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LEVAR ANCLAS

En enero de 1997 la Flota Mercante Grancolombiana se asociará con una compañía mexicana y entrará a hacer parte de la naviera más grande de América Latina.

9 de diciembre de 1996

Desde hace un par de meses los porteros del edificio de la Flota Mercante Grancolombiana, ubicado en el Centro Internacional de Bogotá, empezaron a notar las frecuentes visitas de un pequeño grupo de ejecutivos con un acento peculiar. A pesar de que estos hombres de negocios no eran distintos de los cientos de personasque visitan diariamente el lugar, su manera de hablar los delataba: eran mexicanos. Lo que todavía ignoran los porteros del edificio es que los visitantes aztecas llegaron para quedarse. Hace dos semanas los representantes de la Flota Mercante Grancolombiana y de la compañía Transportación Marítima Mexicana _TMM_ suscribieron un acuerdo de intención entre las dos compañías. Como resultado de esta negociación nacerá una nueva empresa el primero de enero de 1997, con 40 por ciento de participación de la firma colombiana y 60 por ciento de la mexicana, que operará como filial de TMM. De esta manera el negocio de transporte marítimo de la Flota Mercante entrará a hacer parte de la operación de la compañía mexicana, que se convertirá así en la naviera más grande de América Latina.¿Por qué decidió la Flota Mercante Grancolombiana, que ha llegado casi a convertirse en otro símbolo patrio, asociarse en condición minoritaria con una empresa mexicana? La operación es la culminación de varios años de esfuerzo de la Flota por encontrar un esquema que le permitiera adecuarse a las nuevas condiciones de la economía internacional y sobrevivir en un mercado cada vez más competido.Todo tiempo pasado...Hasta hace pocos años el negocio naviero en Colombia, como en toda América Latina, era próspero y apacible. Las normas sobre reserva de carga generaban en la práctica un monopolio en cada país para las navieras nacionales. En el caso colombiano, la norma le garantizaba a la Flota el 50 por ciento del negocio, mientras que el resto sólo podía ser atendido por firmas asociadas, con las mismas tarifas que las fijadas por la empresa nacional. Con semejante mercado cautivo las preocupaciones de las navieras regionales eran pocas y los costos de los usuarios eran muchos.Pero todo cambió con la eliminación de la reserva de carga y la apertura de las economías de la región. A comienzos de los 90 las grandes navieras del mundo se encontraron con que en América Latina había un mercado recién liberado, en el que se empezaban a transportar volúmenes crecientes de carga hacia el mundo. Así, de la noche a la mañana las empresas cargueras latinoamericanas se vieron enfrentadas a compañías internacionales más eficientes que ellas, con una cobertura geográfica más amplia en sus rutas y con mayores economías de escala por los volúmenes de carga transportados.Tan desigual batalla tuvo un saldo lamentable para muchas navieras de la región. En los últimos años quebraron y fueron liquidadas varias empresas que en el pasado fueron verdaderas insignias de sus países: Lloyd Brasilero, Ciamar y Líneas Marítimas de Argentina, Transnave de Ecuador y CAVN de Venezuela. Ante semejante desafío, la Flota Mercante Grancolombiana tuvo que iniciar un proceso de ajuste a distintos niveles. Desde 1991 la empresa empezó a adelantar un plan de retiros voluntarios _que ha reducido su personal de tierra de 700 a 350 empleados y el de mar de 700 a 50 personas_, además de una transición de buques multipropósito a naves portacontenedores y una agresiva estrategia de mercadeo. Pero a pesar de esos ajustes las cosas seguían siendo duras para la Flota (ver gráfico). Según dijo a SEMANA Luis Fernando Alarcón, presidente de la empresa, "era claro que en medio de un proceso de globalización económica había que hacer alianzas estratégicas". Con ese propósito en mente en 1993 la administración puso en venta el 45 por ciento de la empresa, pero no tuvo éxito. Según Alarcón hubo