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Leyner Palacios, víctima de la masacre de Bojayá, y varios congresistas que defendieron el No y el Sí en el plebiscito reflexionaron tren años después de la votación.

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Doce lecciones que dejó el plebiscito de paz en su tercer aniversario

SEMANA habló con algunos de los protagonistas de la jornada electoral del 2 de octubre de 2016. ¿Qué piensan tres años después de la refrendación del acuerdo?

2 de octubre de 2019

El plebiscito para la paz produjo una de las más grandes hecatombes políticas de este siglo. El 2 de octubre, en un reñido voto finish, el No se impuso con el 50,21 por ciento del resultado (6.431.376 de votos) contra el 49,78 por ciento (6.377.482 votos), que dijeron Sí. Tres años después de conocerse el resultado, si bien muchas cosas cambiaron porque el acuerdo terminó en parte materializándose, lo cierto es que el país sigue cargando con el lastre de la polarización. Estas son las lecciones que a juicio de algunos protagonistas dejó la jornada del 2016.

Leyner Palacios, víctima de la masacre de Bojayá

Leyner Palacios habla del nombramiento de Darío Acevedo en el Centro Nacional de Memoria Histórica

PRIMERO: Perdimos los colombianos buscando una paz perfecta porque ahora ni los del Sí, ni los del No ganaron. La confrontación armada crece mientas nosotros estamos enredados en una polaridad política. Mientras tanto, la guerra, los grupos armados, los cultivos de uso ilícito y el abandono institucional se continuan devorando a las personas, las comunidades y el campo. La paz perfecta no es posible, pero esa paz que todos decimos defender la hemos ahorcado por nuestros egos, por la mentira y la cizaña. Hemos perdido tres años de oportunidad, que van en tres años de rivalidades.

SEGUNDO: No es sano tomar decisiones tan trascendentales en medio del calor, la rabia y menos sin preparación pedagógica adecuada. Muchos colombianos rechazaron el acuerdo que sacó de la guerra a más de 10.000 hombres y mujeres de la confrontación armada y ahora muchos de ellos están contribuyendo de manera distinta al crecimiento del país. Proyectos productivos, familiares, emprendimiento agrícolas, académicos, procesos distintos, son algunos ejemplos. Definitivamente, no deberían ser los partidos políticos los abanderados del discurso de la paz. 

General (r) Rafael Colón 

PRIMERO: Aunque el presidente Duque sabía que comandaría un país dividido frente al acuerdo de paz con las Farc; quienes votamos por él, supusimos que haría todo lo posible por unir al país político. Hasta ahora, sin embargo, no ha dado el primer paso. La mezquindad de la política es la primera lección aprendida. Quienes votaron Sí, durante el plebiscito, acusan de todo lo malo que ocurre en el país a este Gobierno y quienes votaron No, siguen torpedeando cualquier iniciativa frente a la implementación. La magnitud de esa disputa intestina, entre quienes apoyan y no apoyan el acuerdo de paz con las Farc, ha sumido al país en una profunda polarización, que no le permite levantar la cabeza.

SEGUNDO: Se disparó la violencia por la falta de acuerdos políticos nacionales y estrategia territorial. Aunque era previsible que el Estado tardaría en ocupar las áreas donde las Farc ejercían control ilegal, ahora ese vació fue aprovechado por actores de diverso pelambre y raigambre, que se disputan el control de las economías ilegales. En ese contexto, los colombianos percibimos que estamos regresando a los antiguos escenarios del conflicto armado que sumado a que la instrumentalización política de los acuerdos, exacerba los odios, los asesinatos y la violencia en la protesta social.

Álvaro Villarraga, del Centro Nacional de Memoria Histórica

Resultado de imagen para Álvaro Villarraga site:semana.com

PRIMERO: Si bien la paz es derecho fundamental irrenunciable que debe garantizar el Estado y contribuir a su realización y disfrutarlo el conjunto de la sociedad, el plebiscito buscaba la refrendación ciudadana del acuerdo como aporte decisivo a la paz. Pero la mitad de los votantes respaldó el acuerdo de La Habana interpretándolo como  paso necesario para lograr la paz, mientras la otra mitad expresó oposición al acuerdo y ciudadanía influida por la campaña de prejuicios y desinformación deliberadamente emprendida contra el acuerdo. Entonces el Gobierno Santos que había cometido el error de limitar la divulgación y socialización del acuerdo y las Farc tuvieron el acierto de revisar el contenido del acuerdo en consulta con los opositores, aunque sin renunciar a sus pilares que lo hacían posible.

SEGUNDO: Adicionalmente el acuerdo tuvo el respaldo de la gran movilización de jóvenes, estudiantes y ciudadanía que colmo las plazas públicas exigiendo su vigencia y aplicación. Y finalmente se consolido institucionalmente al ser refrendado por amplias mayorías en el Congreso y mediante los fallos y la jurisprudencia en favor adoptadas por la Corte Constitucional.

Paloma Valencia, senadora del Centro Democrático

Paloma Valencia dice que su madre también fue víctima de acoso

PRIMERO: El plebiscito deja dos lecciones malas. Una de ellas es la idea de que el constituyente primario en Colombia es el pueblo. Eso quedó en entre dicho. Hace tres años vimos una debilidad institucional que prefirió acompañar al gobierno de turno y dejar solos a los colombianos que habían tomado una decisión, muy a pesar que la ley había sido modificada para ser prácticamente imposible ganar.

