Cada vez pasamos más tiempo en el hogar. Por eso, desde el interiorismo, el diseño y la arquitectura se repiensan las mejores maneras para estar a gusto y cumplir con el día a día pero de puertas para adentro.
En Dinamarca es poco usual que las personas trabajen más de 35 horas a la semana. | Foto: Getty Images/iStockphoto

VIVIENDA

Repensar los espacios de la casa, el lado bueno de la pandemia

Cada vez pasamos más tiempo en el hogar. Por eso, desde el interiorismo, el diseño y la arquitectura se repiensan las mejores maneras para estar a gusto y cumplir con el día a día pero de puertas para adentro.

24 de abril de 2021

En medio de los nuevos cambios mundiales, es un hecho que las personas pasan más tiempo en el hogar. Algunos datos lo delatan como, por ejemplo, que en Colombia el incremento del teletrabajo durante 2020 fue del 80 por ciento, de acuerdo con cifras de MinTic. A su vez, los cerca de 9 millones de personas que estudian en el país, ya sea en educación básica o superior, han tenido que hacerlo de manera remota, e improvisada, por lo general, sin otra alternativa de espacio. Esa transición repentina de la oficina, la escuela y el ocio casi por completo al hogar ha hecho que cambien las perspectivas sobre cómo habitamos el espacio que llamamos ‘casa’ y, de alguna manera, haya que adaptarlo a estas nuevas dinámicas en las que todo debe hacerse desde la morada.

Tal vez por eso, a pesar de lo difícil que fue, en 2020 se registró un récord nacional en venta de vivienda: ese año se vendieron 176.157 unidades entre VIS y No VIS, de acuerdo con cifras de Camacol. Podría tomarse como un síntoma de que los colombianos quieren asegurarse un lugar propio. Pero eso no quiere decir que estuviéramos –o estemos– preparados para pasar prácticamente todo el día ahí. De hecho, siempre fue lo contrario. “El fenómeno siempre fue que las personas pasaban una gran parte del día en la calle, por fuera, trabajando o estudiando, y las casas solo se pensaban como lugares para llegar a dormir. Por eso es que en muchos casos, como los proyectos de microapartamentos, sacrificaban espacios como el comedor o los cuartos de lavado de ropa”, explica Santiago Dussán, arquitecto y director de Estudio Dussán, en Bogotá.

En otras palabras, el reto es más complejo: no solo vivimos un momento en el que debemos pasar más tiempo en casa, sino que además no tenemos el conocimiento, la consciencia, o no contamos con lo necesario para habitar y cumplir cómodamente con todo lo que debemos. La mejor manera de lograrlo es entendiendo la importancia y trascendencia de vivir en un lugar. “El habitar es un estado inherente a la condición humana… solo por el hecho de estar en un lugar ya estamos habitando… sería pertinente hacer una reflexión sobre la forma en que lo hacemos, según las ideas y las necesidades de cada persona”, explica Soraya Gallego, jefe del programa de Diseño de espacios de La Colegiatura de Medellín.

Para amortiguar el ritmo frenético de la vida afuera que hemos llevado a los hogares, y no colapsar física o mentalmente en el intento, podrían tenerse en cuenta varias palabras claves. Las siguientes son un punto de partida útil y, por qué no, entretenido y creativo.

Cuestión de salud mental

Lo primero que usted debe pensar es cómo quiere vivir. Ese será su norte para escoger, adecuar o reinterpretar el espacio que habita según sus necesidades y su estilo de vida. Debe recordar que el espacio y la arquitectura debe acomodarse a usted y no al revés. Todo eso conduce a un principio básico: procurar su bienestar y su salud mental según su idea del orden. “La casa siempre ha sido el espacio de refugio por excelencia, por eso cada espacio debe ser pensado en función de la tranquilidad”, dice Carlos H. Garzón, diseñador y director de Ochoinfinito. Esa tranquilidad se compone de todo tipo de detalles que se resumen, básicamente, en tres aspectos primordiales para trazar su plan: funcionalidad, comodidad y estética. Un buen ejercicio, antes de tomar una decisión, es preguntarse: ¿esto es funcional para mí o mi espacio? ¿Es cómodo o práctico? ¿Me resulta agradable, me identifico con esto?

