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ENTREVISTA

“No hay arreglo sin Estados Unidos”: experto en Corea del Norte

La cumbre intercoreana allana el camino para el encuentro de Donald Trump con Kim Jong-un. SEMANA habló con John Feffer, analista experto en Corea del Norte, quien ha investigado como pocos las implicaciones de ese conflicto en la geopolítica mundial.

28 de abril de 2018

La histórica cita de los gobernantes de las dos Coreas, Kim Jong-un, por el norte y Moon Jae-in, por el sur, abre un abanico de posibilidades acerca de la situación en la conflictiva península, que vive técnicamente en guerra desde hace más de 60 años. La anunciada reunión de Kim con el presidente norteamericano, Donald Trump, podría ser el capítulo final, pero antes hay muchas asperezas por pulir. Estas son las opiniones del autor de Corea del Norte, Corea del Sur, uno de los libros más celebrados sobre el tema, que apareció en 2003 como una invitación a calmar los ánimos en medio de las altas tensiones impulsadas por George Bush y el notorio halcón John Bolton, entonces subsecretario de Estado para Asuntos de Seguridad Internacional. Hoy, Trump tiene de nuevo a Bolton, pero en una posición aún más crítica, como asesor de Seguridad Nacional; 15 años después, ¿qué tanto ha cambiado la postura de Estados Unidos?

SEMANA: ¿Cómo analiza los diálogos que ahora tienen a Corea del Norte como protagonista?

JOHN FEFFER: La cumbre es apenas el inicio de una posible solución. Aunque es ya la tercera, es la primera que tiene lugar al comienzo del mandato de un presidente surcoreano, lo que significa que tiene el tiempo y el capital político para traducir los acuerdos en realidad. Además, Kim Jong-un ha consolidado su posición en Pyongyang, lo que también le permite avanzar rápidamente en las negociaciones.

SEMANA: El mundo vio optimismo en Kim y Moon. ¿La felicidad en sus caras implica un cambio real para la península o era un ‘show’?

J.F.: Creo que las sonrisas son genuinas. Ambas partes esperan marcar el comienzo de un nuevo orden en la península. Y ambos son conscientes de que el impulso positivo puede extenderse a las relaciones entre Estados Unidos y Corea del Norte.

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SEMANA: Kim dijo que “puede haber dificultades y frustración en el camino porque a una victoria no se llega sin dolor”. ¿A qué se refiere?

J.F.: Kim es consciente de la oposición a su régimen en Corea del Sur. Muchos conservadores de ese país son escépticos ante el progreso de las relaciones intercoreanas y pueden tratar de frenarlo. Al mismo tiempo, puede estar refiriéndose a que los norcoreanos también tendrán que sufrir un precio por el cambio en su país. Ahora vendrá una reunión más amplia para discutir un final formal de la guerra, que involucraría a Estados Unidos y probablemente a China. Antes de eso, sin embargo, Estados Unidos y Corea del Norte tendrán que presentar una fórmula para la desnuclearización que satisfaga a ambas partes.

SEMANA: Usted demuestra en su libro que la política de Estados Unidos hacia Corea del Norte se incubó en círculos conservadores para intentar cambiar el régimen de ese país. ¿Ha cambiado esa postura?

J.F.: La administración Trump demuestra, con el nombramiento de John Bolton como asesor de Seguridad Nacional, que aún desea un cambio de régimen en Corea del Norte. A Trump no le importan las violaciones a los derechos humanos en ese país, así como tampoco tolera que tenga armas nucleares ni que las presente ante la opinión pública internacional. El mensaje es: o se deshace de sus armas, o lo deponemos. Claro está que si Corea del Norte renuncia a sus armas nucleares, lo facilitaría (como en Libia, por ejemplo).

SEMANA: A comienzos de la década pasada George W. Bush impidió un acercamiento entre Kim Jong-il, el padre del actual gobernante del norte, y Roh Moo-hyun, entonces presidente surcoreano. ¿Por qué esta vez puede ser diferente?

J.F.: Moon ha sido hábil al elogiar a Trump por impulsar los cambios. Eso le dará más margen de maniobra. Además, Trump en realidad no tiene una estrategia en el Pacífico. Por otro lado, John Bolton siempre ha mantenido una línea dura hacia Corea del Norte. Si Trump y Kim no logran acuerdo, Bolton empujará a Estados Unidos hacia la opción militar.

SEMANA: ¿Qué se puede esperar de la futura cumbre Trump-Kim?

J.F.: El constante contacto de Moon Jae-in con sus pares norcoreanos indica un buen ambiente. Por otro lado, Trump será el primer presidente estadounidense en sentarse con un líder de Corea del Norte. Sabemos que el hecho de que no haya antecedentes hace más impredecible la conducta de Trump. Sus asesores podrían darle una agenda, pero es muy probable que la ignore.

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SEMANA: La palabra ‘desnuclearización’ puede no significar lo mismo para Trump y para Kim. ¿Qué requeriría un acuerdo sólido?

