Sigue la defensa por parte del presidente de la República, Gustavo Petro, a su política de seguridad, la cual ha sido ampliamente criticada por diferentes sectores políticos del país y también a nivel internacional.
Este jueves, 2 de octubre, el jefe de Estado la emprendió contra la Defensoría del Pueblo, al señalar que el mapa de violencia que publicó fue el sustento para un agudo informe de The Economist que afirmaba que Colombia estaba en las “puertas del inferno”.
En el primer trino, Petro publicó: “Ese mapa que publicó The Economist es absurdamente falso, y su falsedad la voy a explicar más adelante. Junto con la información que la oficina antidrogas de Naciones Unidas suministró a EE. UU.”.
Luego, profundizó su tesis: “El mapa que pública la Defensoría del Pueblo es simplemente aberrante; tomado por The Economist, la foto hace parte de los insumos de la descertificación y del proceso de deterioro absoluto de la relación diplomática con EE. UU.”.
“La mafia colombiana ligada a la extrema derecha colombiana y de la Florida ganaron la primera partida. No sé puede hacer un mapa de violencia tiñendo un municipio de un millón de hectáreas de rojo, en donde en la mayor parte de la extensión no viven personas y donde ocurrió algún hecho de violencia en alguna vereda”, insistió el mandatario colombiano.
También puso sobre la mesa: “No se puede extender la violencia de una vereda al municipio. Y de un municipio a un departamento. No sé puede extender la violencia a decenas de millones de hectáreas donde habita población”.
Pero, el lunes de esta semana, en una nueva sesión de su polémico consejo de ministros, que se llevó a cabo en la Casa de Nariño, también lanzó pullas sobre ese artículo.
“Los señores de The Economist ―no sé cómo se pronuncia― el mapa del 2019 sigue siendo el mismo mapa de hoy… Es una porquería de artículo contra nosotros. Entonces, todo es rojo, no hemos hecho nada”, anotó Petro.
Y concluyó con su respectivo regaño al ministro de Defensa, el general en retiro Pedro Sánchez: “¿Por qué dejan trasladar una noticia que se vuelve falsa en la boca de The Economist?”.