Todo en su lugar, todo en su momento

Tradicionalmente, el hogar ha tenido unas funciones específicas, como el cuidado y el descanso, y ahora le sumamos más: el trabajo, el estudio, el ocio. Si a esa ecuación se agrega una cierta cantidad de personas, el habitar se torna más complejo. Cada una de esas dinámicas funciona mejor si se les asigna un orden y un lugar, que no quiere decir necesariamente una habitación. “Hoy en día la versatilidad de los espacios es fundamental: un mismo espacio bien administrado puede significar una mejor calidad para estar”, dice Laura Soto, arquitecta y fundadora de la firma Hilada Arquitectos, en Cali.

Es primordial entonces que se diferencien claramente un estado de otro, así el espacio sea poco, para que mentalmente nos programemos en uno y otro modo. Elementos como muebles con funciones útiles o específicas como estanterías, escritorios o mesas que pueden armarse de diferentes maneras resultan útiles, además de novedosas. Si se quiere una forma más tradicional, separadores como paneles de vidrio o cortinas (una tendencia en materiales que van desde lana y lino hasta material reciclable) ayudan a generar divisiones y optimizar espacios en los que pueden o deben confluir diferentes personas, actividades y necesidades, sin tener que recurrir a muros.

Paisaje a consciencia

“Hay que pensar la casa como un lienzo”, dice Gustavo Salazar de Concepto 1 y Artefacts, en Miami. Como todo lienzo, la base es el color. Lo recomendable es, en principio, captar tanta luz natural como sea posible y, una vez asegurada, optar por colores neutros (blanco, gris pálido) que también den lugar a algunos más cálidos, eso sí, en pequeñas dosis (como amarillo vibrante, naranja paprika o rosa blas) porque esas combinaciones permiten mayores posibilidades en materia de disposición de objetos y realización de actividades. Un complemento son las luces artificiales, preferiblemente cálidas en los espacios de socialización, ocio y descanso (salas, estudios, habitaciones).

Hecho lo anterior, escoja elementos que sean acordes a su personalidad para crear un panorama en el que sienta bienvenido: por ejemplo cuadros que le gustan (que puede ser desde una pintura hasta el afiche de su película favorita), objetos que coleccione, o fotografías de viajes y amigos que le traigan buenos recuerdos de la vida afuera. Crear ese paisaje visual con su sello personal hace que las horas en casa sean más acogedoras.

Perfección en cada sentido

“Es muy importante recordar esto: el interiorismo es la perfección de las sensaciones”, explica Santiago Dussán. Se refiere a que, cualquiera que sea el espacio o la actividad, hay que procurar que la experiencia al hacer o al habitar produzca la sensación de bienestar en todos los sentidos. Además del paisaje visual, esto abarca los demás elementos que crean un atmósfera de tranquilidad: los olores, la acústica, la higiene… Aquí entra en juego un concepto de mayor trascendencia: la ritualidad. Se trata de todo aquello que implica un hábito en las diferentes cosas que hacemos.

Cosas tan sencillas como vestir la mesa a la hora de comer, dedicar unos minutos a mirar por la ventana en una silla cómoda, hacerse a un vaporizador de aceites esenciales o un amplificador de sonido pueden brindarle esa comodidad. En un siguiente nivel están muebles o elementos que lo inviten a realizar algo con lo que se sienta a gusto: una poltrona para leer, o un minibar para tomarse un trago sin afán. Si hay más espacio, las posibilidades de ritualidad son mayores: procurar desde un rincón con plantas, hasta un jardín o una huerta es una manera de conectarse con la sensación de un mundo exterior. Un espacio para hacer ejercicio (un balcón, una terraza, un patio…), o una serie de aparatos para actividad física son otros ejemplos útiles. Recuerde todo depende siempre de ser consciente de las cosas que lo hacen sentir en casa.