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Opinión

Crónica de una recesión anunciada

La sola propuesta nos alerta sobre el despertar de fantasmas del pasado como aquel que vivieron hacia el inicio del siglo XXI, los argentinos con el corralito del entonces presidente Fernando De la Rúa.

Wilson Ruiz Orejuela
13 de junio de 2024

Nos encontramos en un momento peligroso para nuestra economía, el gobierno ha dado muestras hasta la saciedad que no tiene un rumbo distinto a tratar de estatizar por completo la banca e intervenir en el uso y destino de los ahorros de los colombianos.

A través de su grandilocuencia, el presidente avanza en la construcción de iniciativas que parten de premisas engañosas, donde le propone a los banqueros la idea que, el Estado debe manejar los recursos y la deuda, siendo esta, la opción menos riesgosa y más confiable. La sola propuesta nos alerta sobre el despertar de fantasmas del pasado como aquel que vivieron hacia el inicio del siglo XXI, los argentinos con el corralito del entonces presidente Fernando De la Rúa.

En esta nueva versión, quieren hacernos creer que quienes nunca han generado riquezas, quienes han demostrado una torpeza absoluta, falta de experticia y ausencia de liderazgo en las áreas más importantes de nuestro país, nos conducirán a conjurar la crisis generada en el seno mismo del gobierno Nacional.

De los factores preponderantes en la creación de una inminente, pero aún contrarrestable recesión económica, está la problemática ocasionada por cuenta de la inoperancia en el recaudo tributario de nuestro país. El mensaje enviado a quienes poseen una notable cultura tributaria e incluso aquellos que no, es que desde la Dirección de Impuestos y Aduanas Nacionales -DIAN- no se pudieron cumplir las metas y objetivos propuestos. En otras palabras, se impuso la moda de absolver consultas, administrar y recaudar tributos a través de TikTok y he aquí los resultados.

Los expertos coinciden en afirmar que de los estados financieros de la entidad se logra constatar que las cuentas por cobrar por parte de la DIAN pasaron de 35 billones de pesos en el primer trimestre de 2023 a 38,1 billones un año después, lo que indica un problema grave de gestión, circunstancias que se agrava si tenemos en cuenta que una suma equivalente a 8 billones de pesos prescribieron, esto es, ya no pueden cobrarse o recuperarse, todo esto sumado a que las medidas de ampliación de la planta de personal y más contratación se esperaba fuesen más operativas o dieran resultados, circunstancia que no aconteció, denotando con lo anterior, un manifiesto incumplimiento de las metas y propósitos de la entidad.

Producto de lo anterior, nuestro país se sumerge cada vez más a una posible debacle económica que contrasta con otros países de la región que, a fuerza de iniciativa y liderazgo, crecen y tienen mejoras ostensibles en sus indicadores económicos. Pareciera que en Colombia pasa precisamente lo contrario, nadie pilotea la nave y quienes desafortunadamente están al mando, nos llevan al naufragio advertido por muchos en el sector económico.

Incluso para el mismo gobierno Nacional, la expectativa de ingresos estaba por el orden de los 352,4 billones de pesos en todo 2024, pero estos llegarían posiblemente a un máximo de 292,3 billones de pesos, lo que implicaría un desfase cercano a 60 billones de pesos. Asimismo, se proyectó en el Marco Fiscal de Mediano Plazo del 2023 que el PIB avanzaría 1,2 por ciento y apenas lo hizo en 0,6, lo que traduce, según expertos, en restar otros 10 billones de pesos de ingresos.

Con el contexto anterior, se llevó a cabo el congreso de Asobancaria, donde se exploraron diversas alternativas, las cuales condujeron a varias proposiciones, a saber: Por un lado, quedó claro que la moneda de cambio del gobierno son las apropiaciones presupuestales de inversión otorgadas a través de los CDP´s, esto es, se promueve una “inversión congelada”. Al parecer, el gobierno aplicó la fórmula de gastar y gastar en lo innecesario y poco rentable. No hay prudencia ni austeridad en el gasto público, más parece una suerte de derroche que ya nos empieza a pasar la cuenta de cobro en la que nos encontramos hoy.

El discurso del presidente advierte además recortar gastos, pero promete no “afectar” a la población más pobre. NO presidente, es que el recorte afecta a todos y más aún a los pobres, sobre todo cuando el discurso pretende seguir hondando la brecha social sin dispensar una solución en el mediano plazo.

Lo que corresponde es gobernar y liderar aún en medio de la crisis, no ofrecer los acostumbrados discursos de que esto es culpa de “otro”, mucho menos, aceptar como justificación la afrenta realizada a la Corte Constitucional en la que el presidente acusa al Alto Tribunal de estar del lado de los sectores más ricos, carbón y petróleo cuando tomó la decisión de declarar inexequible la deducibilidad de las regalías. Es de cobardes escudarse en otros y no reconocer, ni afrontar la crisis, que valga mencionar, fue propiciada desde el mismo gobierno.

La pregunta a hoy es ¿qué hacer? Para ello, se considera que nuestro rector de la economía que es el Estado, pueda adoptar decisiones ajustadas a los lineamientos de nuestras necesidades y hacer un llamado a la sensatez, austeridad y priorización de este gobierno, tanto con la deuda pública como con la deuda social, eso sí, sin desestimular la inversión y la confianza de los mercados, cuidando diligentemente el recaudo de los tributos y explorando algunas posibles fuentes adicionales de financiación estatal, manejando con prudencia las tasas de interés y estimulando los sectores productivos de nuestro país.

Como se advirtió, el recorte anunciado vendrá con una decisión administrativa formal que le dé piso y sustento al anunciado “bloqueo” de los CDP´S advirtiéndose de entrada que esta es una medida de choque que desacelera la economía y nos lleva un segundo semestre poco esperanzador, no obstante, es mejor panorama que sucumbir ante la inconcebible propuesta de “inversiones forzosas” que le propone el gobierno Nacional a los Banqueros.

No podemos ni debemos permitir que se estatice el ahorro de los colombianos. Señores Banqueros, el gobierno nos quiere llevar a un régimen dictatorial, nos quieren cercenar nuestra libertad, ya se hizo con la salud, con nuestros fondos de pensiones y ahora pretenden hacerlo con nuestros ahorros. Se deben adoptar las medidas para que podamos ver los resultados, y aunque se anticipen pocas esperanzas, existe una pequeña luz que entre todos como Nación superemos la inminente crisis a la que nos vemos expuestos.

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