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El fin del uribismo

El Centro Democrático es una recocha de ideas locas. El martes la senadora Paola Holguín acusó a las Farc de querer aprovechar la pandemia para liberar a guerrilleros. La senadora María Fernanda Cabal calificó la pandemia como “un pánico absurdo".

Alfonso Cuéllar, Alfonso Cuéllar
2 de mayo de 2020

El Centro Democrático nació en 2013 con un objetivo existencial: ser el vehículo de transmisión de ideas del expresidente Álvaro Uribe Vélez. Era un partido unipersonal que dependía de un hombre. En las elecciones legislativas de 2014 recibió más de 2 millones de votos y el candidato del partido casi gana las presidenciales. En 2018 obtuvo el mismo resultado en el Congreso, una señal de que su posición tenía un techo. A pesar de ganar la presidencia, no fue por su fuerte respaldo al No al acuerdo de paz. Triunfó porque el otro candidato se llamaba Gustavo Petro, el mamerto mayor. 

Después de 20 meses, el Centro Democrático no tiene ruta definida, sino una cadena de propuestas inconclusas e inexplicables. 

Sus iniciativas –todas– no pasan por el Congreso. Fue lamentable el caso de la JEP, en el que el Centro Democrático pasó agua. Obligó al Gobierno a apoyarlo, terminó perdiendo y dejó fuertemente herida a la administración Duque. Pero no aprendió, especialmente durante la pandemia. 

Primero, sacó por enésima vez la propuesta de reducción del Congreso para pasar el coronavirus. Lo plantea como una medida inmediata. Ignora, o no destaca, que tal reforma debe pasar por el Congreso y la Corte Constitucional. En otras palabras, una medida populista que poco aporta hoy. Con el agravante de que cambia el saldo de curules de la Farc. Pasan de diez a cinco. Es un vil cambio del acuerdo de La Habana. En últimas, es lo que quiere el Centro Democrático: volver trizas la paz. 

No fue su única jugada en contra del acuerdo. El representante Edwin Rodríguez dijo que “la propuesta es que parte de los recursos, que hoy son cerca de 8 billones de pesos destinados a cumplir los acuerdos de La Habana, vayan para cubrir y ayudar esta crisis de la covid-19. Necesitamos más ventiladores, más mercados, para poder ayudarles a todos los colombianos. Ojalá podamos utilizar esos recursos para que no se genere más desempleo y poder ayudar a miles de colombianos”. Fue respaldado de inmediato por el senador Carlos Felipe Mejía: “Desde el @CeDemocratico proponemos que recursos para la mal llamada ‘paz’ se inviertan en la crisis de la pandemia. Por ejemplo, es una VERGÜENZA que se sigan destinando recursos a la JEP, un tribunal a la medida del narcoterrorismo, garante de impunidad”, remató. 

Nuevamente, otro ataque al acuerdo. No se cansan. No pueden dejar atrás su odio. Y no son políticos díscolos: representan la posición de Uribe Vélez. Para la JEP el mismo expresidente ha prometido su abolición. 

César Eugenio Martínez, congresista del Centro Democrático, fue más lejos: pidió en plenaria de la Cámara que el Gobierno nacional cierre el Congreso. 

El representante antioqueño criticó que se tuviera a los funcionarios de Gobierno “sentados ante un computador” presenciando las intervenciones de los representantes cuando “deberíamos tenerlos al frente haciendo los protocolos y los decretos”.

“Yo le pido al Gobierno que intervenga el Congreso de la República, así me tilden a mí de dictatorial”, dijo el representante Martínez, que luego agregó: “No puede ser posible que el Congreso se convierta en un obstáculo. Veo un control político equivocado: están reclamando por unas cámaras de Venezuela, unos temas de Estados Unidos, y les están haciendo perder el tiempo [a los servidores públicos]”.

“Paremos el Congreso, suspendamos los pagos al Congreso. Que haya un estado de excepción y sea el Ejecutivo interviniendo. No puede ser que tengamos al ministro ocho horas sentado aquí”, dijo el representante durante la sesión virtual.

“Yo sé que esto no cae bien en un sistema democrático, pero de qué sirve la democracia si se quiere más que la salud”.

Aunque la declaración del representante se describió como solitaria, la realidad es que refleja una posición minoritaria, pero no sola. Hay varios parlamentarios que lo apoyan por debajo. 

El Centro Democrático es una recocha de ideas locas. El martes la senadora Paola Holguín acusó a las Farc de querer aprovechar la pandemia para liberar a guerrilleros. La senadora María Fernanda Cabal calificó la pandemia como “un pánico absurdo. O es que acaso cuando uno ve las cifras no se muere más gente de gripa, de influenza o, más trágico, de hambre”.

No hay de dónde escoger. Lo único claro es que poco le añaden al país. Hasta el mismo Uribe se quedó sin ideas para la época del coronavirus. Tal vez la pandemia dejó al descubierto una realidad: el uribismo es más del pasado que del futuro. Que en paz descanse. 

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