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Duque encontró el norte

 El viernes 20 de marzo en la noche nació un nuevo presidente. Dejó atrás el estilo dubitativo y sin norte.

Alfonso Cuéllar, Alfonso Cuéllar
28 de marzo de 2020

Tal vez era la persona más inesperada para estar infectada del coronavirus. La demostración de que la pandemia va en serio y que no es un simple flu. Un hombre de 71 años con el cuidado esperado. Si a él lo pudo contagiar, nadie se salva. El príncipe de Gales y heredero de la corona británica fue informado el pasado miércoles de ser portador. Como dicen, ni la realeza británica es inmune. 

Confieso que me sorprendió. Volvió la enfermedad un hecho tangible. Nadie es inmune. Y ese es un mensaje para los colombianos. Un mensaje urgente: el coronavirus llegó y no se puede ignorar como lo han hecho los gobiernos de Brasil y México. El presidente brasileño Jair Bolsonaro vive en otro planeta. Sigue insistiendo en que es una simple gripa y que hay un pánico exagerado. Está en un juego peligroso. Los casos en Brasil aumentan exponencialmente y el mandatario se burla de ellos. La mayoría de los gobernadores no le creen y han adelantado su propia política regional. Pero como país no funciona; urge un director técnico firme y aplomado.

Bolsonaro llamó al ministro de Salud para que parara el pedido del distanciamiento social. El 24 de marzo, en un discurso televisivo, exigió acabar políticas como cerrar restaurantes y colegios, y acusó a los medios de promover el miedo. 

En México es incluso peor. Andrés López Obrador, presidente populista, no le cree a la pandemia. En su opinión, México está en la primera fase. Pidió a los mexicanos seguir saliendo para “llevar a la familia a comer, a las fondas, porque eso es fortalecer la economía familiar, popular”. 

Obrador tampoco ha pedido frenar los besos y abrazos. Recomendó la lectura de El amor en los tiempos del cólera.

Descartó cualquier declaración de toque de queda en México. “Yo respeto la decisión de otros países, pero nosotros no necesitamos eso”, dijo. Una declaración llena de dudas, ya que sus pares fueron al revés e impusieron políticas restrictivas. El presidente Iván Duque se fue por otro camino. Con excepción de la ministra del Interior, Alicia Arango –que propone pausa a lo mexicano–, el Gobierno colombiano optó por lo radical. No era una decisión fácil. 

Hay varios asesores que opinan lo contrario. Que se afectará la economía, que Colombia no puede paralizarse. Señalan como ejemplo a Estados Unidos, dicen que ya está cambiando. El presidente Donald Trump busca que la Pascua sea un renacimiento. 

De aplaudir el presidente Duque, que no comió cuento y no se dejó persuadir.

El viernes 20 de marzo en la noche nació un nuevo presidente. Dejó atrás el estilo dubitativo y sin norte.

Anunció un aislamiento obligatorio de los colombianos, inicialmente por 19 días. Fue una decisión valerosa. Duque entendió que el mundo no espera acciones ‘mediotintas’. No es una crisis pasajera; posiblemente es la peor en 100 años. 

Para el gobierno de Duque no hay nada más. Es una crisis 24/7 con un final incierto. Se necesitaba de su liderazgo, el mismo que se caracteriza por el trabajo en equipo.

Armado con la emergencia económica, el Gobierno tomó varias decisiones trascendentales. La suspensión o aplazamiento del cobro de las facturas de acueducto, alcantarillado, aseo, gas y energía eléctrica durante un mes para las familias de menores ingresos y la posibilidad de diferir el pago del consumo de ese mes durante 36 meses, sin recargos. Ningún contratista del Estado puede ser desvinculado. Habrá plata para tres millones de colombianos que viven fuera de los programas sociales. Asignó recursos para los 2,3 millones de hogares que hacen parte del programa Familias en Acción. Se llevará la alimentación escolar a la casa. 

Nada de esto era posible antes. Es importante que se sintiera el liderazgo del Gobierno. Iván Duque tiene el desafío de la historia: dejar a Colombia viva en 2022. No es fácil; habrá miles de obstáculos. Pero había que empezar.

Duque no debe caer en la tentación diaria de las redes sociales. Tampoco debe importarle lo que otras autoridades hagan. Todo suma. La derrota del virus es la prioridad nacional hoy. Es lo único. 

Por eso, el enfoque en los más vulnerables es clave. No los podemos olvidar. En los próximos meses, nuestro objetivo será sostener todas las iniciativas para que no regresen al abandono. Duque asumió este reto y sería una barbaridad abandonarlo en esta lucha. 

Vienen semanas y meses complejos. No faltarán las críticas. Es el costo de la democracia. A Duque no le deben importar. La prioridad para su gobierno es la salud de colombianos. Nada más.