J.F.: Kim ha reiterado la posición de Corea del Norte: un acuerdo de paz no requerirá la retirada de las tropas estadounidenses de Corea del Sur. Está claro que Pyongyang no está contenta con las tropas por la amenaza que representan, pero también sabe que la presencia militar de Estados Unidos en Asia tiene otras prioridades: contener a China y apoyar a Japón. Corea del Norte ahora quiere saber si Estados Unidos puede proporcionarle garantías de seguridad mientras cumple con esas tareas. Allí está el desafío.

SEMANA: Trump demostró su falta de experiencia diplomática al decir que dejaría la cumbre si no es “fructífera”. ¿Qué esperan él y su círculo más cercano de esa reunión?

J.F.: Creo que esperan un anuncio de desnuclearización de Corea del Norte, similar al compromiso de Irán como parte del Plan de Acción Integral Conjunto (Paic). La otra propuesta sería un cronograma en el que Kim abandone las armas nucleares en algún momento dentro del mandato de Trump. Algo menor a eso será considerado poco “fructífero”.

SEMANA: Kim entendió que acercarse a Occidente tiene sus ventajas y Corea del Sur abrió un espacio al permitir que los atletas norcoreanos compitieran en los Juegos de Invierno. ¿Se está generando una apertura como la de Cuba?

J.F.: Los hechos indican una apertura comparable entre Corea del Norte y Corea del Sur, no así entre Estados Unidos y Corea del Norte. Aunque ya hubo intercambios (música, deportes, prisioneros, académicos), ninguno condujo a un cambio en la relación. La apertura de Cuba fue posible por dos elementos: una población cubana considerable en Estados Unidos y un deseo de las empresas de venderle cosas a Cuba. Ninguno de esos elementos está presente en la relación entre Estados Unidos y Corea del Norte.

SEMANA: ¿Cuál será el papel de Moon en la cumbre Trump-Kim?

J.F.: Es la figura clave. Es el intermediario, el que extrae concesiones de Corea del Norte mientras adula a Trump. Ahora está tratando de estrechar las relaciones con el Norte para dar algo concreto a los surcoreanos y ellos son realistas acerca de lo que pueden obtener. Moon tiene que estar dispuesto a entregar algo más que sus predecesores en las cumbres previas (Kumgang, Kaesong).

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SEMANA: Los abusos de los militares estadounidenses en Corea del Sur causaron rechazo del pueblo. ¿Cómo es esa relación ahora y cuál es su sentimiento hacia la cumbre?

J.F.: Las actitudes de Corea del Sur hacia las Fuerzas estadounidenses suben y bajan de acuerdo con varios factores. La instalación en su territorio del THAAD (sistema antimisiles de Estados Unidos) y la elección de Trump fueron golpes para el prestigio estadounidense en Corea del Sur. Sin embargo, los coreanos mayores de 65 años favorecen la presencia de Washington; los más jóvenes son menos entusiastas. Las opiniones también dependen de Corea del Norte. Cuando Kim actúa agresivamente con misiles, aumenta el apoyo a la presencia de Estados Unidos.

SEMANA: En medio de este ajedrez geopolítico, ¿cuál es el papel de China?

J.F.: Creo que la visita de Kim a Xi Jinping fue un asunto de forma. Hubiera sido vergonzoso que su primera salida fuera a Corea del Sur. Además, era necesario que Kim garantizara el apoyo chino. Obviamente, China no está contenta con el programa nuclear de Corea del Norte o con el fracaso de su reforma económica. Estoy seguro de que Xi está complacido con las negociaciones.

SEMANA: Trump dio su ‘bendición’ a las conversaciones entre Seúl y Pyongyang. ¿Qué tanto depende de él y su séquito la paz?

J.F.: Mucho. Un tratado de paz requiere la firma de Estados Unidos. Y necesitaría la aprobación del Senado por dos terceras partes. Las Coreas podrían terminar con las hostilidades y operar como si un tratado de paz estuviera en vigencia, pero eso no serviría si no cuentan con todos los sectores estadounidenses.

SEMANA: Usted ha visitado Corea del Norte. ¿Resaltaría algo de su forma de vida?

J.F.: La mayoría de las personas en Corea del Norte solo intentan sobrevivir. Un pequeño número están encarcelados en campos de trabajo donde las condiciones son horribles. Una porción mucho más grande forma parte de la élite. Está surgiendo una nueva clase media formada por gente que gana dinero con negocios privados, lo cual demuestra la existencia de una sociedad diversa. Al mismo tiempo, el gobierno sueña con vigilar esa sociedad como en la novela 1984, pero no han podido hacerlo por varias influencias externas que se han filtrado como películas surcoreanas o las noticias que llegan desde China. El país está cambiando gracias a esas influencias y a la expansión de los mercados privados, aunque no lo hace al ritmo que China experimentó después de 1979.