"Necesitamos que todos los actores relacionados con la atención en salud en el país, fortalezcan las campañas de promoción y prevención, para generar más conciencia sobre la falla cardiaca"

SALUD

Enfermedades cardiovasculares, la otra pandemia que vive el país

Las enfermedades del corazón se han convertido en la principal causa de muertes en Colombia y en el mundo. Factores como los malos hábitos alimentarios, los estilos de vida poco saludables y el desarrollo de otras condiciones crónicas a lo largo de vida son las principales causas. ¿Qué hacer?

11 de diciembre de 2020

Las enfermedades cardiacas en Colombia son más frecuentes de lo que parecen. Las cifras muestran una realidad preocupante por el incremento en el número de casos nuevos y muertes asociadas a estas condiciones que cada vez son más frecuentes en todas las regiones del país. Según el DANE, de las 242.609 muertes ocurridas en 2019, más de 54.000 correspondieron a enfermedades isquémicas del corazón y a enfermedades cerebrovasculares, mientras que en el periodo enero-julio de 2020 se registraron 14.662 muertes por encima del promedio de los últimos 5 años, datos que muestran el gran impacto que tienen en el sistema de salud, pero también en la vida de los colombianos.

El grupo de las denominadas enfermedades cardiovasculares, entre las que se encuentran la hipertensión arterial, la insuficiencia cardiaca, las arritmias, entre muchas otras, obedecen a una serie de trastornos del corazón y los vasos sanguíneos, que se originan como consecuencia de unos hábitos alimentarios poco saludables y un estilo de vida sedentario, situación que deteriora los vasos sanguíneos y puede desencadenar múltiples problemas que afectan de una u otra forma al corazón y sus órganos circundantes.

A esto hay que sumarle la carga adicional ocasionada por la covid-19, pues los expertos calculan que las consultas durante la cuarentena bajaron en más de un 50 %, lo cual convierte a las personas con problemas cardiovasculares en “pacientes silenciosos” que han limitado o detenido sus tratamientos por completo. Un panorama preocupante, si se tiene en cuenta que esta situación ha traído un aumento en los eventos agudos relacionados con estas enfermedades.

“Antes de la pandemia atendía mensualmente unas 220 consultas por insuficiencia cardiaca, y en este momento atendemos entre 80 y 100 consultas mensuales. En los pisos de hospitalización se disminuyó la atención en un 40 %, mientras que la consulta externa se disminuyó en un 60 %. Gracias a la virtualidad hemos tenido un respiro y la posibilidad de atender a las personas con insuficiencia cardiaca desde la telemedicina”, afirmó el doctor Fernán Mendoza, presidente de la Sociedad Colombiana de Cardiología.

Según Dina Grajales, directora de la Asociación Colombiana de la Hipertensión Pulmonar, entidad que trabaja por los pacientes con esta y otras enfermedades como la insuficiencia cardiaca, los pacientes han experimentado múltiples barreras de acceso, principalmente relacionadas con la entrega de medicamentos y retrasos en las consultas y procedimientos que, en muchos casos, desencadenaron un agravamiento de su enfermedad.

“A pesar de la implementación de la teleconsulta, esta no ha sido del todo efectiva, sobre todo para aquellos pacientes que viven en regiones alejadas o en ciudades intermedias debido a la pobre conectividad. Adicionalmente, vimos muchos retrasos en la asignación de citas, pues los pacientes no pudieron desplazarse por cuenta de las restricciones a la circulación y la movilidad. Por otro lado, tenemos casos en donde algunas EPS, principalmente del régimen subsidiado, no les han programado una teleconsulta a los pacientes luego de 10 meses, una situación que les genera frustración y un fuerte impacto psicológico que se puede extender hasta sus cuidadores y su núcleo familiar”.

