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Trinos vicepresidenciales

Sorpresa causó su afirmación de que “buena parte de esos encapuchados que salieron a las calles los han mandado desde Venezuela.

Alfonso Cuéllar, Alfonso Cuéllar
19 de octubre de 2019

La vicepresidencia es uno de esos cargos que tienen una función primordial pero nadie quiere que se ejerza: reemplazar de manera permanente al presidente. El resto del tiempo hace trabajos que la presidencia no quiere. Es difícil la tarea.

En el regreso de la vicepresidencia republicana a la Constitución de 1991, el rol se ha mostrado algo segundón.

El primero –Humberto de la Calle– renunció al cargo en rechazo a la financiación por los narcotraficantes. El segundo –Gustavo Bell– pasó sin pena ni gloria (el objetivo eran los votos costeños).

Francisco Santos, el tercero, tuvo un destacado primer periodo como vocero de derechos humanos. Eran tantas las acusaciones que fue necesario su cargo. No ocurrió lo mismo en el segundo mandato. Fue responsable de un enfriamiento entre él y Álvaro Uribe. Así, los últimos años fueron de ostracismo y exclusión.

La vicepresidencia de Angelino Garzón –el cuarto– tuvo un primer año brillante: se aprobó el TLC con Estados Unidos y se creó la percepción de un Gobierno amigo con los trabajadores y la izquierda. Con el tiempo, Garzón y el presidente Juan Manuel Santos se fueron apartando. Lo que llevó a Santos a cambiarlo por Germán Vargas Lleras, el quinto. A Vargas Lleras le entregaron la infraestructura, que pintaba muy bien. Pero, en realidad, no era nada. Finalmente, eran obras de Santos. También demostró que no es un camino a la de Casa Nariño.

Sorpresa causó su afirmación de que “buena parte de esos encapuchados que salieron a las calles los han mandado desde Venezuela.

Dados esos antecedentes es sorprendente que siga habiendo candidatos al cargo. No es exagerado afirmar que Marta Lucía Ramírez no quería ser número dos. Pero ese era el acuerdo: el perdedor sería vicepresidente.

Marta Lucía hizo la tarea: mantuvo a los godos con Duque. Ya elegida, sin embargo, ha perdido impulso (igual que Duque). Al principio era la persona clave para el proceso de paz. Luego de la infraestructura donde Ángela Orozco es la única cuota de Ramírez. Se le encargó también, la celebración del bicentenario, que pasó sin mayor recordación. Es la cabeza de temas de género pero sin plata.

De dos meses para acá la vicepresidenta tomó el rol de tuitera. Cada día emite opiniones de temas de su resguardo y también de otros. Sin querer queriendo ha sido vocera del tema de Venezuela.

“La estrategia por generar inestabilidad política en casi toda América Latina, tiene un común denominador: la infiltración del socialismo del siglo XXI y el foro de São Paulo, promoviendo descontento y mandando los matones de Maduro a sembrar caos y provocar vías de hecho”, dijo esta semana.

Cuando el presidente venezolano se fue contra Duque, Ramírez contestó: “Insultos de @NicolasMaduro a @IvanDuque son contra todo el pueblo colombiano”.

Como fiel defensora de los intereses de Colombia contra Venezuela, compró la tesis de que el vandalismo en Colombia es de extranjeros. Sorpresa causó su afirmación de que “buena parte de esos encapuchados que salieron a las calles los han mandado desde Venezuela”.

No le ha ido bien en las redes sociales. Con los trinos de la paz, le pasa lo mismo.

“QEPD nuestros 2 soldados. –trinó la vicepresidente–.El Catatumbo se llenó de coca, por la decisión deliberada de suspender la guerra contra el narcotráfico para darle gusto a las Farc”. Era un discurso de María Fernanda Cabal o de Paloma Valencia. No de una mujer como Ramírez.

Igual con Rudolf Hommes. El exministro retirado fue blanco. “No sea irresponsable de culpar al NO por el regreso a las armas de quienes nunca se fueron del narcotráfico. Si tanto le interesaba La Paz no ha debido golpear tanto al campo colombiano cuando fue ministro de Hacienda”. En política, una calamidad.

En otros trinos hizo uso de la herramienta como canal del Gobierno: “No somos un Gobierno de egos, ni vanidades, sino un Gobierno que le dice a los ciudadanos que los necesita porque juntos es como vamos a sacar adelante a Colombia”, dijo hace unos días. Una frase que no dice nada.

Ese es posiblemente el error, los trinos ya no tienen estrategia. Los utiliza para estar en la conversación pero no logra hacerlo. No es relevante.

Eso quedó al descubierto con el siguiente tuit: “Los jóvenes de arriba y los de abajo son distintos. Los de arriba no tienen nada que esconder, ya que expresan su descontento, que comparto, por corrupción en la Universidad Distrital.Los de abajo se esconden en capuchas como los colectivos de Venezuela porque son criminales”.

No produjo ninguna reacción. Nada. Fue considerada intrascendente. Como la vicepresidencia.