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Paula López

OPINIÓN

Suelta, deja ir y acepta

Decir adiós es crecer para así convertirte en el refugio de tu propia transformación y liberación.

17 de enero de 2023

Es evidente que la vida se compone de ciclos que comienzan y luego terminan, para dar paso a ciclos nuevos.

Se podría decir que el paso por la existencia humana es una colección de ciclos que se van entrelazando, para crear el tejido de la sabiduría espiritual, si se aprovechan para aprender de ellos y evolucionar.

El apego es la fuente de sufrimiento mas poderosa que existe, por eso aprender el arte de aceptar y dejar ir se convierte en la maestría espiritual mas elevada que puedes llegar a alcanzar.

Desde que nacemos, vamos viviendo ciclos como la niñez y la adolescencia en la que empezamos a experimentar ciclos que se van abriendo y cerrando como los noviazgos, las etapas académicas, etc.

Luego se nos comienza a complicar la vida cuando nos vemos enfrentados a vivir ciclos de dolor y pérdida, lo que nos conduce al sufrimiento y en ocasiones a la desesperación.

El apego es la relación afectiva mas íntima y profunda que pueden establecer los seres humanos, pues supone una vinculación duradera e intensa, cuyo objetivo es la búsqueda de proximidad y seguridad, sobre todo en épocas de amenaza o vulnerabilidad.

Desde el punto de vista emocional, el apego se gesta cuando sentimos que la otra persona estará ahí incondicionalmente para cuidarnos y darnos consuelo, de este modo nace la empatía, la comunicación emocional y el amor.

El apego mas importante en la vida de una persona aparece durante su primer año de vida, pues es el que nos genera seguridad, supervivencia, refugio y además construye las bases de la autoestima.

Cuando un niño se sintió no visto, abandonado, no escuchado o validado, surgen los primeros traumas psicológicos de los cuales se desprenden todos los apegos malsanos de la adultez.

¿Qué pasa entonces cuando el apego nos limita, nos coarta y nos encadena a ciclos que evidentemente han terminado, para dar paso a nuestra evolución y madurez emocional?

El apego puede llegar a convertirse en una condición psicológica patológica, nociva y malsana.

¿Cómo podemos aprender a reconocer que un ciclo ha terminado pues ha cumplido su propósito y misión?

Haz un escáner de tu alma y siente si la energía que la cobija te construye o te destruye, ahí tendrás tu respuesta.

Tengo en mi consulta a un sinnúmero de personas que inconscientemente se aferran de una manera malsana y destructiva a ciclos que dejan de ser virtuosos, para convertirse en ciclos viciosos, tóxicos y tortuosos, pero, aun así, las personas tienen tanto miedo de soltar, aceptar y dejar ir, que se auto encadenan a ciclos, personas y situaciones que ya no les aportan serenidad, paz y bienestar.

Tu libertad será real cuando te atrevas a romper las cadenas emocionales de las cuales tú mismo te has hecho preso…

El agua de un rio cristalino es aquella que corre y se oxigena, el agua estancada es aquella que se va pudriendo, se vuelve turbia, envenena e intoxica.

Igual sucede con las relaciones, cuando son cristalinas y puras te nutren y te alimentan, pero cuando no son genuinas ni auténticas, se manchan de mentiras, engaños y conflictos que van gestando telarañas de desamor, desde donde nacen la agresividad y la irritabilidad.

Cuando las relaciones han cumplido su ciclo, se convierten en cárceles emocionales para los cobardes que se quedan ahí por temor a atravesar el túnel del dolor, de la rabia y de la impotencia.

Otras almas se quedan en la relación de modo cínico, jugando a dos bandos y dañando a almas buenas, por su incapacidad de ser honestas y de salir por la puerta grande de la honradez y la dignidad.

Decir adiós es crecer, es renunciar a la conducta de auto destrucción.

Puedes elegir mejor atesorar lo vivido y aprendido, para que de este modo alcances la sabiduría y la transformación personal.

Cerrar un ciclo no es sinónimo de fracaso, sino de evolución, aprendizaje y sabiduría, cerrar un ciclo debe llevarnos a honrar lo vivido y a agradecer por lo atesorado en el alma.

Cerrar un ciclo vital de un ser querido cuando parte de este mundo, es una experiencia que, aunque es desgarradora, nos deja el alma llena de perlas que forman un bello collar valiosísimo de vivencias profundamente sentidas en el alma.

Cerrar un ciclo de un matrimonio que termina, en ocasiones nos deja el tesoro de los hijos que son el legado mas preciado y representa lo sagrado que fue el vinculo cuando dignifico las vidas de nuevos seres humanos que brotaron de él.

