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PSICOLOGÍA

Miedo a decidir: la nueva fobia impulsada por la modernidad

Hay tanto de donde escoger: ropa, televisión e incluso citas, que para el investigador Patrick McGinnis, el temor a hacerlo mal se convierte en un problema social.

30 de noviembre de 2019

Si usted es de los que enciende el televisor y salta de un canal a otro durante horas esperando encontrar un programa mejor, y al final no ve nada, podría sufrir de algo más grave que un capricho. Lo mismo si sale de shopping a un centro comercial y luego de revisar tienda por tienda siente que no debe comprar ese celular porque en otro lugar podría haber uno mejor. El investigador Patrick McGinnis bautizó fobo a esa incapacidad de decidir en cualquier aspecto de la vida, ya sea renunciar a un trabajo, o la hora para pedir el almuerzo por Rappi. Se trata de un nuevo tipo de ansiedad social, muy particular y moderna, que paraliza a las personas a la hora de tomar decisiones por el miedo a desaprovechar mejores oportunidades.

Este temor ha sido exacerbado en la modernidad por la sobreoferta del mundo capitalista.

El experto de la Universidad de Nueva York explica que dos factores impulsan este sentimiento generalizado. El primero, relacionado con una necesidad de tener éxito, que hace parte de la naturaleza humana. “Lo llamo la biología de querer lo mejor. "Hace un millón de años nuestros antepasados estaban programados para esperar eso porque significaba que tenían más probabilidades de éxito”, dijo en una entrevista para The Guardian. Sin embargo, este ha sido exacerbado en la modernidad por la sobreoferta del mundo capitalista. “Para elegir algo hay que soltar otra cosa y ese miedo a llorar lo que no fue lleva a las personas a no decidir nada y mantener todas sus opciones abiertas”, explica.

A esto se suma el segundo factor determinante: el aumento del narcisismo en el mundo, comprobado por varios estudios y que según McGinnis, hace que las personas sientan cada vez menos temor de poner sus intereses sobre el resto. Por eso no es raro, según él, que un viernes por la tarde muchos tengan dos o tres planes confirmados con amigos, pero horas después los cancelen todos por quedarse esperando cuál está mejor.

El fobo puede tener consecuencias graves. Pues si bien postergar la compra de un televisor no es trascendente, McGinnis dice que al acumular este tipo de actitudes, la fobia empieza a impregnar todos los aspectos de la vida. “Y ahí pagará el precio: menos personas creerán en usted o pensarán que es una segunda opción”

En su investigación McGinnis también explica que las personas suelen dividirse en dos grupos según la forma en la que toman decisiones: los maximizadores y los satisfechos. Los primeros toman decisiones basadas en el máximo beneficio que pueden obtener a futuro, como por ejemplo: “Comprar un carro familiar porque más adelante voy a tener hijos”, mientras que los satisfechos toman decisiones basadas en criterios modestos, como: “Comprar una moto porque no necesito más”.

Ambas personalidades han sido objeto de estudio, pero un trabajo de 2011, dirigido por la Universidad Estatal de Florida, encontró que los maximizadores son más propensos a sentirse decepcionados con sus decisiones del pasado. Esto ha llevado a McGinnis a pensar que los fobo son maximizadores estimulados por la tecnología, o quizás que la tecnología está convirtiendo a más personas en maximizadores.

Pero no toda indecisión califica como fobo. Los psicólogos coinciden en que una persona puede experimentar ansiedad por motivos diferentes, entre ellos, el miedo a tomar una decisión incorrecta. Sin embargo, en estos casos, el temor está precedido por un trastorno de ansiedad y no se origina por sí mismo. Por eso, solo quienes no tienen síntomas preexistentes pero experimentan el miedo a elegir, pueden considerar que tienen este mal.

Aunque aún queda mucho por descubrir sobre esta fobia, el estadounidense alerta que es más frecuente en las comunidades ricas: “Es una aflicción de riqueza. Para tener fobo debe tener opciones. Y mientras más rico y más poderoso es, más opciones hay. Ahí es cuando empieza a sentirlo”, concluye. A quienes ya están abrumados les aconseja aceptar que no pueden tener todo bajo control. Como dijo Salvador Dalí: “No tenga miedo de la perfección, nunca la alcanzará”.