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El italiano Giorgio Sale y el magistrado José Alfredo Escobar se sientan en una de las cafeterías del aeropuerto en donde continúan la conversación que empezaron en la entrada de la terminal aerea

Judicial

El juez y la mafia

Una operación en contra de la mafia italiana y los paramilitares terminó salpicando al magistrado José Alfredo Escobar Araújo, presidente del Consejo Superior de la Judicatura.

25 de noviembre de 2006

El consejo superior de la judicatura (CSJ) no es cualquier cosa. Los poderes de la entidad, desconocidos para la opinión pública, son inmensos. Para empezar, elabora el presupuesto de la rama judicial. En otras palabras, es quien decide a dónde va la platica. Juzga y vigila disciplinariamente a los abogados y funcionarios judiciales, como los fiscales o jueces en todo el país. Dirime la competencia de los casos entre la justicia ordinaria y la penal militar que, como se ha visto en los casos de Jamundí y las torturas de los soldados, es una facultad poderosa. Y como si todo esto fuera poco, le envía a la Corte Suprema de Justicia la lista con candidatos que aspiran a ser magistrados de este alto tribunal que hoy tiene temblando a medio país. Por eso, que el presidente de este órgano judicial, José Alfredo Escobar Araújo, termine ahora relacionado con la mafia italiana y con paramilitares, es de cuidado.

Un video del año pasado y unas grabaciones más recientes serían las pruebas que comprometerían al magistrado Escobar. En ellas queda en evidencia el alto grado de amistad que tiene con un hombre señalado de ser capo de la mafia italiana, Giorgio Sale, propietario de los almacenes de ropa Made in Italy y de los restaurantes L'Enoteca, en Bogotá, Cartagena y Barranquilla. El nombre de Sale no es desconocido para muchos empresarios ni para personas influyentes del país. Pero tampoco para las autoridades antimafia italianas y colombianas que desde hace más de tres años estaban tras él y finalmente lo arrestaron la semana pasada en Italia.

El resultado de meses de seguimiento, interceptaciones telefónicas, rastreo de sus movimientos financieros, informantes y policías encubiertos terminó en uno de los más grandes operativos contra el narcotráfico y lavado de activos (ver recuadro). Pero lo que comenzó como una operación multinacional antinarcóticos, terminó también dejando al descubierto que Giorgio Sale es un capo de la poderosa mafia italiana conocida como la D'rangheta (ver recuadro). También que ese grupo criminal está estrechamente relacionado con el jefe paramilitar Salvatore Mancuso. Y lo más grave, que uno de los mejores amigos del mafioso italiano resultó siendo José Alfredo Escobar Araújo, el presidente del Consejo Superior de la Judicatura.

Capo entre capos

La historia de la operación antimafia que tiene hoy enredado a uno de los más altos funcionarios del sistema judicial colombiano comenzó en Italia en 2003. A raíz de una serie de operaciones, las autoridades antinarcóticos italianas descubrieron una conexión para el envío de droga desde Colombia hacia ese país europeo en la cual estaban involucrados mafiosos y 'paras' colombianos con narcos italianos. Dentro de la lista de sospechosos que tenían en ese momento figuraban Giorgio Sale y sus tres hijos, David, Steffano y Cristian. Las labores de inteligencia de los italianos los llevaron a seguir los movimientos de los Sale hasta Colombia. Para sorpresa de las autoridades italianas, los Sale se movían en los más selectos círculos de la sociedad cartagenera, bogotana y barranquillera. Todo gracias a ser propietarios de la exclusiva vinería y restaurante L'Enoteca, en donde Giorgio se sentaba a manteles con políticos, empresarios, periodistas y dirigentes gremiales. Y por otro lado, eran dueños de una cadena de almacenes de ropa que se hizo muy popular por sus bajos precios: Made in Italy.

La conexión italiana

Los italianos ya tenían la investigación muy avanzada, pero para concluirla necesitaban la colaboración de las autoridades colombianas. Mediante la figura de cooperación judicial, el jefe antimafia de Roma envió las pruebas a Colombia y se inició una ardua tarea de inteligencia conjunta. Los italianos lograron infiltrar como informante a Santos Scipione, quien llegó de Europa a Colombia con la misión de vincularse con las autodefensas lideradas por Salvatore Mancuso. No sólo lo logró, sino que, aprovechando su origen italiano, se ganó la confianza del jefe paramilitar hasta el punto de que coordinó durante tres años el envío a Europa de ocho toneladas de cocaína que dejaron ganancias por 400 millones de dólares a la mafia italiana.

