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Beat

Bloomberg presenta una mirada crítica hacia el futuro. La nota sostiene que “la nueva política pública hacia las drogas está facilitando que los grupos ilegales incrementen la producción de cocaína”. 

Luis Carlos Vélez
16 de septiembre de 2023

Miguel Ángel Rojas es uno de los artistas conceptuales más destacados de nuestro país. Nacido en Bogotá en 1946, ha realizado importantes trabajos que incluyen la pintura, fotografías e instalaciones en las cuales ha tocado temas referentes al país y entre ellos ha incluido el narcotráfico.

Una de las obras de este artista que ha expuesto en los lugares más destacados de Colombia, Venezuela, Australia, Puerto Rico, Cuba, Estados Unidos, Japón, Brasil, Inglaterra y México, que más llama la atención se llama Beat.  

El trabajo es una caja de luz en la que intervino una revista TIME de 1979 cuya portada dice: “La conexión colombiana, millones de dólares en cocaína y marihuana”. Se trata de uno de los primeros trabajos periodísticos estadounidenses en los que se analiza y revela el corazón del narcotráfico en nuestra nación. Rojas tomó el documento original y le instaló pequeños bombillos que forman la palabra Beat, que en español significa “derrotar”. Magistral. 

Dicen que el arte le habla a quienes tienen contacto con él. Cuando la veo, esta obra me habla sobre el dolor que hemos tenido que pasar los colombianos para derrotar la historia del narcotráfico que durante tanto tiempo ha definido nuestras vidas. Las luces que irrumpen en el escrito parecen, a los ojos de este desprevenido espectador, la representación del esfuerzo colectivo de una nación que nunca se dejó doblegar de la fuerza destructora y corrupta del narcotráfico. 

Y son precisamente los artículos periodísticos internacionales los que hoy traen nuevamente a valor presente la misma historia. Es como si hubieran pasado décadas de guerra y, por un tiempo, años en los cuales por lo menos vivimos con la ilusión de que la coca no hubiera sido la primera referencia para la nación. Doloroso. 

Si usted ingresó a Google la semana pasada e indagó por la palabra “Colombia” en el buscador de noticias se dio cuenta de que las principales noticias referentes al país estaban relacionadas, nuevamente, al narcotráfico. Cruel. Pero hubo un artículo en especial que genera un inmenso dolor ante una apabullante realidad. Fue escrito por la agencia de noticias financieras Bloomberg que titula: “La cocaína, a punto de sobrepasar al petróleo como la importación más importante de Colombia”. Demoledor. 

El artículo, publicado en el portal de referencia del mundo de los negocios, destaca que mientras las exportaciones de petróleo retrocedieron 30 por ciento durante el primer trimestre del año, la tendencia en la producción de cocaína ha venido avanzando en los últimos meses.  

Según los cálculos de Bloomberg Economics, la comercialización internacional del narcótico pronto superará lo generado por la producción petrolera nacional, algo que seguirá avanzando en la medida en que “el gobierno toma una política pública más indulgente con respecto a las drogas”. Contundente. 

Según Bloomberg: “Se estima que los ingresos producto de las exportaciones de cocaína salten a 18.200 millones de dólares en 2022, no lejos de las exportaciones de petróleo por 19.100 millones de dólares el año pasado”. 

Para su cálculo, el artículo toma como referencia los datos recientes de la Oficina de Drogas y Crimen de Naciones Unidas que establece que la producción del alcaloide saltó a 1.738 toneladas el año pasado, mientras que la cantidad de tierra cultivada con coca, la materia prima para fabricar la droga, subió 13 por ciento, registró un récord de 230.000 hectáreas en 2022. 

Pero más allá de las meras cifras, que son simplemente terroríficas, el artículo de Bloomberg presenta una mirada crítica hacia el futuro. La nota sostiene que “la nueva política pública hacia las drogas está facilitando que los grupos ilegales incrementen la producción de cocaína”.  

Asegura que esto será el resultado de que “el presidente Gustavo Petro, primer líder de izquierda de Colombia, ha cambiado la aproximación frente al narcotráfico, buscando golpear a los barones de la droga que se benefician más de la venta del narcótico por fuera del país que afectar a los productores de la hoja de coca, que son el eslabón más débil en la cadena de producción”. 

Algo está pasando que el narcotráfico en el país está en pleno apogeo. Es evidente que hace falta la fumigación de los cultivos, la presencia de las FF. MM. en las áreas donde se concentran los narcotraficantes y una política judicial concentrada en afectar a toda la línea de producción. Es claro que la guerra contra el narcotráfico debe ser una mesa con varias patas que concentren diferentes políticas públicas como la educación, salud pública, presencia del Estado y alternativas económicas para las poblaciones que hacen el cultivo, pero esto es tan cierto como que abandonar la variable de la mano militar contra el narco solo lleva a que seamos una nación narcotraficante donde el sueño de “derrotar”, como en la obra de Rojas, se aleje y se convierta en una pesadilla de ser prisioneros de la ilegalidad. A parte de quejarse, ¿qué va a hacer, señor Presidente?

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