Cerrar un ciclo de una relación amorosa que termina, pues ya cumplió su propósito, es soltar y bendecir a aquella persona que nos acompaño y nos brindo lo mejor que supo y lo mejor que pudo. Cuando llega ese momento en el que cada uno siente que quiere emprender un nuevo vuelo, quedaran los recuerdos que nutren y llenan el alma, pues nuestra existencia se sostiene en los recuerdos que reposan y consuelan nuestro ser.

Cerrar el ciclo de un trabajo, aunque nos atemorice, nos abre a un sin numero de posibilidades de exploración de nuevos talentos y retos en la vida profesional.

Ver volar a los hijos del nido, nos deja un vacío en el alma imposible de llenar, sin embargo, verlos alcanzar sus sueños y lograr sus metas, nos da tanta satisfacción emocional que simboliza la cosecha de aquello que sembramos y regamos por tantos años con amor infinito e incondicional.

Por eso soltar, dejar ir y aceptar, es honrar y dignificar lo vivido. Aunque hayamos experimentado sufrimiento, es fundamental apelar a las alegrías también, aunque hayamos dolido y llorado, recordemos las risas y las caricias en el alma y en la piel, aunque hayamos intentado desesperadamente aferrarnos a lo que fue y ya no es, la aceptación y el rendirnos ante la realidad y dejar de luchar contra ella, nos llevara a la paz interior.

Las pérdidas conllevan un duelo que hay que vivir y ese duelo tiene etapas, la primera la negación y el intento de retener lo que no queremos soltar, pues estamos enfrascados en el ego, la segunda la rabia y el dolor intenso, pues estamos atravesando el miedo al abandono a la soledad y el temor de no volver a encontrar algo igual o mejor a lo perdido.

El crecimiento personal nace de atrevernos a apelar a la valentía buscando en nuestro interior la poderosa fuerza de nuestro espíritu fuerte resiliente e imparable.

Llegaremos entonces así a la tercera etapa, la aceptación, en la que encontraremos las herramientas espirituales para despedirnos con serenidad, respeto y gratitud, pues todo lo vivido, aunque nos haya alegrado o entristecido, es un eslabón sagrado que forma parte de una cadena valiosa de aprendizajes, que harán de ti un ser cada vez más completo y grandioso.

No te quedes en el dolor, no te estanques en la sensación de fracaso, no te ates al odio ni el resentimiento, mantén tu frente en alto y tu dignidad, aunque tengas el corazón roto y mal herido, aunque te hayan engañado, traicionado o no te hayan valorado.

Recuerda que cada alma tiene un contrato divino que debe cumplir y ese contrato conlleva en si tu maestría espiritual, es decir que aquello que mas pesa en tu vida, es lo que necesitas vivir para llegar a tu iluminación y tu esclarecimiento.

Soltar, dejar ir y aceptar, es tu asignatura espiritual pendiente.

Así que suelta, deja ir y acepta pues la vida te da personas, saberes y cosas que luego se van para recordarte que nada ni a nadie posees.

No olvides que nunca esta mas oscuro que antes de amanecer…

El mundo será un lugar mas sereno, cuando las personas elijan salir dignamente de aquellos ciclos de enfrentamientos llenos de corrientes subterráneas de hostilidad.

Reconocer el momento oportuno para soltar, dejar ir y aceptar es darle paso a la paz interior, la amistad y la fraternidad en cualquier relación de nuestra vida.

La vida es una colección interminable de perdidas, que solo adquieren valor cuando te dejan un valioso legado de aprendizaje y sabiduría.

¡Soltar es crecer!

A Shakira le agradezco que nos deje tocar en su arte, su vulnerabilidad y la fragilidad del alma humana…

A las almas heridas, traicionadas, engañadas y desilusionadas, las invito a que lloren con dignidad la perdida de las expectativas de aquello que soñaron que fuera y no fue…

Las exhorto a no quedarse presas de sus heridas, pues soltar una rosa cuando te aferras a sus espinas, solo te trae más dolor, aunque intentes solo ver sus pétalos…

Mi píldora para el alma:

Dejar ir y soltar es tu más grande bendición pues te abre a un mundo de nuevas posibilidades y a la conquista de tus sueños e ilusiones

¡Decir adiós es el mejor regalo que puedes darte jamás, pues es el camino sagrado que te conduce al destino más hermoso!

¡Tu libertad!

Así que despídete con tu frente en alto, crece, ¡agradece y libérate!

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