Gracias a la labor del infiltrado, las autoridades italianas no tenían duda de que Mancuso estaba enviando droga a Italia. Pero fuera de eso, la misma labor de inteligencia les permitió descubrir cómo y con quién ocultaba y lavaba el dinero de las ventas de cocaína. Ahí es donde aparecen Giorgio Sale y sus hijos. Y haciéndole el seguimiento a los italianos en Colombia, terminaron descubriendo sus estrechos lazos de amistad con el presidente del Consejo Superior de la Judicatura.

Video comprometedor

Para julio de 2005, las autoridades no le quitaban el ojo a los movimientos de Sale. Y fue precisamente en uno de esos controles cuando identificaron que uno de los mejores amigos de Giorgio era el magistrado Escobar Araújo. A mediados de ese mes, Sale y Escobar se encontraron en una de las entradas al Puente Aéreo en Bogotá y fueron filmados. En el video se observa cómo después de un afectuoso saludo, los dos conversan durante un largo rato y continúan su reunión en una de las cafeterías del terminal aéreo. Después, los dos se dirigen a una de las salas de abordaje y viajan rumbo a Cartagena.

El desconcierto de las autoridades no podía ser mayor. No entendían las relaciones amistosas entre el capo de la mafia italiana y el presidente de una de las entidades más importantes de la rama judicial. Según las autoridades, la respuesta la encontraron en una serie de interceptaciones telefónicas a la red mafiosa que movía Giorgio Sale en Colombia. En repetidas ocasiones, el italiano se comunicó y recibió llamadas del magistrado Escobar y coordinó diferentes citas. En otras, Escobar Araújo conversó con el hombre de confianza de Sale, Francisco Javier Obando Mejía. Él es un manizaleño encargado de todos los movimientos administrativos y financieros de las empresas Made in Italy y L'Enoteca.

En una de las conversaciones a las cuales tuvo acceso SEMANA, Obando Mejía le pidió al magistrado que intercediera ante dos jueces para ayudarles a él y a Giorgio con unos procesos judiciales. "Mira viejito, te llamó para una molestia para una persona muy allegada a Giorgio y a mí. Es un mayor de la Armada, tiene un pariente que los están jodiendo... ¿tú tienes cómo anotar?", le dice Obando al magistrado Escobar (ver recuadro).

Las grabaciones de Escobar conversando con Sale y Obando Mejía no son los únicos indicios comprometedores. Las pruebas de las autoridades muestran que el principal socio y amigo personal de Sale era Mancuso. Existen unas grabaciones en las que el paramilitar conversa de todo con el capo italiano. Hablan desde los gustos que tienen por el vino hasta las inversiones que Sale le maneja a Mancuso en España (ver recuadro).

Con todas estas pruebas, entre otras, la semana pasada finalizó la investigación. Las Policías colombiana e italiana, en coordinación con la DEA, capturaron a 49 personas en Italia, España y Colombia, por narcotráfico y lavado de activos. Giorgio Sale y su hijo Cristian fueron capturados en Italia. Otro de sus hijos, Steffano, en España, y dos de sus hombres de confianza, Francisco Javier Obando y Celso Alfredo Salazar, en Manizales y Cartagena (ver recuadro).

"Quedé sorprendido cuando me enteré de la captura de estas personas. Nunca me imaginé que estarían involucradas en negocios de narcotráfico. Yo sí les hice ese favor personal, que lo hago con cualquiera porque es una obligación que todo funcionario público reciba a las personas", le dijo a SEMANA Escobar (ver recuadro).

A nadie le sorprende que Mancuso este involucrado en un negocio de narcotráfico y lavado de activos. Tampoco suena descabellado que sus socios sean italianos conectados con la mafia del sur de Italia. Y podría hasta dársele el beneficio de la duda de la amistad entre los Sale, Obando y Escobar. Lo que sí genera pregunta es cómo el magistrado ha utilizado el poder que tiene desde diciembre de 2003, para hacerles favores judiciales a sus amigos.

Hace menos de dos meses, Escobar se vio inmerso en otra controversia. Emitió una circular en la que les indicaba a los jueces el sentido en el que se tenían que emitir los fallos de tutela en el caso de Telecom. Esa interpretación del sistema legal causó un terremoto entre juristas, y el magistrado fue invitado a la comisión primera del Senado para dar explicaciones sobre su conducta, pero la reunión nunca se llevó a cabo.

Aunque para el magistrado su actuación fue transparente y su relación con Giorgio Sale y Obando, una simple amistad, para las autoridades el asunto no es tan claro y son ellas las que definirán el alcance de esas relaciones peligrosas.