Home

Economía

Artículo

Aunque las primeras señales muestran que este será un mejor año, las proyecciones aún no se ajustan. Fotos: SEMANA

MACRO

Inflación: el gran respiro de 2018

Los datos positivos en este indicador y en el de gasto muestran que el año arrancó bien y se suman a los resultados de inversión y exportaciones del año pasado. Aunque lo peor ya pasó, la cautela manda.

10 de febrero de 2018

La economía colombiana comenzó a repuntar. Después de tres años de desaceleración, varias cifras conocidas en las últimas semanas confirman un cambio en la tendencia y, si se aplica el aforismo según el cual desde el desayuno se sabe cómo será el almuerzo, ya se anticipa que 2018 será un mejor año para la economía del país.

Los resultados en distintos sectores productivos muestran mejoría: el aumento en los precios internacionales del petróleo durante las primeras semanas de enero a niveles que bordearon los 70 dólares por barril; el crecimiento de 19 por ciento en las exportaciones al cierre de 2017; un mayor gasto en los hogares de 7,2 por ciento en enero; el repunte de 3,2 por ciento en la demanda de energía así como la puesta en marcha de la ley que permite reactivar la inversión en infraestructura y acelera el programa de vías 4G alientan los buenos pronósticos.

No solo esos factores despejan el panorama. La cifra de inflación anualizada llegó a 3,68 por ciento en enero, según el Dane, lo que mejora la capacidad de compra de los colombianos, y se suma a la decisión del Banco de la República de recortar la tasa de interés de intervención hasta el 4,5 por ciento para empujar el crecimiento, la mayor urgencia económica del país.

Le recomendamos: Nerviosismo mantiene en tensión las bolsas del mundo

Estas señales motivaron una inusual decisión del Fondo Monetario Internacional (FMI): revisar al alza la cifra de crecimiento de Colombia al 3 por ciento para este año, 0,2 por ciento más de lo estimado a finales de 2017. Esta decisión es atípica para un enero, pues normalmente esta entidad multilateral realiza este ejercicio en abril, como reconoce Munir Jalil, economista jefe de Citibank para la región andina.

El ministro de Hacienda, Mauricio Cárdenas, aplaudió con entusiasmo la decisión del FMI y la atribuyó a que la economía ya entró en la senda de recuperación, pero nadie más ha cambiado los pronósticos. El Banco de la República prevé un crecimiento de 2,7 por ciento este año, mientras que Citigroup y el Banco de Bogotá lo estiman en 2,5 por ciento. Son menos optimistas la Anif, que lo ve en 2,3 por ciento y Fedesarrollo, en 2,4 por ciento. Los analistas ejercen cautela en parte porque todo indica que el crecimiento en 2017 estuvo entre 1,6 y 1,8 por ciento, y aunque las señales positivas comienzan a notarse, prefieren esperar.

Lo que está mejorando

Siete temas generan un ambiente esperanzador para la economía este año. El primero tiene que ver con un entorno internacional robusto. El año pasado la economía de Estados Unidos creció 2,5 por ciento, mientras que la zona euro lo hizo en 2,2 por ciento. Además de ser compradores importantes de productos colombianos, estas regiones invierten en sectores clave para la economía del país.

La inflación también trajo noticias muy buenas, como ha confirmado el gerente del Banco de la República, Juan José Echavarría, quien considera que esto le permite al colombiano recuperar su capacidad de compra. En enero, la cifra anualizada llegó a 3,68 por ciento, según el Dane, lo cual envía un parte de tranquilidad a los consumidores y refuerza en los mercados la tesis de que el país entró por fin en la senda de una inflación controlada. El Emisor se trazó una meta de 3 por ciento para 2018, con un rango entre 2 y 4 por ciento, el cual, según Echavarría, se logrará porque todos los rubros de inflación se comportan bien.

El crecimiento de la inversión extranjera en Colombia también genera optimismo. Contra todo pronóstico, creció el año pasado por encima de la registrada en 2016, cuando se llevó a cabo la venta de Isagén, una de las mayores operaciones con participación extranjera, como reconoció el director de Fedesarrollo, Leonardo Villar. Las cifras de la balanza cambiaria del Banco de la República muestran que hasta noviembre del año pasado la inversión en petróleo y minería alcanzó 5.765 millones de dólares, frente a 4.606 millones de dólares de 2016, mientras que en otros sectores llegó a 4.336 millones de dólares en 2017, frente a 4.195 millones de un año atrás.

