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"No se movía una aguja sin permiso de la guerrilla"

Aldemar Rodríguez, uno de los principales testigos en el caso contra la dirigencia de Arauca, habló con SEMANA.

24 de noviembre de 2003

A un año del atentado que le hizo el ELN, Aldemar Rodríguez, ex presidente de la Federación Comunal de Arauca y secretario ejecutivo de derechos humanos de esta misma organización desde 2001 hasta julio de 2003, decidió hablar con SEMANA y contar por qué se volvió uno de los testigos clave en el proceso contra algunos dirigentes políticos de Arauca.

SEMANA: ¿Por qué conoció las relaciones entre el ELN y los dirigentes políticos acusados?

Aldemar Rodriguez: En 1994 aspiraba a la Asamblea de Arauca y por ese entonces fui citado a una reunión con la comunidad en Tame. Apenas llegué me encontré con la sorpresa de que la reunión era con el comandante alias 'El Chino', del frente Domingo Laín, y con otros guerrilleros. Ellos les pidieron a los asistentes que asumieran unos compromisos con el ELN a cambio de fortalecer sus campañas. Y volví a relacionarme con ellos a partir de 1999 por intermedio de un enlace.

SEMANA: ¿Cómo operaba la infiltración del ELN en las instituciones?

A.R.: Conocer la estructura del ELN no es fácil. La estructura político-militar tiene tres comandantes principales: el militar, el político y el organizativo. La función principal del político es fortalecer la relación con lo amplio. Lo amplio es otra estructura del ELN, en el que convergen miembros de organizaciones sociales, dirigentes políticos y otro tipo de ciudadanos que no hacen parte de la estructura militar pero que prestan apoyo financiero, logístico, institucional, e inclusive relaciones internacionales.

SEMANA: ¿Un ejemplo de cómo opera lo amplio?

A.R.: En Arauca existe el Comité de Derechos Humanos Joel Sierra, organización de derechos humanos que durante muchos años ha estado infiltrada por el ELN. Muchos de sus miembros trabajan en lo amplio. Y siempre que hay un hecho donde se viola el derecho internacional humanitario por parte de la insurgencia guarda silencio. Pero cuando la Fuerza Pública comete un error lo denuncia ipso facto a nivel nacional o internacional.

SEMANA: Que las ONG escojan sus batallas no las convierte en auxiliadores de la guerrilla.

A.R.: Eso es cierto, pero no en el caso de Arauca. Porque Arauca estuvo cogobernada por la insurgencia y nada del departamento hasta 2001 se movía sin que tuviera el visto bueno de la guerrilla. Algunos miembros de la Joel Sierra mantenían contacto con los comandantes de las comisiones del ELN de cada municipio. Iban a entregarles informes o a pedirles orientaciones. Yo lo sé porque la Federación Comunal tenía un trabajo en equipo con la Joel Sierra. Pero yo no estaba de acuerdo con seguir las instrucciones del ELN.

SEMANA: ¿Cómo se daba en la práctica esta relación con lo político?

A.R.: Es sencillo. Cuando uno aspiraba a ciertos cargos políticos se necesitaba un aval del ELN, que era un visto bueno que se obtenía asumiendo compromisos con ellos.

SEMANA: ¿Qué le pasaba al que no buscaba ese aval?

A.R.: Siempre han existidos tres grupos de dirigentes: unos por convicción, que trabajaban directamente para el ELN. Otros por conveniencia, que no veían otra forma de ejercer la política. Y otros que lo hacían porque de por medio estaba la vida. La historia ha demostrado que los dirigentes que han estado en contra del ELN han sido asesinados selectivamente.

SEMANA: ¿A qué grupo pertenecen los políticos capturados?

A.R.: Ahí hay dirigentes por convicción, pero eso hace parte del debido proceso.

SEMANA: Algunos dicen que este proceso es un montaje y que responde a una persecución política.

A.R.: No es cierto. Es un proceso que se empieza a consolidar hace más de un año a partir de investigaciones de la estructura de apoyo de la Fiscalía en Arauca. Hay testimonios de varios reinsertados y hay denuncias de víctimas.