Grajales advierte, además, que muchos de estos pacientes con enfermedades crónicas están siendo atendidos por médicos generales, lo cual complica aún más los trámites necesarios para la realización de procedimientos y entrega de medicamentos. “Por lo general, nos exigen que las órdenes vayan firmadas por un médico especialista, pero cuando son vistos por un médico general, ¿cómo se puede lograr? Esto no solo genera un retraso en las personas que requieren la confirmación de su diagnóstico, sino que les genera a los pacientes un desgaste adicional al tener que trasegar de un lado a otro por una firma. Son realmente varios traspiés en el camino a los que nos vemos enfrentados”.

Aparte de esto, el Dr. Mendoza asegura que los pacientes con problemas cardiovasculares son más propensos al coronavirus debido a su vulnerabilidad y a las pocas reservas que tienen para enfrentar una infección que en algunos casos es severa. “El 15 % de las personas infectadas por covid-19 ameritan oxígeno y un 5 % ingreso a las unidades de cuidados intensivos. Ese 20 %, principalmente, necesitaron intubación y van a quedar con secuelas respiratorias, físicas y empeoramiento de sus problemas cardiovasculares”. Así mismo, afirma que están ingresando pacientes con problemas más severos, producto de las situaciones anteriormente mencionadas. “Se ha evidenciado un gran porcentaje de pacientes que presentaron un infarto a raíz de la suspensión de su medicación, y de aquellos que son propensos a presentar nuevos eventos coronarios que conducen incluso a la muerte, sin que el sistema pueda detectarlos”, agregó.

Más allá de un dolor en el pecho

Una de las complicaciones cardiacas más graves es precisamente la insuficiencia cardiaca, una enfermedad crónica en donde el corazón pierde su capacidad de bombear la sangre rica en oxígeno al resto del cuerpo de una manera eficiente. Es una enfermedad silenciosa en la que pueden pasar varios años antes de manifestar los primeros síntomas, y que se asocia con otras condiciones previas como ataques cardiacos, hipertensión arterial, enfermedad arterial coronaria, arritmias, entre otras.

Para los entendidos en la materia, lo más preocupante es que todas estas enfermedades se pueden evitar, pero la falta de una adecuada prevención y las costumbres arraigadas por años en los colombianos en cuanto a la alimentación, el consumo de tabaco y alcohol son factores que tienen incidencia en el desarrollo de esta condición en el futuro. De igual manera, el desconocimiento de los síntomas por parte de la población genera confusión con otras enfermedades y, por ende, años adicionales para lograr un diagnóstico adecuado y conseguir el tratamiento más pertinente. Estos síntomas pueden incluir dificultad para respirar, cansancio, incapacidad para hacer ejercicio o realizar actividades físicas, aumento de peso debido al exceso de líquido, dolor en el pecho, entre otras.

“Necesitamos que todos los actores relacionados con la atención en salud en el país fortalezcan las campañas de promoción y prevención para generar más conciencia sobre la falla cardiaca, una condición que está aumentando de manera acelerada en el país y que cualquier persona puede desarrollar”, aseguró Grajales, quien también resalta la importancia de promover hábitos de vida saludables, especialmente aquellos relacionados con la alimentación, en todos los niveles de la sociedad colombiana.

A pesar de este complejo panorama, los especialistas en cardiología y pacientes empoderados como Grajales manifiestan estar poniéndole el corazón para lograr que estos pacientes reciban la atención que necesitan. La Sociedad Colombiana de Cardiología, en alianza con otras sociedades científicas, hacen un llamado de atención a los prestadores de los servicios de salud, para trabajen en el fortalecimiento de los esquemas de atención temprana, la continuidad de las terapias, así como la adecuación constante de los esquemas de teleatención, para lograr un mejor seguimiento a la condición de cada paciente y así evitar descompensaciones futuras.

También hacen un llamado a los pacientes, pues señalan que la pandemia no debería generar temor en ellos, pues el mayor riesgo que pueden tener es un agravamiento de su condición que podría conducirlos a una unidad de cuidado intensivo. En su opinión, asistir a sus consultas sin excepción, con todos los protocolos de seguridad, así como por la continuidad y la adherencia a sus tratamientos, es fundamental, al tiempo que se promueve el autocuidado, los buenos hábitos y el seguimiento de las recomendaciones de los especialistas.