Le sugerimos: Recaudo de impuestos creció 6,7 por ciento en enero, dice la Dian

La cuarta razón para el optimismo es que las exportaciones se han recuperado en forma sólida. Al cierre de diciembre pasado las ventas al exterior alcanzaron 37.800 millones de dólares y un crecimiento de 19 por ciento, el mejor resultado desde 2014, cuando se registró una caída de 6,7 por ciento, profundizada en 2015 cuando descendieron 34,3 por ciento, según cifras del Dane. Es cierto que las exportaciones tradicionales siguen creciendo más que las no tradicionales, en buena medida por la recuperación de las economías de Estados Unidos y Europa y la subida de los precios del petróleo y el carbón. Sin embargo, las no tradicionales también muestran un crecimiento sostenido.

Justamente, el comportamiento de los precios internacionales de commodities como petróleo y carbón se han convertido en la quinta sorpresa positiva para la economía del país. Desde el segundo semestre de 2017 comenzó el repunte del petróleo que aceleró durante las primeras semanas de 2018, cuando llegó a los 70 dólares por barril de la variedad Brent. En el caso del carbón, luego de alcanzar 68 dólares por tonelada en junio, en enero llegó a 86,4 dólares por tonelada.

Nadie sabe qué tanto se mantendrán estos precios elevados, pero mientras estén al alza, son una buena noticia para el país. La recuperación del petróleo tiene varios impactos positivos: por un lado, mejora los ingresos fiscales porque, como ha dicho el Ministerio de Hacienda, por cada dólar por encima del precio del barril estimado en el presupuesto nacional –51 el año pasado, 55 dólares este año– ingresan 350.000 millones de pesos adicionales al país. Además, Ecopetrol le generará este año dividendos a la Nación –en 2017 no repartió– que según cálculos previos podrían alcanzar 1,5 billones de pesos.

El mejor comportamiento en varios sectores productivos también alienta la perspectiva. Dos resultan claves: la infraestructura y la agroindustria, considerados los primeros green shoots o brotes verdes –como los llaman los economistas–, cuyos resultados indican una recuperación. En agroindustria, Fedesarrollo proyecta que en 2017 habría crecido 5,7 por ciento, mientras que sus exportaciones aumentaron 7,2 por ciento, según el Dane. En infraestructura están las esperanzas de que se convierta en la gran ‘locomotora’ de la economía, como esperan el FMI y el gobierno. Luego de aprobada la ley de financiación del sector, se empiezan a concretar algunos cierres financieros que aceleran las inversiones. A estos se suman las obras públicas que ejecutarán capitales como Bogotá, Medellín y Cali, y moverán más de 20 billones de pesos.

Y aunque resulta intangible, la confianza en el manejo macroeconómico del país es el séptimo factor positivo. El país ha mantenido una política macroeconómica que ha generado credibilidad en los mercados internacionales, incluso a pesar de que en diciembre la calificadora S&P redujo la nota a Colombia debido a la debilidad del mercado. Esta solidez macro es incluso uno de los principales argumentos que acaba de presentar el ministro de Hacienda, Mauricio Cárdenas, en Nueva York, a las calificadoras Fitch y Moody’s, que han reconocido el manejo ortodoxo de la economía.

Los datos lucen alentadores para este año. Sin embargo, el reto será garantizar la prudencia en el manejo de los temas a cargo del gobierno; facilitar las condiciones para los empresarios en aquellos que dependen de la iniciativa privada y ser cautelosos frente a los que no controla. Todo un juego de equilibrios.

Los nubarrones

Pese a la mejor perspectiva, también hay preocupaciones. Por un lado está el tema fiscal, por el desbalance entre ingresos y gastos, que genera presiones. Además, pese al alza del IVA y a la reforma tributaria, el recaudo del año pasado alcanzó el 13,8 por ciento del PIB, por debajo de los niveles esperados por el gobierno, de 14,2 por ciento. La desaceleración de la economía jugó aquí un papel determinante.

Le puede interesar: Llegada del market place de Amazon a Colombia estaría cerca

El deterioro en la cartera de los bancos también preocupa porque no ha permitido transmitir al sistema financiero los recortes en las tasas de interés del Banco de la República. Aunque el Emisor inició el año pasado el recorte en las tasas desde el 7,5 por ciento, el sistema financiero ha recibido golpes por los problemas generados en la financiación de infraestructura –tras el escándalo de corrupción en Odebrecht destapado el año pasado–, la intervención de Electricaribe y las dificultades en empresas de sectores como salud y transporte.

También el deterioro en el empleo asusta y ha agudizado la morosidad en el pago de las deudas al sector financiero, asegura el director de la Anif, Sergio Clavijo. Considera que mientras los bancos tengan que acudir a refinanciar las deudas de consumo de los colombianos, será difícil que estas tasas bajen.La polarización política también mete miedo. Algunos candidatos han planteado fórmulas populistas, pero ninguno por ahora se ha comprometido con las grandes reformas estructurales, en buena medida para no perder votos. Con un primer semestre marcado por elecciones parlamentarias y presidenciales, la preocupación está en que buena parte de las decisiones de inversión se podrían aplazar para el segundo.