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El capo de los narcoveleros que está en la lista de los 10 más buscados por el FBI

Esta es la historia de la captura del colombiano que hacía parte de la lista de los 10 más buscados por el FBI.

27 de mayo de 2018

Pocos colombianos han oído hablar de Arvey Díaz. Incluso, en el mundo del crimen organizado en el que se mueve tampoco es muy conocido y escasamente unos pocos han escuchado hablar de él por su alias del Químico.

Sin embargo, desde hace cinco años su foto, huellas y datos biográficos aparecen en un listado exclusivo en el mundo del hampa: el top 10 de los más buscados por la agencia estadounidense FBI. ¿Cómo llegó este colombiano a aparecer en un ranking en el que estuvieron Osama bin Laden o el Chapo Guzmán?

La historia comenzó en octubre de 2012 cuando la Armada Nacional interceptó un velero en el Caribe tras zarpar de Cartagena. Cuando lo revisaron, encontraron en su interior 248 kilos de cocaína que iban rumbo a España. Las autoridades colombianas en coordinación con agencias estadounidenses y españolas decidieron dejar seguir el cargamento como parte de una operación controlada para dar con el resto de la banda. Un par de semanas más tarde, en Barcelona cayeron detenidos cuatro colombianos que recibieron el alijo para transportarlo por tierra hacia Holanda.

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Con la ayuda de uno de los detenidos, las autoridades colombianas lograron infiltrar un agente encubierto en la organización. Durante los siguientes cuatro años el infiltrado logró documentar los detalles de la operación ilegal. Con esos datos en enero de 2016 cayeron otros seis colombianos de la banda solicitados en extradición. Sin embargo, faltaba lo más importante: los jefes.

Los investigadores de la Dijín y sus colegas del FBI continuaron sus pesquisas y por medio de interceptaciones y seguimientos lograron dar con el Químico y armar las piezas de cómo construyó su insólita organización para exportar drogas.

Este hombre comenzó como raspachín de hojas de coca en el Cauca. De allí pasó a ‘cocinero’, como se conoce a quienes procesan la droga en laboratorios ilegales, y se convirtió en uno de los mejores en ese oficio. Con las ganancias que obtuvo decidió hacer algo poco común en la mafia: independizarse y formar su propia red.

Instaló su base cerca del municipio de El Palo, Cauca. Desde allí transportaba los cargamentos en mulas y lanchas hasta cercanías al puerto de Buenaventura, uno de los puntos desde donde enviaba la coca a Centroamérica. El Químico no tardó en darse cuenta de que la mayores ganancias estaban en exportar droga a Europa, en donde un kilo puede costar más de 30.000 dólares, casi diez veces más de lo que ganaba entregando esa misma cantidad en Panamá o México.

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Por su ‘trabajo’ el Químico había conocido al ciudadano holandés Maal Ludwin, y juntos idearon la forma de enviar la droga. Era un método sencillo y muy efectivo. Ludwin alquilaba lujosos veleros en Estados Unidos y contrataba capitanes de diferentes nacionalidades, preferiblemente norteamericanos.

Ellos llevaban la embarcación a Cartagena, donde ofrecían supuestos servicios para familias de extranjeros que quisieran cruzar el Atlántico rumbo a Europa en plan turístico. Los veleros partían con 300 a 500 kilos de coca por viaje, lo que dejaba ganancias entre los 9 y 12 millones de dólares en cada trayecto. Las autoridades incautaron una decena de esos viajes en altamar en los últimos cinco años.

Desde que la Dijín y el FBI comenzaron la cacería contra esta organización, detuvieron a más de diez integrantes de la red en varios países, y para el Químico se hizo evidente que estaban tras él. Por eso, optó por esconderse en la frontera entre Colombia y Brasil desde donde continuaba coordinando los envíos.

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Pero no contaba con que los sabuesos de la Dijín y sus colegas norteamericanos no le quitaban los ojos de encima y solo esperaban el momento adecuado para detenerlo. Y por fin, el 14 de mayo el Químico ‘dio papaya’. Ese día cruzó desde territorio brasileño a Puerto Leguízamo en Putumayo para cumplir una cita. Ahí lo esperaban para arrestarlo. Un par de días después su socio holandés cayó en el aeropuerto de Houston, Texas, cuando intentaba tomar un vuelo hacia Colombia. “Fue un trabajo de varios años coordinado con el FBI y la Fiscalía. En las tres fases de la operación logramos arrestar a los 29 integrantes de la organización dentro y fuera del país. La detención de Díaz y el holandés marcó el fin de esa red que fue desarticulada desde la base hasta la cúpula”, dijo a SEMANA el director de la Dijín, general Jorge Vargas.

El Químico hoy está en la cárcel de Cómbita a la espera de ser extraditado a Estados Unidos, donde comparecerá ante una corte de Florida. Allí lo aguardan con ansia, pues lo consideran el capo de los narcoveleros.