No había rociadores en el ático, una estructura de madera antigua conocida como “el bosque”, altamente inflamable.

INVESTIGACIÓN

La cadena de errores que casi causan el colapso de Notre Dame

Varias investigaciones sobre el incendio que consumió parte de la catedral francesa revelan que hubo errores humanos que llevaron a que la tragedia fuera aún mayor. También cuentan como la salvaron.

21 de julio de 2019

Orificios enormes en el techo, la estructura en precario estado y el interior lleno de desechos. Así luce hoy Notre Dame, la catedral parcialmente devastada la tarde del 11 de abril cuando ardió durante cuatro horas, las primeras dos ante la impotencia del mundo. Muchos diarios, como Le Canard enchâiné, han investigado juiciosamente los hechos que llevaron a esta escena dantesca.

Por ahora sigue en discusión la razón del fuego, pero hay varias hipótesis: desde colillas de cigarrillos que los trabajadores tiraron en el techo hasta un corto circuito. Solo está muy clara la serie de errores de comunicación desencadenada luego de que las alarmas alertaron sobre fuego, que hizo perder tiempo precioso a los bomberos.

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Según el diario francés, la alarma sonó a las 6:18 de la tarde, cuando monseñor Patrick Chauvet celebraba misa. Sin embargo, el guardia que recibió la orden de hacer un chequeo basado en esa advertencia se dirigió al edificio equivocado, la sacristía, adyacente a la catedral. Esa confusión demoró por lo menos 37 minutos la llamada a los bomberos.

Cuando el funcionario finalmente entendió que debía ir al ático principal, 300 escalones más arriba, el incendio ya estaba fuera de control.

Cometieron muchos más errores. Según nuevos hallazgos del diario The New York Times, ese guardia de seguridad llevaba apenas tres días en el puesto y tenía a cargo un sistema viejo y poco eficiente de alarma contra incendios. De hecho, este produjo la señal de fuego acompañada de mensajes indescifrables que confundieron al guardia sobre su lugar de procedencia.

Cuando el funcionario finalmente entendió que debía ir al ático principal, 300 escalones más arriba, el incendio ya estaba fuera de control. El ático, conocido como “el bosque” por sus vigas de madera de más de mil años de antigüedad, era un potencial polvorín. Paradójicamente, este lugar, el más frágil de la estructura, no tenía rociadores de agua ni cortafuegos. Cuando los bomberos llegaron al sitio, el fuego ya les había tomado mucha ventaja. Uno de ellos incluso lo comparó con empezar una competencia 500 metros atrás de la partida.

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En un comienzo, los bomberos trataron de apaciguar las llamaradas que se extendían a lo largo del techo, pero sus superiores les dieron la orden de bajar debido a que la estrategia no estaba funcionando. Cuando el incendio ya llevaba más de una hora, la aguja de la catedral, una estructura de madera y plomo, cayó y sacudió el edificio. Según el diario neoyorkino, el error inicial del guardia determinó esa primera hora; la sensación de impotencia dominaría la segunda.

Pero entre la segunda y la tercera hora, varios bomberos tuvieron un momento de claridad cuando vieron que los vientos dirigían el fuego hacia la torre norte de la catedral, la cual alberga ocho grandes campanas colgadas precariamente en vigas de madera, que el fuego podía consumir en cuestión de minutos.

Los bomberos subieron por el frente del edificio y se instalaron en una plataforma que une a ambas torres. La norte ya estaba en llamas.

Si esto sucedía, las campanas caerían libremente como bolas de demolición que derrumbarían la torre. Esa brigada pensaba que al caer esta, se llevaría la torre sur consigo, lo que ocasionaría que el resto del edificio también colapsara. Al advertir ese efecto dominó salvaron la catedral, pues los bomberos pudieron diseñar rápidamente otra estrategia que consistió en atacar el fuego desde la torre sur.

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Los bomberos subieron por el frente del edificio y se instalaron en una plataforma que une a ambas torres. La norte ya estaba en llamas. Desde esa posición atacaron el fuego, al tiempo que trataban de apaciguar las llamas que amenazaban con quemar el piso en el que ellos se encontraban.

En ese momento se arriesgaron a subir a la torre norte para estar más cerca de las campanas, sin saber si sobrevivirían. Muchos de ellos describen la escena como estar en medio del infierno: no había viento, el aire era tan caliente que difícilmente podían respirar y los atacaba una sed insoportable. “Fue una decisión que tomó apenas 15 minutos, pero logró que a las 9:45 de la noche ellos controlaran el fuego”, dice el diario.

A pesar de esos esfuerzos heroicos, algunos arquitectos sugieren que la catedral no está del todo a salvo, ya que el fuego la debilitó de tal manera que vientos de más de 88 kilómetros por hora podrían echarla abajo. Por eso, desde ya discuten acerca de los refuerzos que deben llevar las obras de restauración, que tienen que concluir en un plazo de cinco años, según ordenó el presidente Emmanuel Macron.

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Aunque la investigación continúa, lo único cierto por ahora es que no hubo manos criminales en el incendio. Ese día miles de personas, en el lugar y desde sus casas, veían desconsoladas el fuego, y respiraron tranquilas cuando los bomberos dieron el parte de que esta iglesia, que todos consideran propia, estaba fuera de peligro. “Ella está a salvo”, y eso es lo más importante por ahora.