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A pesar de que vive como un eterno adolescente, David Wozniack (interpretado por Patrick Huard) se ve obligado a madurar.

CINE

Starbuck

Tras donar esperma en su juventud, un hombre cuarentón se entera de que tiene cientos de hijos. Esta es una película con más calidez que lógica. **1/2

Manuel Kalmanovitz G.
11 de mayo de 2013

Título original: Starbuck
País: Canadá
Año: 2011
Director: Ken Scott
Guión: Ken Scott y Martin Petit
Actores: Patrick Huard, Julie LeBreton y Antoine Bertrand
Duración: 109 minutos

Si Starbuck no fuera una película sino un perro, sería uno de esos labradores alegres y juguetones, aunque torpes y de una inteligencia reducida –y aclaro desde ya que he conocido labradores muy inteligentes y también otros que no lo son tanto–. Estas criaturas que enternecen y ofuscan al mismo tiempo, generan las mismas reacciones que despierta Starbuck. Lo más frustrante es que no se sabe bien cómo reaccionar ante ella.

La película sucede en Montreal y el personaje central es David Wozniack (Patrick Huard), un cuarentón tan inútil como de buen corazón que fue un prolífico donante de esperma para una clínica de fertilidad en su juventud. Starbuck comienza mostrándonos el desastre que es su vida: trabaja en la carnicería de su padre aunque no puede hacer bien ni la tarea más básica; le debe dinero a unos matones que lo obligaron a tener un cultivo de marihuana en la sala de su apartamento, y tiene una novia policía a quien llama muy de vez en cuando y que resulta estar embarazada.

Sumado a este desorden, llega un abogado a notificarle que su época de donante de esperma ha producido 533 niños y que 142 de ellos, de diversas edades y procedencias, han entablado una demanda contra la clínica para que revele su identidad.

Es la clase de película que Judd Apatow ha refinado hasta convertir en una especie de ecuación, la historia de un adolescente que habita el cuerpo de un hombre adulto y que repentinamente se ve obligado a crecer, a disminuir la brecha que existe entre su ser interior, de deseos primarios y responsabilidades pospuestas, con el exterior, de canas y barriga cervecera.

En parte, el éxito de Apatow y de Starbuck depende de que logren delinear con cuidado estos personajes para que sean queribles además de ineptos, algo que sí sucede acá. Que haya tantas de estas películas y que resulten tan exitosas quizá se deba a que son, en el fondo, historias esperanzadoras. 

Todo este género busca hacernos creer que la adolescencia perpetua de los protagonistas es superable, que solo es cuestión de que algo exterior los obligue a asumir todas las responsabilidades que llevan evitando toda la vida. En ese sentido, la inmadurez se explica por el contexto y no es una 
característica personal.

Lo que tienen las películas de Apatow que no tiene Starbuck es el cuidado en el guion. Acá los giros de la historia son inesperados e increíbles. Hay demandas y contrademandas, líos de dinero y de ineptitud, muestras de gran corazón que claramente huelen a cliché.

A pesar de todo esto, como con un labrador dañino, es difícil indignarse ante esa falta de cuidado. El rostro ligeramente perruno de Huard y el contraste entre sus ojos infantiles y su cuerpo de hombretón le hacen contrapeso a un tercer acto sin ninguna lógica. 

CARTELERA
**** Excelente     ***1/2 Muy buena      *** Buena      **1/2 Aceptable     ** Regular      * Mala  

César debe morir ***
Los internos de una cárcel de alta seguridad en Roma montan una versión de Julio César de Shakespeare en esta película en parte drama y en parte documental.

Mentiras mortales ** 1/2
Una mirada cínica al mundo de las altas finanzas en Nueva York, centrada en un multimillonario impasible (Richard Gere).

Estrella del sur ** 1/2
Esta película colombiana del joven Gabriel González logra actuaciones maravillosas que se ven empañadas por un guion desordenado.

Tesis sobre un homicidio **
‘Thriller’ argentino retorcido e ilógico sobre un profesor de derecho que comienza a sospechar de un alumno.