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| Foto: SEMANA

ELECCIONES 2018

Las dos visiones de país que reflejan las firmas de Vargas Lleras y Gustavo Petro

El exvicepresidente radicó 5,8 millones de rúbricas, mientras el exalcalde entregó 846.000. Ambos representan dos polos opuestos, una confrontación que marcará la puja por la Casa de Nariño.

11 de diciembre de 2017

Es una tesis ampliamente aceptada que en las presidenciales de 2018 Colombia tomará un giro más hacia la izquierda o volverá hacia el espectro de la centro-derecha. Eso queda en evidencia en la dura polarización que se vive por cuenta de estas dos corrientes ideológicas actualmente predominantes. Y este lunes, en la Registraduría, dos de sus principales exponentes oficializaron su aspiración presidencial.

Se trata del exvicepresidente Germán Vargas Lleras y el exalcalde de Bogotá Gustavo Petro, duros contradictores políticos y claros representantes de las dos tendencias que marcan la carrera por el poder y que quieren quedarse con el asiento presidencial en la Casa de Nariño. Claro que no son los únicos.

Con su arribo oficial a la contienda por la Presidencia, ambos, a través de firmas, y esquivando el apoyo público de los partidos políticos en los que han militado durante otros comicios, el debate electoral puede potenciarse aunque no necesariamente subir de nivel.

Vargas Lleras lleva seis propuestas concretas para diferentes sectores evadiendo la discusión con nombre propio con otros candidatos, mientras Petro ha hecho lo propio aunque más combativo y buscando confrontación con otros aspirantes.

Las dos tendencias que representan han implementado narrativas similares, pero desde orillas ideológicas diferentes. Mientras el exvicepresidente de Juan Manuel Santos acude a la tesis de que por cuenta de la forma en que se implemente el proceso de paz con las Farc, Colombia puede terminar en una situación igual o peor a la que atraviesa Venezuela, el exdirigente del Polo Democrático insiste en que el riesgo latente es que la resistencia al posconflicto desate una nueva guerra en el país.

Ambos discursos son también explotados por otros candidatos y, por supuesto, van acompañados de sus propuestas programáticas, pero coinciden, además, en el hecho de que al potenciarlas quieren quedarse con los votos de quienes son sus directos rivales o, en su defecto, eventuales aliados en caso de que cada sector busque hacer coaliciones para primera (mayo) o segunda vuelta (junio). Serían alianzas evidentemente de izquierda y de derecha en las que, por ejemplo, el sector empresarial tiene mucho interés de analizar.

Vargas y Petro también son conscientes de que el primer pulso podía ser la entrega de las firmas que los respaldan. Mientras el primero tenía previsto desde hace unos días radicar las suyas este 11 de diciembre, el segundo -según confirmó extraoficialmente la Registraduría- sorprendió con la decisión de llevar las suyas el mismo día y casi a la misma hora.

El exvicepresidente, líder natural de Cambio Radical, arribó con 5,8 millones de firmas transportadas en dos camiones y comenzó su evento a las 11 de la mañana. Como el organismo electoral va a revisar cada una de las rúbricas presentadas, Vargas ya se convierte de por sí en el candidato presidencial que se inscribe con mayor número de apoyos ciudadanos en la historia política reciente. Ahora el reto será traducirlas en votos, que de acuerdo con las últimas mediciones no es una tarea sencilla, pero si lo llegara a conseguir nadie le quitaría uno de los dos lugares de la segunda vuelta.

Su apuesta, en términos electorales, es quitarles protagonismo a los otros aspirantes de la derecha y que se unieron para promover hace un año el No en el plebiscito por la paz. Se trata de Iván Duque, del uribista Centro Democrático, y de los aspirantes por firmas -de extracción conservadora- Alejandro Ordóñez y Marta Lucia Ramírez. Todos ellos, por lo menos para segunda vuelta, seguramente estarán aliados. 

Y Petro, con una lista al Congreso que confeccionó junto a Clara López, quiere buscar el espectro de centro izquierda, en especial convocando a los que promovieron el ‘Sí’ en el plebiscito por la paz y los sectores que, lejos de las Farc, consideran que es posible la izquierda unida, que emule a nivel nacional los modelos de elección que le dieron al Polo Democrático dos alcaldías de Bogotá seguidas y una más a los Progresistas.

El exalcalde de Bogotá entregó 846.000 firmas, y fiel a sus preceptos electorales, volvió a hablar de posibles intentos de frenar su aspiración, esta vez por un problema que aseguró tener con la cuenta bancaria que abrió para financiar la recolección de los apoyos. Eso sí, al igual que Vargas, contó con su séquito de respaldo. Sus coqueteos son con el liberal Humberto de la Calle y el ‘verde‘ Sergio Fajardo.

Como ambos bandos casi se cruzan, la Registraduría decidió abrir dos puertas distintas para que cada uno entrara por separado y así evitar los roces. Eso sí, a través de arengas en toda la entrada del organismo electoral midieron parte de fuerzas; fue un pequeño escenario de la polarización nacional que vive el mundo político.

Otro aspecto que los caracteriza es que ambos tienen posturas evidentemente distantes del proceso de paz con las Farc, a pesar de que apoyaron a Santos en su reelección (precisamente para darle continuidad a las negociaciones de La Habana), pero los dos han optado por dar un paso adelante con el tema y reducir sus menciones al máximo para buscar posicionar otros aspectos que les representen mayores réditos en las urnas.

Esta, tal vez, era la entrega de firmas que más se esperaba en el país político, pues tanto Vargas como Petro representan tendencias opuestas pero con muchas opciones de quedarse con el poder en la Casa de Nariño en 2018 y, por eso mismo, los esperan en el debate electoral de lleno para que midan fuerzas en las discusiones. Claro que los dos también aspiran a recibir nuevos apoyos antes de la primera vuelta presidencial.

Lo que ahora está por verse es cuál paquete de firmas tendrá más fuerza en las urnas, si los 5,8 millones de Vargas o los 850.000 de Petro. Dos visiones de país diametralmente opuestas, que pueden jalonar hacia sus orillas una buena parte del electorado nacional.