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| Foto: Diana Rey

HOMENAJE

"Uno tiene que ser profeta en su tierra": las cuatro enseñanzas de Misi

María Isabel Murillo no solo era la productora de musicales más importantes del país, sino una pedagoga que predicaba un modo de vida basado en la felicidad y la reconciliación.

24 de noviembre de 2018

Ante todo María Isabel Murillo era una maestra. Desde que se graduó en pedagogía musical de la Universidad Pedagógica Nacional, ella comprendió que la educación artística era fundamental en el progreso cultural de Colombia. Por eso su productora de espectáculos tenía como eje fundamental una escuela de talentos en la que se formaron reconocidos artistas y actores nacionales. Sin embargo, las enseñanzas de Misi iban más allá de la formación musical y comprendían un modo de vida en el que la felicidad, la unidad, el amor y la excelencia eran la base.

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La felicidad
Constantemente ella decía: “Nuestra misión en la vida es ser feliz y hacer feliz a los demás”. Para ella el talento de una persona debía hacer feliz a las personas y al mundo. Alfonso Ariza recuerda que para Misi la felicidad era el principal componente de las obras: “ella en los ensayos de sus obras siempre recalcaba en eso, en que las cosas se tenían que hacer para dar felicidad a los demás”.

Reconciliación y unidad
La cantante Isa Mosquera recuerda que una de las principales enseñanzas de Misi fue la reconciliación: “Ella siempre hablaba de reconciliación, en todos los escenarios. Y sus obras siempre transmitían ese mensaje. Pero ella también decía que para reconciliarse con los demás uno tenía que hacerlo con uno mismo”.

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Trabajo colectivo
Amigos y colegas coinciden en afirmar que el trabajo colectivo era lo que Misi más inculcaba a las personas con las que trabajaba. Para ella esa cooperación colectiva solo era posible si también había un trabajo individual. “Ella siempre nos decía que antes de señalar a los demás debíamos señalarnos a nosotros mismos y preguntarnos cómo estábamos haciendo las cosas”, dijo Isa.

El amor por Colombia
“Misi creía fervientemente en que el amor era la única arma con la que podríamos cambiar la historia del país.”, recuerda Ariza. Para ella, nacer en Colombia también tenía un propósito: “uno tiene que ser profeta en su tierra”, decía repetidamente. Y sus obras presentadas tanto en el país con en el exterior eran una lucha por mostrar otro lado bonito de Colombia.