ESTUDIO

Cinco retos del cáncer

Según un reciente estudio de la unidad de inteligencia de ‘The Economist’, la plata no lo es todo en la lucha contra el cáncer en América Latina. Se requiere de un plan, datos fieles, recursos humanos y más esfuerzo en prevención. 

30 de septiembre de 2017

La unidad de inteligencia de la revista The Economist presentó los resultados del estudio ‘Control del cáncer: acceso y desigualdad en América Latina’, que realizó para conocer el panorama de esta enfermedad en la región. El completo ejercicio, que incluyó 12 países, reveló un escenario de “luces y sombras”, como dicen sus autores, pues si bien hay avances, aún queda mucho por hacer. En la cima están Uruguay y Costa Rica y en la base Paraguay y Bolivia. Los restantes 8 países se encuentran separados por solo 5 puntos, y 3 de ellos reciben la misma calificación. Colombia, en el puesto 6 con 17 puntos de 30, tiene un gran reto a futuro.

El tema es relevante. América Latina ha logrado controlar las enfermedades infecciosas, otrora su gran dolor de cabeza. Hoy los países evidencian cambios demográficos, su población ha envejecido y las enfermedades crónicas y no transmisibles han surgido a la cabeza de las más mortales. El cáncer es la segunda causa más frecuente de muerte después de la enfermedad cardiovascular, con un costo para los 12 países estudiados de 4.200 millones de dólares por año. Se prevé que entre 2012 y 2035 los casos aumentarán en 91 por ciento, y las muertes por cáncer en 106 por ciento. Si la región no se prepara, no habrá plata para cubrir ese alto costo. Para lograrlo, el informe destaca 5 áreas prioritarias de trabajo.

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Tener un programa nacional de cáncer

Es importante diseñar con los recursos disponibles un plan para reducir la incidencia y la mortalidad, y mejorar la calidad de vida de los pacientes mediante estrategias de prevención, detección temprana, tratamiento y paliación con los recursos disponibles. “Sin ellos no sabes hacia dónde ir y no puedes avanzar”, dice Gilberto Lopes, profesor de Sylvester Comprehensive Cancer Center de la Universidad de Miami. Según el ministro Alejandro Gaviria, uno de los entrevistados del estudio, la fortaleza del plan de cáncer en Colombia es que “ha podido concentrar esfuerzos de todos los agentes en un sistema complejo y descentralizado”.

Más datos

Colombia formó en 2012 el Observatorio Nacional de Cáncer, que combina 5 registros que cubren datos del 12 por ciento de la población. En 2014 se creó otro que maneja la Cuenta de Alto Costo, que recoge 183 variables por caso. A pesar de este gran esfuerzo, es importante mejorar los datos para conocer la dimensión del problema.

Prevención y detección temprana

Una encuesta en Colombia entre universitarios mostró que menos del 10 por ciento sabía que el alcohol, el sedentarismo y el tabaquismo están asociados a mayor riesgo de cáncer de mama. Resultados como ese se repiten en otros países de la zona. No hay duda de que la información es la herramienta más eficaz para prevenir y detectar temprano la enfermedad. Por eso es necesario más pedagogía, pero también normativas como la Ley Antitabaco, así como luchar contra el asbesto y el azúcar, agentes que directa o indirectamente aumentan el riesgo de esta enfermedad. Además se requiere de esfuerzos en la vacunación para controlar los virus que causan el cáncer, como el de hepatitis B.

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Presupuesto y recursos

Colombia destina más del 17 por ciento de su gasto en salud al cáncer, pero así como muchos de la región debe ajustar su presupuesto a la avalancha de casos que se avecinan. Además, requiere el doble de profesionales especializados, aumentar la infraestructura y los equipos de diagnóstico y mejorar el acceso a medicamentos innovadores. En este punto es importante la labor del Instituto de Evaluación Tecnológica en Salud (IETS), que determina las nuevas tecnologías que valen la pena aprobar. Pero también el Estado debe manejar estos trámites más ágilmente.

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Derribar las barreras de acceso

A pesar de la promesa de cobertura universal, la atención en cáncer no llega a todos, especialmente en el campo, en zonas remotas o en el sistema subsidiado. Es necesario recortar esta brecha, pues la supervivencia de los enfermos no puede depender de estar afiliado al sistema de salud ‘equivocado’.