TECNOLOGÍA

El dilema de eliminar Facebook

El escándalo más grande de la historia de la red social tiene a cientos de usuarios pensando en retirarla. Los expertos cuentan todo lo que debe saber antes de decidirse.

31 de marzo de 2018

Hay un millón de motivos por los que tenía que dejar Facebook y por fin lo hice”, anunciaba esta semana en Twitter una ciudadana mexicana registrada como Irais Mtz. Al mismo hashtag #DeleteFacebook se unía Gabriel: “Eliminé Facebook no solo por un problema de privacidad, sino también por una vida más real”. Como ellos, millones de usuarios de todo el mundo han tomado la iniciativa de eliminar sus cuentas de la red social.

La avalancha se desató por la noticia de que la consultora Cambridge Analytica había engañado a Facebook al recopilar la información de 50 millones de perfiles, que posteriormente usó para influir en las elecciones presidenciales de Estados Unidos en 2016. El gravísimo error de la red social de Zuckerberg despertó la ira de los gobiernos y ciudadanos, y, una vez más, puso sobre la mesa los peligros de la vulnerabilidad de los datos y la responsabilidad de Facebook frente a decisiones trascendentales para la democracia.

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Aunque Zuckerberg trató de calmar la tormenta al prometer que cambiarían las políticas de seguridad, hoy muchos usuarios están atrapados en el dilema de si deben eliminar Facebook. Se preguntan si dejar para siempre la plataforma de la que dependen para informarse, trabajar o distraerse; o pueden optar por alternativas menos drásticas que eviten que Facebook se aproveche de la información.

Muchos de quienes optaron por hacer clic en eliminar se llevaron la sorpresa de conocer todo lo que el gigante de las redes sociales alcanza a conocer de sí mismos. Dylan MacKay, un desarrollador de software en New Zelanda, dijo en Twitter que en su registro histórico estaba cada contacto de su teléfono, incluidos los que había perdido, los textos de cada mensaje enviado y recibido, incluyendo el tiempo y la duración, y también las conversaciones telefónicas. Otros se sorprendieron al saber que al eliminar Facebook no pudieron ingresar a otras aplicaciones que utilizan ese registro para facilitar el acceso. Aún más, algunos aprendieron que otras redes como Instagram y WhatsApp son propiedad de Facebook.

Eso evidencia que un usuario no puede hacer mucho por evitar que Facebook use sus datos, pues “básicamente al aceptar los términos y condiciones, las personas entregan su alma”, asegura Víctor Solano, director de comunicaciones de Kreab y experto en tecnología. El contenido que los usuarios publiquen deja de pertenecerles, por lo que Facebook puede utilizarlo como desee. “Nadie puede quejarse porque eso fue lo que autorizó”.

La recolección de datos comienza al momento de crear una cuenta. Comúnmente los usuarios completan información sobre el lugar de residencia, la edad, familiares, formación académica y gustos por el cine y los deportes. Facebook usa todos estos datos para publicidad. Además, al activar el GPS para acceder a ciertos beneficios de Facebook, la red social crea un registro de cada lugar en el que estuvo. Y cuando se hacen compras en la aplicación, Facebook puede almacenar los datos de sus tarjetas de crédito sin consultarle.

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Así las cosas, quien no quiera que esto le suceda solo tiene la solución de eliminar la cuenta como ya lo han hecho muchos. Pero si decide quedarse, es necesario usarla con precaución. “Este episodio le ha servido a la gente para reflexionar de que deben ‘desinfoxicarse’.Es una oportunidad para decir ‘voy a seguir en Facebook, pero voy a ser más cuidadoso con mis datos y la información que entrego”. A esta visión se suma Siva Vaidhyanathan, director del Center for Media and Citizenship de la Universidad de Virginia, quien dice que abandonar Facebook es rendirse muy fácil. “Si las personas que más se preocupan por la privacidad, la responsabilidad y el discurso civil abandonan Facebook, toda la plataforma se volverá aún menos informada y diversa. La desactivación es lo opuesto al activismo”, escribió Vaidhyanathan recientemente en un artículo para el diario The New York Times.

Solano advierte que nada en internet es gratis. “O paga el anunciante o paga el usuario. Se dice con frecuencia que si no paga por lo que consume, usted es el producto”. Eso significa que los usuarios pagan realmente con cada dato que publican y con el tiempo que pasan expuestos a la publicidad.

Facebook ha funcionado con ese modelo. La red social no solo conoce los gustos de los usuarios y las actividades por medio de lo que publican, sino que los sigue por todo internet y anota cada uno de sus movimientos cada vez que la persona autoriza a una aplicación usar la cuenta de Facebook para ingresar. Los algoritmos ideados por la compañía de Zuckerberg sacan conclusiones precisas sobre si un usuario es hombre o mujer, padre, casado, planea viajar, quiere comprar carro, recibe buen salario, entre otras cosas. Luego, vende esa información a los anunciantes.

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Cada ‘me gusta’ abre una puerta hacia información personal valiosa. El inocente acto de seguir la página de Kim Kardashian West, por ejemplo, permite a los investigadores establecer patrones de personalidad, como si es extrovertido, servicial y de mente abierta. También podría predecir su inclinación política.

A pesar de que hay cómo protegerse, para otros la mejor opción es abandonar la red. Eso hizo el teórico de comunicación Douglas Rushkoff en 2013, y en un reciente artículo para CNN ratificó su decisión. “Cada minuto en Facebook es un minuto que se puede gastar con otra persona”, dice. Agrega que lo mejor de todo es vivir libre de abusos psicológicos infligidos por la empresas que quieren socavar las relaciones y “gobiernos que quieren minar la fe en la democracia. Hay que salir de ese lugar oscuro y volver a la luz”.