bebé comiendo
Los niños nacen con una predisposición biológica por los alimentos con sabor dulce, un menor interés por lo ácido y una tendencia a evitar lo que sea salado y amargo. | Foto: Getty Images

SALUD

Esta es la razón por la que no se debe añadir azúcar ni sal a la comida de un bebé

La relación que el niño tenga con la comida depende por completo de la educación nutricional que se le brinde en casa.

11 de octubre de 2022

La alimentación de los bebés en sus primeros meses y años es determinante para su adecuado desarrollo tanto físico como mental, así como para generar buenos hábitos nutricionales.

Según los expertos, la relación que el niño tenga con la comida depende por completo de la educación nutricional que se le brinde y del ejemplo que vea en casa. Por ello, los padres deben ser muy conscientes, desde el primer momento, de qué es lo que le suministran en la alimentación a sus hijos.

Hoy en día es frecuente que los especialistas alerten sobre la gran cantidad de sal y de azúcar que las personas ingieren y que en muchas oportunidades supera las cantidades diarias recomendadas. Dado que el exceso de estos ingredientes es el origen de muchos padecimientos de salud en la edad adulta, la recomendación es evitarlos en el bebé y moderar su consumo durante toda la infancia, señala el portal Guía Infantil.

Precisamente, la sal es uno de los alimentos no recomendados antes de los 12 meses de edad. La Organización Mundial de la Salud (OMS) aconseja limitar la ingesta de este producto a menos de cinco gramos para adultos y niños mayores de dos años. Sin embargo, en muchas oportunidades esta cantidad se supera en detrimento de la salud.

Además de enseñar al bebé a comer de forma natural y sin añadir sal ni azúcar a las comidas, una de las principales razones por las que se deben evitar estos productos es porque la función renal del bebé es inmadura.

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Especialistas del portal Nutriendo mi bebé indican que el desempeño renal del recién nacido es un 25 % del adulto y para los seis meses de edad alcanza entre 75 y 80 % de su funcionalidad. Sin embargo, es importante continuar protegiéndolo de altas cargas de solutos hasta una edad más avanzada.

Riñones inmaduros

Además, si los niños se acostumbran desde pequeños a las comidas saladas irán desarrollando cada vez mayor apetencia a la sal. En cambio, dicen los expertos, si su paladar se acostumbra a alimentos naturales, esto repercutirá en una mejor calidad de vida en la edad adulta.

“El sodio es un mineral necesario para el organismo, pero no en grandes cantidades, ya que un exceso puede afectar seriamente la salud de las arterias a largo plazo, aumentando el riesgo de enfermedades como hipertensión arterial o aumento del colesterol”, precisa Bebés y Más.

Guía Infantil indica que el bebé desarrolla las papilas gustativas entre los seis y 24 meses y por ello poco a poco irá descubriendo si los alimentos que consume son ricos o no. Lo ideal siempre será tratar de llevarlo a hábitos alimenticios donde los protagonistas sean los productos naturales.

Foto de referencia sobre frutas
Foto de referencia sobre frutas | Foto: Getty Images

Es importante evitar enseñarle al bebé a transformar por completo el sabor de la comida a base de añadidos poco saludables, pues, por ejemplo, una preferencia por el azúcar desde bebés puede conducir a una situación de obesidad infantil.

En torno a este producto, la Asociación Española de Pediatría recomienda evitar los azúcares añadidos en la dieta de los lactantes. Lo ideal es que estos sean naturales, es decir, los que por naturaleza tienen productos como las frutas, por ejemplo.

Un artículo publicado en el diario ABC, de España, indica que brindar azúcares de manera equilibrada los bebés solo a través de productos naturales tiene propiedades positivas para el organismo, mientras que el abuso de estas sustancias podría estar relacionado con la diabetes o la obesidad.

La recomendación actual de la OMS con respecto a los azúcares añadidos es que no debería ser superior al 10 % de la energía total que se consuma en el día e incluso en el caso de los niños de corta edad debería reducirse a no más del 5 %.

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