifras son claras, según la Encuesta de Percepción Ciudadana 2017 de Bogotá Cómo Vamos solo 39 por ciento de la población recicla y sabe hacerlo bien, el resto necesita capacitación o no tiene la voluntad de hacerlo. Y según los datos de la Uaesp de toda la basura que produce la ciudad, se recicla un poco menos de 14 por ciento del material que podría ser aprovechable (90 por ciento).

“Es necesaria una campaña fuerte para la ciudadanía para que hagan la separación en la fuente, para que el modelo de recolección sea financiera y operativamente viable. Estamos lejos de la meta de separación”, aseguró Alberto Uribe.

Para Omar Oróstegui Restrepo, director del programa Bogotá Cómo Vamos, lo que sigue en la ciudad es un periodo de transición que merece toda la atención, pues todavía hay temas en el aire. “¿Cómo van a entrar a operar los recicladores?, ¿cómo se van a articular con los de residuos no aprovechables?, ¿cuáles son los requerimientos técnicos que ayudarán a definir dónde ubicar los contenedores? Esto puede generar tensiones con los vecinos porque a nadie le gustaría tener uno al lado de su casa”, cuestiona.

El gerente de Aguas de Bogotá cree que la crisis ha servido para preparar el camino de los nuevos operadores. Aseguró que para el 12 de febrero estarán listos para funcionar sin mayor contratiempo, pues ya tienen toda la información y la infraestructura necesaria para hacerlo. 

Ante la crisis que enfrenta la ciudad por la recolección de la basura la Procuraduría pidió cuentas, pues considera que la declaratoria de emergencia sanitaria no exime de responsabilidad al Distrito de garantizar la continuidad de los servicios públicos. Por eso, el procurador general, Fernando Carrillo, instó a la Alcaldía a brindar respuestas concretas sobre lo que se ha estado haciendo.

Si en algo se parece el caso de la crisis de las basuras de Peñalosa a la de Petro es que ninguno de los alcaldes tomaron precauciones a la hora de poner a funcionar un nuevo sistema de basura. En el caso de Peñalosa, se preveía que iba a haber un momento de contingencia cuando Aguas de Bogotá dejara de funcionar y entraran las cinco empresas privadas a estar al frente de la recolección el 12 de febrero. Tampoco se anticipó el paro de los funcionarios de Aguas de Bogotá que se quedarían sin trabajo. Este martes 6 de febrero varios barrios de Bogotá, sobre todo en la localidad de Engativá, seguían sumidos en la basura. Los roedores, denunciaban los habitantes en horas de la mañana, ya comenzaban a aparecer.