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Los equipos del fútbol colombiano están en crisis por cuenta de la pandemia. | Foto: foto: mauricio florez

ANÁLISIS

Uribe y la política en el fútbol

El deporte más popular del país sufre los estragos de la pandemia. En medio de la crisis, el expresidente Álvaro Uribe buscó mediar entre los equipos y el Gobierno para el retorno de la liga. ¿Le salió bien esa jugada?

30 de mayo de 2020

Hay muy pocos temas en los cuales el senador Álvaro Uribe no intervenga a diario. Uno de ellos hasta ahora había sido el deporte. Sin embargo, en medio de la pandemia, decidió jugársela a fondo por el fútbol, una disciplina que despierta las mayores pasiones en el país y una verdadera industria cruzada por intereses e intrigas económicas de todo tipo.

En un hecho sorpresivo, el expresidente se reunió virtualmente hace unos días con la Dimayor, la Federación Colombiana de Fútbol, los clubes y algunos viceministros. Buscaban intentar que el Gobierno autorizara el regreso de la liga.

El presidente Duque ha sido prudente en dar una fecha para el regreso de la liga. 

En medio de un debate que no termina, Uribe cumplió parcialmente su propósito. Su tarea de intermediario con el presidente Duque no sirvió para que el torneo se reanudara antes de agosto; pero sí ayudó a visibilizar la grave crisis que atraviesan los equipos, cuyos ingresos dependen principalmente de la taquilla y de los derechos de televisión.

El hueco que ha dejado el coronavirus puede ascender a los 30.000 millones de pesos. Los cálculos indican además que las nóminas de los jugadores de los 20 equipos de la categoría A pueden costar unos 8.000 millones de pesos. Y que algunos tienen problemas de caja para pagar esas obligaciones cada mes.

Álvaro Uribe quiso mediar entre los equipos y el Gobierno. 

La situación se torna más crítica si se tiene en cuenta que, según la Superintendencia de Sociedades, las pérdidas de la liga ascendieron a 60.000 millones de pesos el año pasado. Por ejemplo, Independiente Santa Fe cerró 2019 acogido a la Ley de Insolvencia Empresarial por un pasivo de 25.000 millones de pesos.

Lo que viene no promete arreglar las cosas. Como en cualquier lugar del mundo, el éxito del negocio del fútbol está atado a tener estadios llenos y transmisiones por televisión. El Gobierno anunció que si en agosto vuelve el torneo lo hará con estadios a puerta cerrada. Tampoco habrá partidos en todas las ciudades y solo lo autorizará en aquellas plazas donde haya bajos niveles de contagio y estrictos protocolos sanitarios.

Pese a la intervención directa de Uribe, el presidente Iván Duque dijo que el tema no se trataba de “presiones políticas”, sino de proteger la vida de los jugadores, dado que el fútbol es un deporte de contacto por excelencia. Por el momento dio vía libre a que los entrenamientos individuales comiencen a partir del próximo 8 de junio.

El ministro del Deporte, Ernesto Lucena, ha exigido protocolos claros. 

Uribe también quiere eliminar el IVA al costo de la suscripción al canal Win. El Gobierno evalúa la propuesta y también un crédito para costear las nóminas de los equipos. ¿Pero por qué el expresidente decidió meterse en este campo? Gabriel Meluk, editor de deportes de El Tiempo, escribió que su meta era “de un lado, ejercer presión política para poner a rodar lo más pronto posible la liga y anotarse un triunfo político interno. Del otro, dar un golpe de opinión con su participación en un tema masivo, de alto interés y deslizando incluso la popular idea de transmitir partidos gratis de la liga por televisión abierta para darle entretenimiento a la afición”.

Pero algunos vieron que el presidente de la Dimayor, Jorge Enrique Vélez, se reuniera con Uribe como un intento de golpe de opinión para buscar la salida del ministro del Deporte, Ernesto Lucena, quien ha impuesto duras condiciones sanitarias para el regreso del torneo. Respaldado por el presidente Duque, Lucena ha actuado más como técnico que como político, en busca ante todo de proteger a los jugadores.

El presidente de la Dimayor, Jorge E. Vélez, afronta la grave crisis.

Lucena ya anunció que a partir de ahora solo se entenderá con Ramón Jesurún, presidente de la Federación Colombiana de Fútbol, y no con el dirigente de la Dimayor, una entidad que además sufre una división interna.

Comandados por Eduardo Méndez, presidente de Santa Fe, estos equipos no apoyan la gestión de Vélez: Cortuluá, Envigado, La Equidad, Orsomarso, Patriotas, Cúcuta Deportivo, Llaneros, Rionegro, Jaguares y Huila. Según fuentes, Méndez ha buscado imponer en la presidencia de la Dimayor a María del Pilar Abella, su compañera sentimental y actual gerente de la Federación. En medio de ese entramado de conflictos e intereses, Uribe quiso mediar para el pronto regreso del fútbol, algo que por ahora tiene un futuro muy incierto.