SEGUNDO: El presidente Santos falló por no asumir el desafío que le correspondió históricamente de ser el líder de todo el país y no solamente de medio. Él también tuvo la oportunidad de haber representado a los ciudadanos del No y prefirió simplemente avanzar con el acuerdo que ya tenía, sin pensar en hacer un acuerdo que satisfaciera a todos los colombianos. 

Álvaro Leyva, abogado

Álvaro Leyva habla de la Jurisdicción Especial de Paz

PRIMERO: Desde que se propuso me pareció una equivocación la fórmula del plebiscito para aprobar el acuerdo de paz de La Habana. Los derechos fundamentales no se juegan en una ruleta. El tema entra a la esfera de lo llamado “contramayoritario”. Unas mayorías en las urnas no pueden desconocer derechos de esa naturaleza. Estos pertenecen a la “esfera de lo no decidible” (Ferrajoli), o del “coto vedado” (Garzón Valdés). A más que el proceso todo lo acompañó la mentira y el odio. Lo confesó el propio gerente de la campaña del No, señor Juan Carlos Vélez. Se trataba –dijo-, de que “la gente saliera a votar verraca” (La República 6-10-2016). Se, vendió la tesis de la traición de Santos a Uribe y que el Presidente le estaba entregando el país a las Farc; que votar SI era darle el triunfo al “castrochavismo”, que lo que se pretendía era una paz con impunidad y llevar a los colegios la ideología de genero y de abierta y laxa sexualidad. A la campaña del Si la acompañó la permanente falsedad. Fue la estrategia. Campaña inmunda.

SEGUNDO: Agréguese los efectos negativos del Huracán Matthew sobre la votación en la costa atlántica, región mayoritariamente amiga del SI. Pero el acuerdo de paz sigue su marcha tres años después del malhadado triunfo del No. Viene saliendo adelante a empujones, y se impondrá eventualmente con JEP, imposición de la verdad, reparación y no repetición. El No ganó una noche que quedó atrás, mientras que el Si, que perdió entonces, viene triunfando paso a paso todos los días más y finalmente se impondrá plenamente.

Armando Benedetti, senador del Partido de la U

Capturado presunto enlace de Armando Benedetti en chuzadas ilegales

PRIMERO: Fui el coordinador ponente de la ley que habilitó el plebiscito y debo decir que desde su trámite siempre vimos innecesario convocarlo. Se entendía que todos la queríamos. Santos lo sacó adelante porque quería hacer una jugada política que consistía en darle una estocada final al uribismo, al mismo Uribe, porque en ese momento ellos estaban bastante desgastados y gracias al plebiscito fue que volvieron a tomar aire, a tomar vida. Pasó lo mismo que con el brexit en Inglaterra y en Colombia a Santos esa jugada le terminó saliendo el tiro por la culata.

SEGUNDO: Ese tipo de campañas no son fáciles. Fue muy difícil hacerle entender a la gente que el acuerdo era una cosa muy larga, de muchos puntos, en donde era mucho más fácil hablar de lo malo que de lo bueno y las bondades. Eso fue lo que aprovecharon las personas que hicieron campaña por el No, tanto que en un momento hicieron marchas por el No en el plebiscito con base en unas supuestas cartillas de la comunidad LGTBI. Eso no era cierto y la gente terminó votando en el plebiscito sin saber cómo eran los acuerdos y los beneficios que traía. 

José Obdulio Gaviría, senador del Centro Democrático

José Obdulio Gaviria habría sufrido un infarto

PRIMERO: El plebiscito me enseñó -o, mejor, confirmó- que el pueblo de Colombia es hijo de Atenea, la diosa de la sabiduría y del sentido común; que Santos y las Farc son epígonos de Judas y de la traición, y que la oposición no supimos proteger nuestros oídos frente a las sirenas y su canto. El acuerdo final Santos-Márquez, es una celada contra la democracia. Su efecto no es la paz sino el socavamiento de la estructura democrático liberal de nuestro Estado. El pueblo expresó su inteligencia y sentido común con un No.

SEGUNDO: Santos y Márquez nunca pensaron respetar la voluntad popular. Si ganaba el Sí, ¡Adelante el acuerdo!; si ganaba un No, ¡Adelante el acuerdo! Fue siempre un procedimiento tramposo con el que engañaron a muchos. Y la oposición no supo descubrir que no había negociación sino trampa. El canto de las sirenas embriagó a quienes estuvimos por el No. Concurrimos creyendo que se iba a hablar, pero todo era una distracción. Santos y Márquez tuvieron su acuerdo ilegítimo y por eso su paz no va más allá de una paloma pintarrajeada.

Roy Barreras, senador del Partido de la U

Roy Barreras proceso de paz ronda 16 decisiva

PRIMERO: El resultado del plebiscito demostró, tal como pasó con el brexit en Inglaterra, que los derechos síntesis como la paz o los derechos las minorías, son susceptibles de ser manipulados por las emociones, las falsas versiones, las mentiras y los instintos más primarios.

SEGUNDO: Las grandes decisiones que tienen que ver con ir o no a la guerra, poner fin o no a la guerra, hacer la paz, o por poner otros ejemplos, imponer la cadena perpetua o garantizar los derechos de una minoría religiosa, no se pueden llevar a consultas plebiscitarias susceptibles del populismo, porque terminan en el desastre que hoy es el brexit o la polarización colombiana que tiene el país dividido en mitades por cuenta del manejo que se le dio a la campaña. La gran lección es que los grandes temas que determinan la historia de un país tienen que discutirse de manera reposada y el mejor modelo que existe es la democracia representativa que sirve de filtro a las emociones y los debates de fondo.