SEMANA: ¿Cómo beneficiaban estos políticos al ELN?

A.R.: Por un lado, concertando el presupuesto con el mando guerrillero. Y por otro, contratando obras con contratistas recomendados por la guerrilla a través de los vikingos.

SEMANA: ¿Qué son los vikingos?

A.R.: Son unos papelitos que mandaba el mando al gobernante o al dirigente con instrucciones precisas a favor de la insurgencia o de un contratista específico.

SEMANA: ¿De cuánto era la comisión que los contratistas debían entregar al ELN?

A.R.: Del 5 y el 7 por ciento sobre el contrato bruto. Pero había contratistas que aportaban más o menos.

SEMANA: ¿Cómo se beneficiaba el político?

A.R.: El dirigente político necesitaba el permiso del ELN para que a través de sus contratistas de confianza financiaran sus costosas campañas políticas.

SEMANA: ¿Cómo ejercía el ELN el control sobre la gente?

A.R.: A través de sus enlaces. En la asamblea, por ejemplo, había un diputado que era el enlace del ELN con la corporación. En las organizaciones sociales había otro. Y así sucesivamente. Siempre había una persona que representaba al ELN en cada organización o institución de lo amplio.

SEMANA: ¿Qué le pasaba al que desobedecía?

A.R.: Dependiendo de su grado de compromiso, recibía su castigo.

SEMANA: ¿Las Farc actúan diferente?

A.R.: Si bien las Farc hacían un trabajo político y social de base, su fuerza estaba más en lo financiero a través de la explotación de los cultivos ilícitos y en las acciones militares.

SEMANA: ¿Y los paras?

A.R.: Los paramilitares son un proceso nuevo en Arauca y por lo tanto su consolidación dependerá del papel que juegue el gobierno. Ya que al anular un actor van a quedar vacíos que sin voluntad política para resolver problemas coyunturales en la zona van a ser llenados por los otros.

SEMANA: ¿Qué papel desempeñó la zona de rehabilitación?

A.R.: Con el tiempo gracias a la voluntad de personas que han querido apoyar el nuevo proceso institucional que nace en Arauca los insurgentes han venido perdiendo todo el espacio político y territorial. Y en lo militar, hay un repliegue de la guerrilla que no se puede subestimar. Pero es un hecho que el gobierno ahora tiene el control del departamento.

SEMANA: ¿Cómo han recibido los araucanos estas acciones del gobierno y en especial las capturas?

A.R.: El grueso de la población acepta en silencio las capturas y todo el trabajo que se viene desarrollando y guarda una gran esperanza. Lo demostraron en las elecciones pasadas. Ahora falta más inversión social, sobre todo empleo.

SEMANA: ¿Por qué decidió denunciar a los dirigentes?

A.R.: Es que no se puede seguir aceptando el complot insurgencia-dirigentes políticos-funcionarios públicos que le hace tanto daño a la sociedad. Y tampoco la estrategia de guerra criminal de la insurgencia.

SEMANA: ¿Tiene miedo?

A.R.: Miedo, es obvio. Pero mi Dios me dio la oportunidad de aportarle a este proceso y eso es lo que estoy haciendo. Sólo quiero apoyar un proceso institucional que le devuelva la dignidad a Arauca y a los araucanos.

SEMANA: ¿Qué planes tiene?

A.R.: Por ahora proteger a mi familia. Porque tengo dos escoltas, un carro y un radio pero sólo en el papel. En la realidad no tengo ninguna protección porque el programa de derechos humanos del Ministerio del Interior nunca se ha preocupado por poner en práctica el esquema de seguridad.

SEMANA: ¿Cómo ve el futuro de Arauca?

A.R.: Es bueno, en la medida en que el pueblo entienda que los grupos armados ilegales no son una alternativa para resolver los problemas crónicos del país. Si esto se logra, podremos liberarnos de la estigmatización que Colombia ha hecho de nosotros, los araucanos. n