dos factores que dificultaron la operación: "A ninguna empresa internacional le interesaba una participación minoritaria en la empresa. Además, al comprar parte de la Flota se estaría comprando también parte de sus problemas financieros, como la carga pensional". Y es que allí es donde radica el mayor lastre de la Flota Mercante Grancolombiana. Cálculos actuariales recientes han estimado el pasivo pensional en 160.000 millones de pesos, que divididos entre 1.000 personas ya jubiladas o próximas a hacerlo, lo convierten en una de las cargas pensionales per cápita más altas del país.Tras el fracaso de 1993 la administración de la Flota empezó a trabajar en el diseño de un nuevo esquema que le permitiera abordar con éxito una alianza estratégica con otra compañía. En palabras de Alarcón "se buscó separar el negocio naviero de todo lo demás para ofrecerles a los potenciales socios una opción verdaderamente atractiva". Como parte de ese esfuerzo la Flota constituyó una fiducia con los activos que respaldan el pasivo pensional, y separó sus inversiones en empresas ajenas al negocio de transporte marítimo _como las que tiene en Aces y Almadelco_ así como algunas inversiones operativas, de los activos relacionados directamente con la operación naviera.Nueva eraCon esta reestructuración debajo del brazo, la administración de la Flota volvió a contactar en el mes de mayo pasado a tres de las empresas que en 1993 habían mostrado interés en una asociación. De ellas sólo dos respondieron positivamente: TMM y una naviera alemana. Con el paso de los meses las conversaciones con los mexicanos fueron cuajando, hasta que hace 15 días se logró el acuerdo preliminar para crear la nueva empresa. Según Alarcón "con los mexicanos nos identificamos desde el comienzo culturalmente y en la manera de ver el negocio. De eso dependió en buena parte el éxito de la operación".Tras la operación con los mexicanos la Flota Mercante Grancolombiana conservará la composición accionaria que tiene en la actualidad: 80 por ciento de la Federación Nacional de Cafeteros y 20 por ciento del Banco Nacional de Fomento del Ecuador. Sin embargo, desde el primero de enero del año entrante la empresa será una holding con inversiones en varios sectores, una de las cuales será su participación de 40 por ciento en la nueva naviera filial de TMM, que todavía no ha sido bautizada. El aporte de la Flota en la nueva empresa serán los activos relacionados con el negocio de transporte marítimo. El de TMM estará representado en capital y tecnología empresarial, generada en un mayor conocimiento de diversos servicios del negocio naviero que la empresa colombiana no ha explorado. Y es que TMM no es cualquier aparecido (ver cuadro). Fundada en 1955, la firma se ha convertido en una holding cuyo principal negocio es el transporte marítimo de carga. Y lo cierto es que la experiencia le ha dado buenos resultados, pues el año pasado reportó uno de los márgenes operacionales más altos del sector a nivel mundial. Pero además de su negocio principal, TMM tiene participación en negocios portuarios, transporte terrestre y almacenamiento de mercancías. Adicionalmente, con la idea de avanzar en el campo del transporte multimodal, la firma mexicana se prepara actualmente para participar en la privatización de Ferrocarriles Nacionales de México. Como si esto fuera poco, TMM está planeando una inversión de 90 millones de dólares en un terminal de contenedores en el puerto de Tuxpan.Lo que queda claro de todo esto es que el socio que encontró la Flota Mercante Grancolombiana constituye una garantía para iniciar la nueva etapa de su actividad naviera. Y aunque a algunos observadores les resulte difícil aceptar que una compañía mexicana sea el socio mayoritario de la empresa que sucederá a la Flota en el negocio, la operación es tan sólo un ejemplo de la realidad que enfrentan muchas empresas colombianas en medio de la globalización de la economía mundial: las alianzas estratégicas con empresas extranjeras son una buena manera de no desaparecer.