RELACIONES DE PAREJA

‘Ya no pareces el mismo’: una frase común en matrimonios

Según los expertos el factor que más arruina matrimonios es la sensación de que el otro ya no es el de antes. Cómo lidiar con el mito de ‘me la cambiaron’.

6 de mayo de 2017

Ada Calhoun adora las bodas. Pero cada vez que esta escritora asiste a una evita ofrecer a los recién casados los buenos augurios con frases de cajón. Preferiría decirles que habrá días en que sentirán mucha rabia contra esa persona a quien hoy le juran amor eterno, que van a tener muchas peleas, y sobre todo que sus parejas van a cambiar a tal punto que a veces se sentirán durmiendo con un extraño.

Calhoun hace énfasis en el cambio, pues, según ella, es el menos reconocido de los villanos que arruinan las relaciones amorosas. Muchos creen que es la infidelidad o el abuso emocional, pero en su reciente libro Los brindis que no haré en una boda (Wedding Toasts I’ll Never Give) dice que las transformaciones personales alejan más a las parejas. La gente lo expresa de muchas formas: “Cada uno se fue por caminos diferentes”, “no es la persona con quien me casé”, o “el no cambió, pero yo sí”.

Según la autora, el cambio, o la falta de este, es una constante en la vida y en una relación de largo plazo es de esperarse que cada uno se transforme y no siempre se convierta en una persona más atractiva. “Puede pasar de ser escalador a sedentario o de rebelde a ejecutivo, o de animal sexual a obsesivo con el sueño”, dice Calhoun en su libro. Incluso a muchos los molestan los cambios físicos como le sucede a Sandra, cuyo marido pasó de tener una figura atlética a ser un barrigón con fobia al ejercicio.  

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Ese constante movimiento en las relaciones de largo plazo es tan natural que muchos de sus entrevistados le dijeron a Calhoun que sentían como si hubieran estado casados tres veces, “pero siempre con la misma persona”. Ella y su esposo, Neal, de hecho, han tenido tres etapas: la de rumberos a los 20, la de crianza a los 30 y la de dueños de casa a los 40. Aun así, los seres humanos creen que las cosas se mantendrán siempre igual. “Es la ilusión del fin de la historia, pues si bien la gente reconoce que ha cambiado en el pasado, no cree que lo vaya a hacer en el futuro”, dijo la autora a SEMANA. Cuenta, además, que Daniel Gilbert, profesor de Harvard y experto en felicidad, lo evidenció en un estudio con personas entre 18 y 68 años que reportaron haber sufrido más transformaciones por década de las que habían anticipado. En su charla TED titulada La psicología de su yo futuro dice que el ser humano es una “obra en progreso que erróneamente cree que está terminada”.

Para la psicóloga Terri Orbuch, autora de 5 Simple Steps to Take Your Marriage from Good to Great, es un mito que la gente nunca cambia. “Y no solo los individuos lo hacen, sino también las relaciones”, dijo la experta a SEMANA. Diferentes circunstancias como la pérdida del trabajo, una enfermedad o la muerte de un ser querido pueden generar incluso modificaciones en la perspectiva ante la vida o en la actitud  frente a la religión, la política o la paternidad, y todo eso puede afectar la relación. A veces, dice Orbuch, algunos de estos cambios ni siquiera lo son. “Su pareja siempre ha sido descuidada, pero usted solo ahora lo está notando. Lo está viendo así porque ya pasó la etapa de la luna de miel”.

En su consulta, la psicóloga María Elena López ha visto casos en los que algo tan sencillo como mudarse de ciudad o cambiar de pasatiempo puede conducir a la ruptura. Un ejemplo es el del esposo de 40 años que decidió ser más atlético. “Todos los días se levanta temprano a entrenar y los fines de semana no quiere salir porque está agotado. Ella quiere dejarlo porque él se volvió aburrido y ya no es la misma persona”.  }

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Para Calhoun, el problema no radica tanto en el cambio en sí, sino en la forma como cada cual lo percibe. Muchas parejas se sienten traicionadas por esa transformación y “piensan que el otro  violó  el contrato matrimonial”, dice. Con ella coincide López, quien señala que eso sucede porque muchos creen erróneamente que el cambio es negativo. “Si la pareja ve los cambios como hechos definitivos o si los perciben como una pérdida, será mas difícil adaptarse a ellos y en consecuencia el vínculo se afectará más”, señala López.

Para la psicóloga Evelyn Peckel, además de lo anterior, hoy la gente está centrada en sí misma y no tiene mucha tolerancia al cambio ni a la diferencia. Y “esa falta de aceptación produce rabia infinita cuando estos se producen. No siempre hay ruptura, pero sí peleas que escalan en niveles altos de agresión”, dice.
Parte del tratamiento es lidiar con la nostalgia producida por el cambio. Y no es fácil pues se trata de un sentimiento muy natural en los seres humanos. Calhoun encontró que muchas veces la añoranza por el pasado no tiene ninguna lógica. Por ejemplo, en el barrio donde ella creció, East Village, en Manhattan,  los vecinos se sentían mal porque los mejores negocios ya no estaban y los buenos vecinos se habían ido. “Y esa sensación se mantuvo aun cuando la gente tenía grandes diferencias sobre cuáles eran los buenos negocios y los vecinos de antaño”.

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Orbuch señala la importancia de discutir los cambios pequeños antes de que se conviertan en grandes obstáculos. Más difícil es lidiar con las grandes alteraciones del statu quo matrimonial: quería tener hijos y ya no quiere; era ateo y hoy es devoto creyente, era trabajador y hoy quiere dedicarse al hogar.  Hay que buscar compromisos. “Puede ser aceptar totalmente lo que el otro quiere en ese momento o alcanzar un punto medio”, dice Orbuch. También ayuda ir a terapia de pareja pues en consulta ambos pueden entender mejor las razones de dicha transformación y resolverlas.

Pero todos coinciden en que lo más importante es dejar de ver a las personas como obras terminadas. “Así queramos que permanezcan iguales o no, la vida traerá consigo cambio en abundancia”, dice Calhoun. También hay que dejar de verlo como algo necesariamente malo.  “La novedad genera mayor pasión y le da nuevo aire a las relaciones”.  López agrega que hay que “abrir la mente porque poner resistencia al cambio genera más roce y mayor riesgo de que se arruine una buena relación”. También ayuda dejar atrás la idea de que los cambios en la pareja significan que ya no se puede confiar en el otro por ser impredecible o que se acabó el amor. “Los cambios son como un rayo luminoso de energía que revitaliza la pasión en una relación”, añade Orbuch.

Eso lo constató Calhoun con un pequeño incidente protagonizado por una  ardilla estresada que quedó atrapada bajo el sofá de su casa. Tras fallar en varios intentos por ayudarla, Neal, su esposo, decidió atraparla con un cuenco de plástico que lanzó con una pericia magistral justo encima de ella. Luego puso un cartón debajo del tazón y llevó al animalito al bosque donde desapareció corriendo.  Ella reconoció que su solución había sido impresionante. “Sentir asombro por una persona que yo creí que conocía completamente es un golpe cuando sucede después de muchos años. Y una bendición. Ese lance nos compró otros cinco años de matrimonio”.