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Dama o damisela

Heather Mills, la nueva esposa de Paul McCartney, acaba de editar una biografía en la que relata un conmovedor pasado plagado de miseria y de robos. Sus detractores consideran que se trata de una farsa.

20 de octubre de 2002

Cuando se casó con Paul McCartney hace un par de meses Heather Mills inició una nueva vida y qué mejor manera de comenzarla que reacomodando su pasado. La ex modelo, que perdió la pierna izquierda en un accidente de tráfico cuando tenía 25 años, acaba de reeditar en Estados Unidos una vieja biografía que ella había lanzado en 1995 bajo el nombre de Out on a limb y que ahora se llamará A single step.

El documento narra la trágica infancia y adolescencia de Heather, quien creció en un hogar disfuncional. Su mamá la abandonó a los 9 años cuando decidió irse con otro hombre y la pequeña no tuvo más remedio que vivir con su padre, un antiguo oficial de la armada adicto al alcohol que de vez en cuando se desquitaba de su miserable vida dándole palizas a sus hijos

De niña fue acosada sexualmente por el instructor de natación de una piscina y cuando entró a la pubertad su padre fue encarcelado. La joven adolescente se convirtió así en la cabeza de la familia y se encargó del sustento de sus hermanos menores, lo que la obligó a robar en los supermercados. A los 14 se fue de la casa, se aburrió del colegio, durmió muchas noches en una caja de cartón en la estación de tren de Waterloo, en Londres, y cuando por fin consiguió un trabajo decente como vendedora en una joyería no pudo controlar la tentación y le robó al dueño unos collares que, según ella, estaban avaluados en 20.000 libras esterlinas, alrededor de 32.000 dólares. Sin embargo el propietario del establecimiento les dijo a los tabloides ingleses que los robos de su antigua empleada fueron tan grandes que lo sacaron del negocio.

Este trágico recuento tiene dividido al Reino Unido: de un lado están quienes se conmueven con esta historia y ven en Heather los rasgos de sufrimiento infinito propios de un personaje del novelista Charles Dickens y que al final de muchas vicisitudes logra sobreponerse a todos los dramas de la vida. Quienes se niegan a dejarse conmover tan fácilmente consideran que el relato de la nueva señora McCartney no es más que una telenovela barata y exagerada y la tildan de charlatana.

Para su fortuna, esta cenicienta del siglo XXI encontró algo mejor que un príncipe azul: nada menos que al caballero sir Paul McCartney, quien se ha dedicado a defenderla a capa y espada. "Su historia es poco creíble pero ella es genuina, por eso es que me gusta y la amo", dice él.

La historia de Heather no se enderezó del todo después de quebrar la tienda de joyas. En 1987, cuando tenía 18 años, se casó con Alfie Karmal, un hombre de negocios árabe al que abandonó dos años después. Para ese entonces Heather ya era una mujer muy bien dotada y pensó en sacarles provecho a sus atributos físicos en el mundo del modelaje, pero la suerte también le fue esquiva: su máximo logro fue posar desnuda en pasquines de baja circulación. La vida sentimental de la hoy señora McCartney tampoco fue un lecho de rosas. Ante el poco talento como modelo y tantas urgencias económicas sus detractores aseguran que Heather se vio en la necesidad de hacer las veces de dama de compañía de hombres poderosos como Adnan Kashoggi y Mohamed Al Fayed, quienes le pagaban hasta 500 libras por pasar una noche a su lado. Heather aclara que, si bien ha sufrido por todo tipo de privaciones que la llevaron a cometer delitos, nunca se prostituyó.

Su vida cambió cuando consiguió trabajo como instructora de esquí en Yugoslavia en 1992. La guerra civil tomó fuerza en aquel año y semejante tragedia le hizo despertar su conciencia social. Creó un centro de refugiados en Londres y ayudó a escapar a 20 personas. Pero en 1993 la atropelló un policía motorizado que iba a responder una llamada de emergencia y su vida tomó un nuevo e inesperado giro.

Como resultado del accidente Heather perdió la pierna izquierda, de la rodilla para abajo, y lo que más impresionó fue su reacción. Mientras otras personas se sumen en una depresión más que entendible, Heather no sólo se armó de valor sino que trató de sacarle provecho a su nueva condición al venderle su historia al tabloide News of the World, en la que confesó que, a pesar de la tragedia y de su incapacidad, mantuvo relaciones sexuales con su novio en la cama del hospital.

Gracias a esta desgracia personal ella estableció el Heather Mills Health Trust, desde donde distribuye prótesis a minusválidos de países del Tercer Mundo. Por esta labor incluso fue nominada para el Premio Nobel de la Paz en 1996.

Entre el cielo y el infierno

Heather es una mujer que genera pasiones: se le quiere o se le odia. Muchos consideran que está lejos de ser la nueva Madre Teresa de Calcuta y que el manejo de las finanzas de su fundación deja mucho que desear pues no hay pruebas de que todas las donaciones se hayan invertido en efecto en la compra y distribución de prótesis. Sin embargo su ángel de la guarda no la desampara ni de noche ni de día y hace mes y medio la Corte Suprema de Londres dictaminó que el tabloide Sunday Mirror debía indemnizarla por daños y perjuicios por la suma de 78.000 dólares. El periódico sugirió -sin pruebas fehacientes- que Heather no había entregado toda la ayuda que había recibido para las víctimas del terremoto de Gujarat, India, en 2001.

En vista de la falta de pruebas sus críticos sólo pueden detestarla por razones emotivas y no faltan los que señalan que es un ave de mal agüero pues ella estaba en Nueva York el 11 de septiembre, en Yugoslavia cuando se desató la guerra civil y en la India cuando ocurrió el terremoto.

De todas maneras su tenacidad tiene cautivado al ex Beatle, quien tuvo que hacer gala de todos sus encantos para seducirla. Pero, al parecer, en el círculo de allegados de McCartney él es el único que la ve maravillosa. Los hijos de Paul la detestan y más aún cuando se enteraron de que su padre no había firmado capitulaciones y que la Mills lo había obligado a quitarse el anillo que le había regalado Linda, su primera esposa.

También la acusan de haber transformado a sir Paul en un hombre frívolo y sometido a los medios de comunicación. A cambio, el ya sexagenario artista estaría recibiendo una inyección de vitalidad de la mano de una despampanante rubia que, según coinciden sus antiguos amantes, es una bomba en la cama.

Los rumores de que Heather sólo está interesada en su fortuna no han faltado. No obstante esos comentarios tienen al músico sin cuidado y la prueba reina de su amor es que todas las mañanas él, uno de los hombres más ricos y famosos del planeta, se levanta muy temprano para prepararle el desayuno a su amada esposa.