Estados Unidos

“Nadie tiene derecho a una visa”: las palabras de Marco Rubio que reconfiguran el acceso a Estados Unidos

La afirmación del secretario de Estado redefine cómo se ve a miles de jóvenes extranjeros, que enfrentan un sistema más político, más vigilado e impredecible.

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Margarita Briceño Delgado

Margarita Briceño Delgado

Periodista en Semana

28 de noviembre de 2025, 6:00 p. m.
Estas son las fechas en las que podrá aplicar al programa.
Marco Rubio enfatiza que las visas de estudiante no son un derecho, sino un privilegio. | Foto: Getty Images

La declaración de Marco Rubio, “nadie tiene derecho a una visa de estudiante”, no es solo una puntualización jurídica, sino la expresión más contundente de una política migratoria que endurece controles, amplía la discrecionalidad consular y deja a miles de estudiantes internacionales expuestos.

¿Qué significan las palabras de Rubio?

Cuando Marco Rubio afirmó que “nadie tiene derecho a una visa de estudiante para entrar en Estados Unidos”, no fue un comentario aislado ni un matiz legal irrelevante.

Fue una declaración de principios que marca la línea dura de su administración en política migratoria y, en particular, en el acceso de estudiantes internacionales a las universidades estadounidenses.

Rubio no se limitó a recordar que las visas no son un derecho constitucional, subrayó que los funcionarios consulares poseen autoridad para negarlas “por todo tipo de motivos”, desde sospechas de sobreestadía hasta asociaciones personales o ideológicas.

Sus palabras sellaron una postura: estudiar en Estados Unidos ya no es solo un proceso administrativo exigente, sino un privilegio expuesto a una discrecionalidad inédita.

La frase no tardó en propagarse por redes sociales, especialmente en X, donde se viralizó en forma de clips, capturas de pantalla y debates encendidos.

Estudiantes actuales y aspirantes, profesores universitarios y activistas comenzaron a analizar sus implicaciones, cuestionando si la administración estaba usando el lenguaje de seguridad nacional para justificar decisiones que antes habrían sido consideradas excesivas o incluso discriminatorias.

En pocas horas, el tema escaló hasta convertirse en tendencia, amplificando la percepción de que las reglas del juego para estudiar en Estados Unidos han cambiado radicalmente.

Según reportes de prensa, hasta agosto de 2025 se han revocado más de 6.000 visas estudiantiles por parte del gobierno bajo su cargo, reforzando el mensaje de que tener una visa no es un derecho garantizado, sino un privilegio sujeto a nuevas condiciones.

Un contexto de controles más estrictos e incertidumbre

Desde marzo, su administración suspendió temporalmente nuevas citas para visas F y J, mientras revisaba estándares de seguridad y protocolos de evaluación.

Paralelamente, miles de visas han sido revocadas por razones que van más allá de los incumplimientos tradicionales: publicaciones en redes sociales, participación en protestas o afinidades políticas interpretadas como amenaza al orden público.

El impacto no es únicamente migratorio; es académico, económico y hasta diplomático. Universidades que dependen de los estudiantes internacionales, sobre todo en programas STEM y posgrados, han comenzado a reportar cancelaciones de matrículas, dudas sobre viajes y retrasos que afectan calendarios académicos.

Rubio, sin embargo, defiende su postura como una cuestión de seguridad nacional.

Asegura que el país no puede garantizar entrada a nadie cuya presencia pueda ser interpretada como un riesgo y que los funcionarios consulares deben tener libertad absoluta para actuar.

Pero esa visión choca con las críticas de organizaciones de derechos civiles, que advierten que la línea actual permite sancionar opiniones, ideologías o participación en movimientos estudiantiles legítimos.

Al final, lo que está en juego no es solo un trámite. Es la idea misma de quién puede participar del ecosistema académico estadounidense y en qué condiciones.

Las palabras de Rubio no cierran la puerta, pero sí la hacen más estrecha, más alta y más incierta.